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La sonrisa y el Básquetbol

Centro Deportivo Israelita, A.C.

¿Se han puesto a pensar lo que implica sonreír? ¿Quién no enseñó a sonreír? ¿Es intuitivo sonreír o se aprende a sonreír? Sé que muchos que acaban de leer este primer párrafo y que aún siguen conmigo deben preguntarse, ¿esto que tiene que ver con los Juegos Macabeos Panamericanos México 2019?
Permítanme presentarme, para los que no me conocen, mi nombre es Dan Fridman Stalnicovitz y soy parte del Equipo de Básquetbol en la rimbombante categoría Máster +35 (entiéndase mayores de 35 años), que representará a México y a nuestro querido Centro Deportivo Israelita en el evento del año y de las últimas dos décadas para nuestro querido Dépor y, quizás, para la Comunidad Judía de México.
Esta duda me aquejó por primera vez en mis siete lustros de vida el pasado domingo 5 de mayo, eran las siete de la mañana y sonó mi despertador, lo normal para muchos sería preguntarse: “¿quién se levanta el domingo a las siete de la mañana?”
Me levanté, entré al baño, tomé un jersey blanco con el #33 de los Detroit Pistons que data de finales de la década de los noventa, para los conocedores del deporte ráfaga era el que usaba Grant Hill, quien era el rostro mercadológico en aquella época del refresco Sprite, mismo que muchos de ustedes podrían relacionar con el baloncesto de la NBA.
Tras ponérmelo, como lo hice en infinidad de ocasiones previas como parte de los entrenamientos de preparación previos a representar a México que serían entonces anfitrión de los Juegos Macabeos Panamericanos de 1999, vinieron recuerdos a mi mente que me provocaron la primera sonrisa de oreja a oreja del día.
Después de este ritual, preparé mi maleta, acabé de vestirme y tomé mi coche, recordé en el trayecto como hace veinte años en la madrugada del día que conmemoramos el inicio de la creación del mundo, según la tradición judía (el domingo, Yom Rishon) eran mis padres lo que me llevaban a mis juegos cuando tenía 15 años de edad.
En el presente, tengo 35 años de edad, ya no vivo con ellos, mi padre ya falleció y mi madre estaba de vacaciones, así que me tocaba ir solo a mi juego que iniciaría a las nueve de la mañana en el Gimnasio Moisés Derzavich (que justamente se inauguró en aquel 1999 para el evento antes mencionado y que cumple veinte años), sin embargo, pensar en esos momentos generó la segunda sonrisa de día.
Entré al estacionamiento a las 8:25 horas, dejé mi maleta en el casillero, me puse los tenis de básquetbol y tomé un par de botellas de Gatorade, subí al gimnasio y ya a algunos de mis compañeros estaban calentando, llegamos todos y empezamos a estirar juntos, la vida me regaló una sonrisa aún más grande.
Salomón Amkie, Alfred Chaoul, Raúl Kuri, Carlos Levy, Simón Tarrab, Ricardo Gitlin, Salomón Beracha, Isaac Rodríguez, Jack Misrie y especialmente Ariel Fainsod (quien no podrá participar por una triste lesión en los meniscos de la rodilla), me han enseñado algo que no hubiera podido aprender de otra manera…
Si bien las gesticulaciones que nos permiten sonreír los aprendimos imitando a los demás cuando éramos bebés, la decisión de sonreír la tomamos nosotros todos los días de la vida, no importa si es domingo en la madrugada, jugar con ustedes básquetbol y estar comprometidos todos por una causa común hacen que yo decida sonreír con ustedes.
Por cierto, si se lo preguntaban, ganamos el juego 41-35 y volví a sonreír, luego fui a nadar con mi bebé, Sergio, de 5 meses, la persona que más amo en el mundo, y de nuevo sonreí, pero la sonrisa más linda del día fue la suya de regreso, quiero pensar que le estoy enseñando algo sobre la sonrisa.