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Cómo inventar una gran mentira

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Renée Dayán

Se puede afirmar que el Holocausto y su negación comenzaron a darse en forma simultánea. Hitler y sus principales discípulos exigían que se guardara el más absoluto secreto en torno al problema judío. De hecho, toda una terminología eufemística fue creada para referirse al asesinato masivo de los judíos. De este modo solución final, transportación al este y trato especial, se convirtieron en las expresiones utilizadas por aquellos responsables de llevar a cabo el exterminio del judaísmo europeo.

Son varias las causas que confluyen en el objetivo central de quienes niegan el Holocausto. Entre éstas destacan: fomentar el antisemitismo, rehabilitar la reputación del Tercer Reich y sus líderes y minar la legitimidad del Estado de Israel.

Es indiscutible que la historia siempre es interpretada en forma retrospectiva por las generaciones posteriores en un intento por comprender los procesos, sus causas y sus efectos. En el caso particular del Holocausto los esfuerzos sistemáticos por revisarlo son parte integral de una corriente que pretende incorporar la ideología nazi a la sociedad contemporánea. Quienes niegan la Shoá, utilizan para sus fines los estereotipos antisemitas tradicionales y, a través de distorsiones, verdades a medias y mentiras, recrean un mundo en el que los judíos pasan de ser víctimas a convertirse en los villanos.

A pesar de los testimonios y pruebas innegables, los representantes de esta ideología sostienen que las cifras de la población mundial masacrada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, las fotografías, así como todas las demás evidencias de las atrocidades perpetradas en los campos de exterminio, son en realidad falsificaciones. Algunos han aducido, que la carga moral que han tenido que soportar tanto víctimas como victimarios del Holocausto, así como los pueblos de los que proceden, es inmensa y que esto les ha ocasionado un sinnúmero de problemas en su desarrollo. Afirman que han asumido las consecuencias por un período demasiado largo y que ha llegado ya el momento de sacudirse estos sentimientos negativos y ver hacia el futuro con optimismo. Muchos otros sugieren que en Medio Oriente, en la época actual, un Holocausto igual al nazi es perpetrado por el ejército israelí en contra de los palestinos. Para ellos, la víctima se ha convertido en victimario, con una analogía absurda y cínica, lo único que intentan es apagar el sentimiento de culpabilidad ante la indiferencia generalizada, que permitió que el exterminio de una tercera parte del pueblo judío se consumara. Y así, los judíos también son capaces de hacer a sus enemigos lo que los nazis hicieron con ellos y el ciclo se cierra. Quienes pretenden modificar la historia han utilizado diversos argumentos entre los que destacan:

1. Jamás existió un plan para el asesinato en masa de los judíos. Para explicar la desaparición de millones de judíos, utilizan tablas y columnas de extensos datos en los que pretenden demostrar que los judíos emigraron a diversos países, introduciéndose ilegalmente.

2. El término solución final, que aparece en los documentos nazis, se refiere a un plan destinado a la emigración de los judíos del Tercer Reich y de los países europeos.

3. No se construyeron cámaras de gas para asesinar judíos. Afirman que sí existían cámaras de este tipo, pero sólo para desinfectar a los prisioneros. Los crematorios no fueron utilizados para incinerar a judíos asesinados, sino a quienes morían a consecuencia de las precarias condiciones que imperaban en los campos.

4. Los judíos fueron utilizados principalmente como mano de obra, y para ser aprovechados eficazmente, fueron internados en campos de trabajo junto con otros prisioneros de guerra. Sí se llevaban a cabo ciertas selecciones con el objeto de dirigir a los prisioneros a distintos lugares de trabajo, según sus capacidades. Los judíos sin habilidades específicas eran trasladados a campos especiales, pero no asesinados.

5. Cientos de miles de judíos murieron durante la guerra, pero esto fue debido a las condiciones generales que imperaban, principalmente en los campos de trabajo.

6. Todas las pruebas fotográficas y los datos estadísticos existentes son falsos. El material fílmico es una creación de los estudios de Hollywood y las cifras sobre víctimas exterminadas han sido alteradas.

Los negadores disfrazan sus verdaderas intenciones, bajo una supuesta autoridad académica. El primero de una larga serie de libros y artículos escritos con el propósito de minimizar substancialmente las implicaciones del Holocausto, y exonerar al alto mando alemán de toda responsabilidad por el asesinato masivo de un pueblo, se publicó en Suiza en 1946. Posteriormente, en 1948, Paul Rossier, francés, asesor del Journal of Historical Review, intentó refutar los datos existentes y socavar las pruebas que sustentan la campaña de genocidio nazi, a través de sus extensos escritos. Años después, A. Butz, docente de una universidad en Estados Unidos, pretendió demostrar en forma científica la negación del Holocausto y la falsedad del material.

Muchos otros autores se unieron a la causa. Tal es el caso del inglés David Irving, los canadienses Ernst Zundel y James Keegsrt, los franceses Robert Faurisson y Jean Marie Le Pen, el norteamericano David Duke, el sueco Ahmed Rami, fundador de Radio Islam y el mexicano Salvador Borrego, entre muchos otros.

A la fecha, cientos de obras sobre el tema se publican en diversos idiomas en todo el mundo. Asimismo, existen instituciones que se abocan exclusivamente a la negación del Holocausto, como es el caso del Instituto de Revisionismo Histórico, fundado en 1979 en Estados Unidos, el cual se hace pasar por un centro de estudios históricos para dedicarse a su verdadera función: negar el Holocausto.

En los últimos años, diversos países europeos promulgaron leyes prohibiendo la negación del Holocausto. Como respuesta, los representantes de este movimiento revisionista buscaron refugio en el Medio Oriente, donde encontraron un terreno fértil para difundir sus teorías. En Gaza, Egipto, Arabia Saudita y muchos otros países de la región, es una constante en los medios de comunicación y el sistema educativo.

Irán, por su parte, se ha constituido en el nuevo centro de negación. En su momento, el líder supremo Ali Jameini, declaró que el Holocausto es una exageración. Bajo la presidencia de Mohammad Kathami, el país se convirtió en un santuario para los revisionistas. Sin embargo, ha sido Mahmud Ahmadineyad quien ha hecho de la negación del Holocausto un principio central de su administración, patrocinando inclusive una conferencia sobre el tema en Teherán.

Las actividades destinadas a negar el asesinato planificado y metódico de seis millones de judíos nos obligan a afrontar una amarga realidad: el antisemitismo constituye una enfermedad tan grave que ni siquiera una experiencia de la magnitud del Holocausto puede curar por completo.

Más aún, la literatura antisemita continúa proliferando por todos los confines del mundo. Los ya conocidos clásicos en los que, a través de la tergiversación de datos se pretende no sólo negar los hechos, sino presentar al judío como el artífice de una gran mentira, se publican en todos los países.

Reescribir la historia implica desechar la responsabilidad individual o colectiva en episodios como la Shoá, que significaron la trasgresión de toda norma civilizada.

El Holocausto fue un fenómeno que afectó específicamente al Pueblo Judío, pero que, no obstante, tiene implicaciones universales. En los campos de concentración se inauguró la era de la muerte masiva, burocráticamente administrada y de la indiferencia generalizada y a pesar de que fue un hecho único porque representó una política calculada de exterminio de un pueblo en su totalidad, la locura que desembocaría en el asesinato de masas puede infectar a cualquier nación, como lo registra la historia reciente de tantos pueblos que sufren día a día de la persecución y del peligro de muerte.

La memoria del Holocausto aún está fresca y algunos sobrevivientes están entre nosotros. Si queremos que Nunca jamás, signifique algo debemos trabajar para promover una cultura que rechace todas las formas de odio. Debemos luchar contra el racismo, el odio, la discriminación, el antisemitismo. Debemos actuar en contra de la indiferencia y la mentira. 

BIBLIOGRAFÍA

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