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Pésaj, conmemoración con más de un sentido

Centro Deportivo Israelita, A.C.

La palabra Hagadá en el hebreo antiguo se escribía indistintamente con la letra h (hei) y con la letra a (alef), aunque hoy solemos diferenciarla: con hei, Hagadá, significa: relato, exposición, narración, divulgación; con alef, Agadá, en sus diferentes variables, significa atadura, unión, conexión, amalgama, fusión, amarre y ligazón. Por consiguiente, al recitar la Hagadá, damos a nuestros hijos el sentido de unión: enlace, vínculo, lazo, reunión, incumbencia, combinación, conjunción, nexo, ensamble y articulación con los judíos en todo el mundo, hoy y a través del tiempo. Los unimos a un pasado y a un futuro, a una historia y a un destino, y los convertimos en personajes de su propio drama y no únicamente con los antepasados. Como todo estudio profundo de la Torá, estudiar la Hagadá no puede ser simplemente un entretenimiento académico. En la Hagadá la interacción es fundamental. Leemos “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor (como si hablara solo a un individuo) en presencia de sus opresores; pues ya conozco tus sufrimientos", (Shemot 3:7). Un comentarista preguntó: “¿Por qué comienza a hablar en plural y termina en singular?” Y responde: “Porque, aunque todos los hijos de Yaakov fueron oprimidos, cada uno sintió el dolor de una otra persona. Todos sufrían y todos sentían el dolor del prójimo”. Ello convierte a Pésaj es una festividad de Tzedaká, beneficencia, justicia, equidad, derecho, ecuanimidad, hidalguía; y de Jesed, favor, merced, altruismo, beneficencia, bondad, afabilidad, y amabilidad. Jesed y Tzedeká se unen y crean un sentido de responsabilidad por el otro, para prestar ayuda. A lo largo de la historia, los enemigos no consiguieron dividirnos, aunque internamente manteníamos grandes desacuerdos. Identificábamos al otro, al más cercano y al más alejado de las mitzvot, existencialmente, y con ello afirmábamos que era irremplazable. Condenábamos la humillación, porque equivale a destruir una comunidad existencial y conducir al individuo a la soledad. En ello aprendimos que no es suficiente que la persona caritativa brinde ayuda a los necesitados. Debe hacer más que eso: debe tratar de restaurar el sentido de dignidad y valor. Es la razón por la que desarrollamos una sensibilidad especial con respecto a los huérfanos y las viudas, ya que estas personas son extremadamente sensibles y pierden su confianza en sí mismas ante la menor provocación. Apenas en el inicio de la Hagadá proclamamos: col dijfim ietei viejol… Todo el que tenga hambre que venga y coma, col ditzrij… Todo el que lo necesite que venga y haga el Pésaj. Y podemos preguntarnos ¿cuál es la diferencia entre dijfim y ditzrij? Dijfin son los pobres – carenciados que no tienen ni para comer -, ditzrij son aquellos que, si bien tienen alimentos, pero están solos y no pueden compartir la reunión con otro. En tiempos normales invitamos a los hambrientos y a los solitarios, a celebrar con nosotros. Este año, todos estamos en la categoría de ditzrij – de necesitados de compañía. Siguiendo este enfoque podemos entender la diferencia entre las categorías, y hacer un pedido doble: convertir Ha Lajma Ania, el pan de la aflicción, en una renovación de nuestra promesa de solidaridad, y extender la invitación de un hombre libre a otro: este año estamos aquí, el próximo año en la tierra de Israel. Este año somos esclavos - también del coronavirus -, el próximo año seremos libres para que nadie deba leer el Séder solo. Pese a todo, no debemos olvidar loar a quien nos quitó de la esclavitud y agradecerle y reconocer a todos quienes nos están ayudando a atenuar los resultados de la pandemia para que vivamos. Con los mejores deseos de Jag Hapesaj Kasher Vesameaj, y con mucha salud para todos.

Fuente: aurora-israel.co.i