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La Shoá no sólo fue parte de la Segunda Guerra Mundial

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Mardoqueo Staropolsky

La Shoá aún tiene aspectos que no han sido suficientemente estudiados. Podríamos empezar por establecer que la Shoá no tiene sus inicios en 1939 o con la invasión alemana a la Unión Soviética en 1941. Para hacer un estudio a conciencia se debería establecer que antes de 1933, o sea, la fecha que toma el poder de Alemania, Adolf Hitler, en forma democrática con el voto popular, se considere como el período de desarrollo o de germinación del nacionalsocialismo germánico.

El análisis de todas las actividades, legales y no legales, que hicieron los grupos políticos de las SA y SS, el período en la cárcel de Hitler y la escritura de Main Kampf constituyen las bases sobre las que se verán sustentadas en los años siguientes las diferentes actitudes de los nazis.

Con el ascenso al poder de A. Hitler, como canciller de Alemania, cambia todo el panorama y de los discursos populacheros van a la práctica del vandalismo, de la agresión personal a judíos y a sus bienes. Desde un punto de vista pragmático, ese debe ser el primer paso para el inicio del estudio de la época más salvaje, deshumanizada y, aún hasta hoy en día, inexplicable en un pueblo que se caracterizaba por su cultura, por sus grandes pensadores, científicos, músicos y poetas.

En 1933 no se inició el antisemitismo, pero sí se cancelaron en Alemania las posibilidades de trabajo a médicos y abogados judíos, a músicos que participaban en las orquestas, a profesores y científicos que eran integrantes de las grandes universidades alemanas. También a los comerciantes se les comenzó a amenazar con el cierre de sus negocios y se azuzaba al pueblo a no comprar en negocios de judíos, marcándolos con una Estrella de David para su reconocimiento.

En esa época se inició, para los precavidos, el éxodo en busca de lugares seguros en donde continuar su vida profesional, familiar y política, sin los riesgos de las persecuciones antisemitas. Desde 1931, surge en el continente europeo un punto de esperanza, de apertura política y social, de laicismo y muchas familias de judíos alemanes comenzaron a dirigirse a España, en donde la república creó un espíritu de reconstrucción de la dignidad humana. Para 1933 ya se había separado la Iglesia del Estado, se había llevado a cabo la parte legal de la reforma agraria, libertad absoluta de reunión y de pertenencia a los diferentes partidos políticos, registro civil controlado por el Estado y la educación pública laica.

Hasta 1936 España fue un receptáculo de judíos, así como lo fue Palestina. Aún algunos pudieron escapar a América Latina, en donde ya comenzaban las restricciones para acoger a exiliados y sobre todo a judíos. En 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, en donde una de las partes, la que se rebela contra la república, cuenta con el apoyo de la Iglesia, de los conservadores y de los monárquicos, pero también materialmente y, posteriormente, ideológicamente, de los nazis alemanes y de los fascistas italianos.

Es la época en que miles de jóvenes judíos de la misma Alemania, de Hungría, Rumania, Austria, Checoslovaquia, Polonia, Lituania y Rusia se unen a las Brigadas Internacionales para luchar por la República Española. Mientras que con el uso de la fuerza, de la propaganda de los nazis, junto con las fuerzas franquistas en España y sus asociados en América Latina, se promueve la persecución de judíos con lemas tan simples como la igualación del judaísmo, con el comunismo y con la masonería, que para las masas ignorantes no requerían ninguna justificación, ni explicación, sabiéndose que eran ideas avaladas por la Iglesia y por las fuerzas más retrógradas de la época.

En 1938 la invasión y anexión de los Sudetes, parte importante de Checoslovaquia y la anexión de Austria, con el anschluss, nuevamente grandes masas de judíos quedan expuestas a la sistemática persecución de los nazis. No podemos dejar de recordar que Chamberlain, político avezado de la Gran Bretaña, aseguró que tolerando esos pasos se lograba la “paz mundial”. Nuevamente los judíos fueron perseguidos y pocos consiguieron salir de esos países para su salvamento.

La derrota de los republicanos en España (abril de 1939) hasta la invasión de Alemania a Polonia (septiembre de 1939), después de los vergonzosos tratados Von Ribentrop-Molotov, en que se repartieron a ese país entre los alemanes y los soviéticos, fue de persecución y deportación de los judíos de Francia y, en general, de toda Europa. A pesar de los tratados de Evián, los judíos no eran aceptados en ningún país del mundo, lo que originó la concentración de judíos en campos que fueron desarrollados tecnológicamente para llevar a cabo el exterminio masivo.

La destrucción masiva de los judíos de la Europa oriental y central no tiene aún una justificación medianamente creíble, más que el sobajamiento de las calidades humanas de los antisemitas. De 1933, con el surgimiento de Hitler a 1941, hasta la invasión hacia el occidente y hacia la Unión Soviética, el mundo calló. De 1941 al final de la Segunda Guerra el mundo toleró y grandes grupos políticos, como la Iglesia, Estados Unidos y muchos países de América Latina observaron lo que ocurría y no se hizo nada.

La Shoá comenzó con el surgimiento del nazismo en Alemania, quisiéramos pensar que terminó con la destrucción del mismo. 

Suplemento especial de la Shoá