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A 50 años de la Creación del Festival Aviv... “Celebrando a partir de una visión personal”

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Hace casi 50 años se estrenó en Broadway un espectáculo que cambió el destino de los Musicales en el mundo entero, con una obra de un talentoso creador de nombre Michael Bennet; me refiero a “Chorus Line”. Quizás tuviste el privilegio de verla. Desfortunadamente este joven director y coreógrafo falleció de SIDA a sus 44 años de edad en 1987, pero entre tantas cosas, nos dejó otro gran musical: “Dream-Girls”, estrenado en 1981, haciendo también historia al plantear ciertos detalles de los conflictos de la comunidad negra en los Estados Unidos.

En “Chorus Line” se cuenta la historia particular de todos los que en algún momento soñamos con estar en el escenrario y bailar. Ese fue mi sueño y consagración desde muy joven, aunado a la espléndida oportunidad de compartirlo con muchos compañeros, “Baruj-a-shem” (sheli), dentro y fuera de la comunidad.

A los 16 años me estrené en Anajnu Veatem y al mismo tiempo, como bailarín y coreógrafo del Aviv. Ese fue un periodo explosivo y fundamental de mi adolescencia. Entonces, corría el año de 1978, iniciando mi actividad ahí, la cual siguió por más de 25 años, aportando novedosos procesos al movimiento de la danza judía en México. Gracias a esto pude explorar un sin fin de posibilidades de la interdisciplina teatral, y la expansión de un lenguaje escénico, ad-hoc al temperamento urbano contemporáneo al que pertenecemos, permitiéndome trascender las formas tradicionales y meramente folklóricas. Este primer incentivo, junto a la colección de muchas otras experiencias, me llevó a terminar un doctorado y otras tantas especialidades para seguir dedicándome a la docencia y la investigación.

El Aviv fue un escenario que me permitió expandir fronteras, propiciar nuevos lenguajes y crear una nueva generación de bailarines, así como un público con otra perspectiva, con otra visión para experimentar el fenómeno escénico intramuros a partir de una estética transfigurada. A la vez, a nivel personal, me permitió descubrir y encontrarme con mis propios ángeles y demonios, mis errores y aciertos, más allá de cualquier banal deseo de ganar el primer lugar o de recibir premios y reconocimientos especiales, más bien pensando y trabajando para resolver de qué manera introducir mis obras con una breve descripción escrita al público, y otros tantos detalles que se fueron uniendo al Festival para el mejoramiento y sofisitcación de su organización.

Más allá de sortear las confrontaciones entre narcisismos y procustos, me concentré en poner a prueba mis habilidades y posibilidades creativas, sin dejar de ejercer la libertad y el compromiso, llevándome inevitablemente a adaptarme a las limitaciones y restricciones que el entorno fue imponiendo cada ves más, al grado de una sensación de asfixia, que inevitablemente me llevó a considerar el momento propicio y pertinente para el correcto retiro.

Dejar el espacio sagrado del escenario para quien se ha entregado a él en cuerpo y Alma toda una vida, es una experiencia muy poderosa y profundamente dolorosa, sólo equiparable a perder al ser más amado.

Sin lugar a dudas este conocido “Festival de Primavera” es un fenómeno antropológico, sociológico y psicológico, digno de un buen estudio del particular étnocentrismo selectivo de la comunidad judía en la CDMX, y su influencia en comunidades similares, especialmente en la provincia mexicana, el resto de Latinoamérica y el sur de la Unión Norteamericana.

La combinada historia de la migración de judíos a México, da sin lugar a dudas una personalidad y define el carácter de este Festival, que en sus inicios fue una estupenda ocurrencia del querido Maestro Carlos Halpert, al cual, como seguramente muchos más, le debo uno de los impulsos más importantes de mi adolescencia. Su ejemplo propició un valioso impacto en mi vida personal y mi carrera posterior, logrando un afortunado trampolín que me llevó a saltar y trascender los altos muros de la constreñida sociedad judeo-mexicana, tal y como seguramente le ha pasado a otros talentosos compañeros.

Aprovecho este espacio que se me ofrece, y si es que la lectura de esta aportación te está llamando la atención, te invito a que sigas leyendo mis palabras. Por un lado, para promover el perdón, (que de algo sirva el Yom Kipur), para después exaltar y compartir contigo mi enorme y eterno agradecimiento, por las oportunidades que se me brindaron y por otro, también para compartir un cúmulo de sentimientos, tal y como dice mi canción favorita de “A Chorus Line”: “What I did for Love”.

Lo que hice por Amor, más que por cualquier interés político o de cualquier otra índole, me inspira para aprovechar este canal y compartir un mensaje. Un amoroso mensaje con el ánimo de impulsar a todos aquellos, quienes movidos por la poderosa energía de la creatividad y la imaginación, se atrevan a ejercer la libertad y trasciendan todos los límites…

 …Pues el Arte, a diferencia del entretenimiento y los discursos o panfletos sociales de lo “políticamente correcto”, es un mecanismo poderoso de expresión, de confrontación y evolución, que por más positivo que intentes ser, habrá de confrontarte invariablemente, con las múltiples barreras impuestas por el establishment y el resto del “estatus-quo”, yo a todo esto le llamo “El Destino”.

Es el Destino que tu mismo construyes, el que terminará por mostrarte el sendero hasta alcanzar el lugar que le corresponde a tu “Ser Creador”, para encontrarte a tí mismo a través de tu propia obra, en el tiempo justo que te corresponde, sin importar si es más tarde que temprano.

 A todos y cada uno de aquellos que alguna vez soñaron con danzar, con ser coreógrafos, vestuaristas, maquillistas, investigadores, promotores, administradores o directivos de las artes escénicas, etcétera, deseosos de compartir con los demás la maravillosa experiencia de sentirse vivos y celebrarlo en los escenarios, sin importar que tan inexperto en un principio te sientas… no pierdas de vista tus ideales, ¡atrévete a hacerlo bajo la estrella luminosa de una eterna juventud! Aunque para lograrlo se requiere, además de mucho apoyo y buenos amigos, sobre todo, una enorme voluntad, energía y empoderamiento.

No permitas que tu mente se añeje a la sombra de costumbres y tradiciones castrantes… ¡Ejerce tu libertad! y atrévete a “Ser” y hacer con originalidad, sin pedir permiso; prepárate siempre con una buena intención y un buen discurso, con un buen entrenamiento y una dramaturgia que sustente algo valioso, con lo cual puedas irte reconociendo más profundamente a cada día, explorando tu interior y desde ahí, expandirte hacia el exterior, compartiéndolo con todos aquellos que te lo permitan y tu quieras. Habrás de sorprenderte del alcance y sus resultados. Pero siempre ten cuidado de acostumbrarte a repetir esquemas empobrecedores que otros te imponen.

Ser artista es una bendición, y el que verdaderamente lo es, sabe que para trascender idiosincrasias no necesita de nadie que refuerce sus convicciones. El que es artista propicia movimientos telúricos. El verdadero talento no requiere sermones, máscaras o vestuarios sofisticados multicolores para expresarse, es desde la “desnudez del Alma”, que se va cultivando la madurez para encontrarnos paulatinamente con nosotros mismos y el Multiverso; es desde ahí, desde el Alma, donde se ejerce la más poderosa expresión de la divinidad en nuestro “Ser creativo”, y seguramente ésta, es la mejor manera de expresarse y de tocar la sensibilidad de los demás, para celebrar con maestría y sabiduría la vida… ¡“Lejaim”!

 

 “What I did for Love” … ¡Amén!

 

Para todos aquellos que de alguna u otra manera compartieron la locura, o más bien la magia de mi trabajo… nuevamente, gratitud y amor.

Para el Festival Aviv por sus 50 años, felicidades por insistir y persistir.

// Bernardo Rubinstein W.