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¿Qué representa hoy la Shoá para nosotros, para la segunda, tercera y siguientes generaciones?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Frida Staropolsky-Shwartz

Cada historia es única. Cada historia tendría que tener un rostro, de los que no conocimos, de los que no supimos nunca nada, sólo formaban parte del montón de cuerpos sin rostro, inmóviles, cadáveres en huesos. ¿Cuáles habrían sido sus esperanzas y cómo soñaban el futuro?

Esta reflexión es sobre la condición judía después de la Shoá y cómo ésta se ha expresado en el entorno mexicano. Cómo se ha percibido a lo largo de nuestras trayectorias y cómo hemos construido, a través de diferentes entornos, en nuestras representaciones, lo que ha implicado este evento en nuestra vida y en nuestra generación.

Provengo de una familia de padres emigrantes, soy parte de la primera generación nacida en tierras latinoamericanas. Señalo esto porque comparto con muchas personas, generacionalmente hablando, los silencios de nuestros padres. Muchas veces he pensado si su silencio era negación o también no querer expresar aquello que era inconcebible.  Tantas pérdidas, tantas muertes que extinguieron a familias enteras y, cómo integrarlo a la historia familiar y personal posterior.

La manera cómo fuimos construyendo la historia personal sin esa historia familiar previa y que hoy, cuando intentamos recuperar la memoria y la historia, sólo nos quedan unas cuantas fotografías en color sepia de esa familia perdida de las que no tenemos nombres, no tenemos historias y mucho menos tenemos idea de cómo eran sus vidas cotidianas. 

Cómo identificarnos con el dolor del grupo humano, del pueblo judío. Cómo insertar en nuestra historia esa historia de la Shoá, en aquella que nos fue contada en la niñez sobre la de nuestros ancestros en las narraciones bíblicas, las tradiciones y costumbres traídas de Europa de cada momento del ciclo de vida judía que celebrábamos y nos iban indicando el camino de nuestra identidad. 

En la adolescencia nos conectamos con el tema a través del Diario de Ana Frank y otras obras, algunos de nosotros que no tuvimos escuela judía, lo hicimos a través de la tnuá y, algunos otros  tuvieron la suerte de estudiar en un colegio judío y revisarlo. 

El tomar conciencia sobre lo sucedido y su significado, en mi generación, fue a través de las conmemoraciones comunitarias. Más adelante leímos literatura testimonial y novelada, vimos películas, observamos detenidamente fotografías. El tema de la Shoá pasó entonces, a ser de estudio, de comprender las razones más que las consecuencias.

Pasó….sí pasó como algo que nos penetraba y sin embargo nos parecía ajeno a nosotros. El papel mencionado de las ceremonias, sobrio, lleno de discursos alusivos hasta el cansancio, las banderas de Israel ondeando, la experiencia de la Marcha de la Vida y nuevamente el encuentro con Israel, los cursos sobre la Shoá, las lecturas obligadas, los testimonios levantados nos plantearon y replantearon por qué nunca nuestros padres no hablaron al respecto. 

¿Por qué nunca les pregunté lo que sintieron todo ese tiempo hasta conocer el fin de su familia? Por qué nunca les pregunté sobre la vida cotidiana y hoy, cuando pretendo recuperar esa historia, no tengo ningún referente más que hermosas fotografías.

Vivimos en el presente bajo la amenaza del antisemitismo, algunas veces encubierto e implícito y otras, explícito e incontrolable en las redes sociales. Intentamos a veces darle una lectura con el pasado, otras le damos vuelta a la hoja e intentamos elucubrar sobre lo que pasará en el futuro: como judíos, como comunidad, como pueblo en la diáspora y en nuestra relación con el Estado de Israel. El temor a la violencia y a salir huyendo está siempre presente: ¿seguiremos errando en el desierto? Metafóricamente hablando, el de la ignorancia de nuestra historia, de nuestros principios, de ubicarnos en la perspectiva del acontecer del judaísmo contemporáneo y sus diversas posturas, de profundizar sobre la condición judía con base en los principales pensadores de todas las épocas y reflexionar cómo ha incidido la Shoá en nuestra vida judía y como seres humanos y de qué manera se lo estamos transmitiendo a las siguientes generaciones.

Pensar que hoy la Shoá es uno de los componentes básicos de nuestra identidad judía.  Querámoslo o no, forma parte de ese complejo proceso, a la vez individual y colectivo de la identidad, en el que se conjugan biografías personales con circunstancias históricas grupales. A través de sus variados territorios confluyen las percepciones y representaciones sociales1  con las cuales se articulan las narrativas y los discursos en forma de conocimientos y saberes en torno a la Shoá por lo que nos interesa contribuir a reflexionar sobre el qué y el cómo2 han sido expresadas por el grupo judío mexicano. 

En México, esas representaciones las podemos ver plasmadas en los museos dedicados al tema, en la literatura académica, novelada y en libros testimoniales de los sobrevivientes, así como en entrevistas compiladas como historia oral, en obras de teatro así como en la pintura y en la escultura, en películas, documentales, prensa escrita y discursos.

Un aspecto nodal es el espacio educativo. ¿Qué pasa en la educación? el espacio donde jóvenes y niños conocen, estudian y analizan lo sucedido durante la Shoá en la educación formal y no formal y, año con año, se ve plasmado en las ceremonias conmemorativas escolares donde participan algunos sobrevivientes y en su mensaje ejemplar de no olvidar y tener la fortaleza de enfrentarse a la vida: sobrevivir y continuar transmitiéndolo generacionalmente.

Hoy, las generaciones jóvenes pretenden que no se les hable más del asunto, que ya les ha sido impartido hasta el hartazgo. No será que habrá que revisar los proyectos, los programas y las actividades con base en nuevas propuestas, en la experiencia adquirida como ex alumnos de colegios judíos de México, de ex javerim de las tnuot, algunos como participantes del programa Marcha de la Vida,  otros como el proyecto Masbirim, así como su propio compromiso humano donde señalan que el estudio de la Shoá implica, no solamente la transmisión de saberes sobre este tema, sino también el valor intrínseco de este hecho, que requiere además del involucramiento de docentes y alumnos, hacia la búsqueda de la dignidad humana y el compromiso ético3.  

Finalmente, cuál es papel y cómo deben confrontarlo hoy los jóvenes. Para mi generación, la segunda, la Shoá  tuvo ecos velados por los silencios de nuestros padres y sin embargo, fuimos construyéndolo a través de la educación formal y no formal. Para las generaciones de nuestros hijos que tuvieron la oportunidad de estudiar en una escuela judía donde pudieron entrar en contacto con los hechos de manera formal, participaron en tnuot, fueron a la Marcha de la Vida  aún sintieron el impacto puesto que estaban cercanos a sus abuelos. Pero la generación de los nietos… cada vez más alejados de la historia familiar, de la comprensión de la experiencia de los inmigrantes y mucho menos de comprender el dolor de la desaparición de una tercera parte del pueblo judío, cómo involucrarlos y hacer significativo el aprendizaje y el mensaje humanitario: la lucha contra la discriminación, los genocidios, los derechos de las víctimas y sobre todo del respeto por el otro en cualquier condición que se encuentre. 

De ahí construir un nuevo rostro de  la identidad judía, no como víctima, ni como sobreviviente, sino como un mejor ser humano y judío, responsable ante su realidad social, en el lugar donde se encuentre, consciente de su pasado y en búsqueda de un futuro  donde prevalezca la justicia y la paz. 

BIBLIOGRAFÍA

1 Corpus organizado de conocimientos y simultáneamente, como una de las actividades subjetivas gracias a las cuales hombres y mujeres hacen inteligible su realidad, se integran en su grupo, generan relaciones cotidianas de intercambio y ponen en juego, junto a su arsenal cognitivo, su imaginación (Moscovici, 1979).

2 El qué es una materia pendiente porque aún está dispersa la información y del cómo sólo me atrevo a hacer un recuento de su diversidad.  

3 Trabajo sobre cómo se enseña el tema de la Shoá, 2010 del grupo Masbirim.

Suplemento especial de la Shoá