//Isaac Richter
El Sr. y la Señora Smith (Alan Klapp y Shelly Bordensky), una pareja que pertenece a la aristocracia de Londres pasa una velada en su casa con el Sr. y la Sra. Martin (Dan Witemberg y Talia Nassau), tienen una serie de conversaciones y cuestionamientos que la mayoría del tiempo no parecen tener ni rima ni razón (y el resto del tiempo solamente tienen rima). Tienen una criada llamada Mary (Orly Tiktin) que parece saber más de lo que hasta ella misma nos puede explicar, y en algún momento entra un capitán de bomberos (Alan Arbitman), quien resulta ser el amante de Mary la criada, a contar una historia a través de imágenes, como si se la estuviera inventando con cada imagen que se le presenta al azar. ¡Este es el mundo de Eugéne Ionesco! El Teatro de lo Absurdo, donde una pareja casada tiene una conversación en la que parece estar averiguando si se conocen o no, o dónde existe una familia en la que cada miembro se llama Bobby Watson y donde el timbre de la puerta puede sonar tres veces sin que nadie esté del otro lado. Y, se preguntarán, ¿qué hay de la cantante calva?... Pues, ella siempre está peinada con el mismo estilo.
Lo que vi en escena
¡Teatro del Absurdo bien logrado! Se ve que al director David Nessim le gusta trabajar con una clase de teatro que no se ve muy seguido, primero con Nada (un libro que él mismo adaptó) y ahora con este texto de Ionesco que requiere una precisión de ritmo y estilo para lograr el efecto que busca. A pesar de que hablan español, los actores suenan como ingleses, específicamente ingleses de una clase social alta. A través de una escenografía que parece una típica sala de una casa inglesa hasta que uno nota que hay tres marcos en el fondo del escenario y una iluminación que favorece colores oscuros, esta puesta crea la atmósfera necesaria para inundar al público en esta historia en la que todo parece familiar, pero retirado de la realidad.
¡Un estupendo trabajo!
