Mi Cuenta CDI

Gimnasia Artística

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Alejandra Nurko

Les compartimos este escrito de Ale Nurko que seguro les sacará una lágrima...  

Tres minutos y cuarenta y cinco segundos.

Ese era el tiempo que me quedaba como gimnasta. Tan solo unos minutos tan cortos a la perspectiva de todos, pero unos muy largos a mi parecer.
Mientras los partidos de Fútbol duran noventa minutos, los de Básquet una hora y los de Tenis pueden durar hasta dos horas, mi "juego" no dura ni cuatro minutos.

Cuando entré al gimnasio de competencia el 28 de diciembre estaba a reventar de nervios. Tenía ganas de llorar y pensaba lo peor que podría pasar durante la competencia, pero no podía dejarme caer ante mi equipo y mis amigas; si yo caía en la presión y el miedo entonces todas iban a caer. Así que respiré hondo, me dije a mí misma: "sí puedes" y di el primer paso para la que sería la mejor competencia de mi vida.

No puedo explicar el sentimiento que me invadió al acabar la rutina en cada uno de los aparatos. Me sentía muy feliz y satisfecha con mi trabajo, pero estaba más que emocionada porque había pasado a la final en todos los aparatos. Cuatro finales... ¡Wow! Una medalla de Plata por equipos y una de Bronce All Around.

Nunca me había sentido así en mi vida. Me di cuenta que todavía tenía los tres minutos y cuarenta y cinco segundos con los que entré al gimnasio esa mañana, y que ahora sí eran los últimos. Al día siguiente podría pasar a la historia. La emoción dentro de mí no podía más.

Antes de dormirme esa noche pensé: "Ya tengo dos medallas, vamos por cuatro más".

Al otro día, todo fue increíble. Tras minutos cardíacos, rutinas perfectas, cero caídas hasta ese momento y dos medallas de Plata y una de Bronce asegurada, lo único que me quedaba era Piso. Un minuto y medio. Lo último y todo se acababa. Un minuto y medio y todo se acabó. Pasó tan rápido. El mejor minuto de mi vida; nunca había disfrutado un momento tanto como ese. Los de Futsal en la tribuna, las de Voleibol, los de Tenis, algunos del Básquetbol y también del Fútbol, el Comité Macabiada, los papás y familias de las niñas de mi equipo, todos gritando "México, México", todos gritándome a mí, echándome porras a mí. Un sentimiento increíble. Nada se compara con ese último momento. Ese último saludo a las jueces y todo se terminó.

Acabé esa rutina y me invadió una sensación de felicidad, tristeza, emoción, todo a la vez.

Nunca me voy a olvidar de ese momento... ¡Wow!

Al salir de la competencia y del gimnasio todo pareció un sueño. La premiación fue increíble. Escuchar: en tercer lugar o en segundo lugar de México: Alejandra Nurko, y pararme en el podio con cinco medallas colgadas en el cuello fue lo mejor que me ha pasado. Pero subir a ese podio con todas mis amigas a recibir nuestra Plata, la sexta medalla, fue indescriptible. Algo, más allá de una medalla, nos unía: todas habíamos ganado ese día, juntas. ¡Increíble! Como dice mi papá, no cabía en mi propio cuerpo.

Jamás en mi vida me había sentido así. Tuve una sonrisa en la cara durante dos días completos y no quería soltar mis medallas por nada del mundo.
Fue el mejor día de mi vida; desde chiquita soñé con ese momento de levantar los brazos y saludar en el podio en la Macabiada, con medallas colgadas en el cuello.

Quiero agradecerle a Roberto Díaz Salazar, mi entrenador, por estar ahí durante estos últimos cuatro años y acompañarme; por apoyarme y hacerme la gimnasta que acabé siendo.

A mis amigas, Vicky Michan, Batia Saadia, Martina Hardy y Mónica Saba, por pasar a ser una parte importantísima de mí. Por darme la oportunidad de acercarme a ellas. Sé que al principio fue difícil, pero estoy muy feliz de haber podido conocerlas. ¡Las amo!

A mis papás, Isi Nurko y Sandra Benbassat, por siempre apoyarme en todo durante estos trece años. Por ir a todas mis competencias, estar ahí cuando me lesionaba, en las fisioterapias, por siempre llevarme al Dépor, por darme la oportunidad de ir a dos Macabiadas y por dar todo por la gimnasia y por mí. ¡Los quiero mucho!

Hoy me despido de la Gimnasia, del deporte que amo y de lo que más me apasiona en esta vida, después de practicarlo trece años, con seis medallas y con la mejor experiencia de mi vida; me despido con un sueño cumplido.

Ese día gané. Y al parecer los sueños sí se hacen realidad.

"No llores porque se acabó, sonríe porque pasó".

XIII Juegos Macabeos Panamericanos