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Prisioneros pero no esclavos

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Paloma Cung Sulkin

Sabemos mucho sobre las muertes de los judíos exterminados. Se ha escrito abundantemente sobre los métodos, tecnología y demás detalles espeluznantes con los que se llevaron a cabo los multitudinarios crímenes durante el Holocausto. Es necesario ahora atender y examinar los recursos y modalidades que emplearon estos judíos en su lucha por sobrevivir y por preservar la dignidad humana. “Una sabia expresión de Rabi Itzjak Nissenbaum comenzó a circular en el gueto: Esta es la hora del Kidush Ha-Jaim (santificación de la vida) y no del Kidush Hashem mediante la muerte. En el pasado, nuestros enemigos querían nuestras almas y un judío sacrificaba su cuerpo en la santificación del nombre de D-os. Ahora lo que quiere el enemigo es el cuerpo del judío. Esto hace imperativo para nosotros, los judíos, defenderlo y protegerlo… En el pasado, los judíos santificaban el nombre de D-os; en nuestros tiempos, los judíos deben santificar la vida…”

A pesar de tener que vencer innumerables obstáculos, en los campos y guetos nazis, hubo muchos actos de resistencia armada y desarmada a todo lo ancho de la Europa ocupada por Alemania que fueron llevados a cabo por civiles, partisanos, y miembros de movimientos políticos y juveniles organizados desde antes de la guerra. Los judíos se encontraban aislados y marginados del resto de las poblaciones ocupadas con el fin de destruirles la moral, carecían de apoyos en el exterior para conseguir armas; incluso si tenían la oportunidad de huir no era fácil encontrar un lugar para esconderse y la población no judía generalmente era hostil. Los alemanes diseminaban propaganda respecto al peligro que el contacto con los judíos representaba al declararlos portadores de enfermedades y propagadores de epidemias. La táctica alemana de Responsabilidad Colectiva paralizaba cualquier iniciativa e incidía directamente en las decisiones concernientes a la acción armada. En el gueto de Bialystock los alemanes ejecutaron 120 judíos en la calle después de que Abraham Melamed le disparó a un policía alemán.  Amenazaron con destruir el gueto si Melamed no se entregaba y tres días después lo hizo para evitar las represalias. Uno de los casos de represalias más conocidos es el del pueblo de Lídice. En 1942 los luchadores de la resistencia checa, asesinaron a Reinhardt Heydrich y los nazis liquidaron completamente el pueblo de Lídice con sus ciudadanos.

Los engaños y la velocidad con las que los alemanes y sus colaboradores realizaban las deportaciones impedían la organización y la resistencia y a esto se sumaban los millones de víctimas procedentes de diversas regiones y países, con costumbres e idiomas diferentes, entre los cuales no podían ni comunicarse.  Al ser deportados a los Centros de Exterminio para ser gaseados, no sabían hacia dónde eran enviados, creyendo que se dirigían a campos de trabajo. Los métodos de terror usados por los alemanes y su superioridad numérica y militar, inhibían cualquier intento de sublevación. Si alguien había oído el rumor de los campos de la muerte no lo creía. No había precedente alguno en la historia de una acción tan aberrante como la aniquilación sistemática de un pueblo, planeada como política oficial de un gobierno que además, contaba con la colaboración de los gobiernos invadidos para entregar sin problema a una parte de sus ciudadanos para su explotación y exterminio. Por eso es sorprendente ver la resistencia que opusieron grupos e individuos, y la extensión con que lo hicieron. La rebelión armada de los judíos en los guetos de Europa Oriental y Central no fue solamente el Levantamiento del gueto de Varsovia, los enfrentamientos y sublevaciones se llevaron a cabo en cinco de los guetos mayores, 45 guetos pequeños, cinco de los mayores Campos de Concentración y Exterminio, y 18 Campos de Trabajo Forzado. Sin embargo, la resistencia en su sentido más amplio incluye no sólo a la armada sino también a la resistencia espiritual, y que el poema de Jaim Guri ilustra perfectamente:

Resistió el que contrabandeó un pan.

Resistió el que enseñó en secreto.

Resistió el que escribió y publicó y advirtió y rompió ilusiones.

Resistió el que contrabandeó un rollo de la Torá.

Resistió el que ayudó a los fugitivos en su ruta.

Resistió el que escribió lo que ocurría y lo ocultó […]

Resistió el que desarmado se levantó contra sus asesinos […]

Resistió el que sobrevivió.

Resistió el que se rebeló en los guetos, entre paredes que caían, en la rebelión más desesperada de todas.

La vida cultural actuó como un medio para la supervivencia del espíritu y de preservación de la dignidad humana -que los nazis trataron de doblegar-, ésta constituye entonces una forma importante de resistencia, una resistencia espiritual extendiendo su significado más allá de la rebelión armada.

La resistencia armada surgió como producto de otras formas de resistencia previas que se centraban en la sobrevivencia, no solamente física sino como respuesta al desafío ante la persecución, la humillación y la deshumanización. Vladka Meed sobreviviente del gueto de Varsovia, escribe: “La resistencia armada judía, cuando se dio, no fue un acto de coraje personal o de parte de varios individuos. Era la culminación del desafío judío que ya existía desde el inicio del ghetto.” Miembros de Movimientos Juveniles y de Partidos Políticos, organizados como tales desde antes de la guerra, formaron las organizaciones clandestinas cuando se inició la reclusión en los guetos para dar apoyo moral, instituir la ayuda mutua, y mantener en cierta forma la organización comunitaria y organizaban cocinas populares para aminorar el sufrimiento de los habitantes del gueto. Los grupos que integraban estos activistas clandestinos eran: sionistas obreros, sionistas socialistas, y los Movimientos Juveniles, como Dror, Hashomer Hatzair, y Hejalutz. Estos grupos eran sionistas y apoyaban la creación del Estado de Israel en el Mandato Británico de Palestina. El Bund y la Sección Judía de los Comunistas, que antes de la guerra controlaban los sindicatos obreros, también estaban activos. Los ideales de solidaridad y esperanza por un mejor futuro que caracterizaban a estos grupos, siguió inspirando sus actos en los guetos y en los campos.

La Resistencia Espiritual adoptó varias formas de expresión. Las escuelas y Yeshivot, estaban prohibidas en los guetos; sin embargo, las clases seguían impartiéndose clandestinamente en sótanos, en apartamentos privados y otros escondites. A pesar de las condiciones infrahumanas en las que vivían, existieron bibliotecas, actividad teatral, conciertos, conferencias, exposiciones, etcétera. Algunos testimonios escritos por los habitantes de diversos guetos ilustran estas situaciones. Este testimonio del gueto de Vilna reconfirma la importancia de la actividad cultural: “Hoy el gueto celebra la circulación del libro número 100,000 en la biblioteca del gueto. El festival se llevó a cabo en el auditórium del teatro. Hubo varios discursos y también un programa artístico. Los oradores analizaron al lector del gueto. La lectura de libros es para mí el mayor placer. El libro nos une con el futuro, el libro nos une con el mundo. La circulación del libro 100,000 es un gran logro para el gueto, y el gueto tiene todo el derecho de sentirse orgulloso por ello”.

Del discurso de Jacobo Gens, jefe del Judenrat en Vilna, puede concluirse que esta necesidad espiritual y cultural, les daba un respiro a los prisioneros y les ayudaba a mantener la vida y la dignidad humana: “[…] hemos querido dar a la gente la oportunidad de liberarse del gueto por algunas horas, y lo hemos logrado. Estamos atravesando días difíciles y oscuros. Nuestros cuerpos están en el gueto, pero nuestro espíritu no ha sido esclavizado […]. Debemos ser fuertes en cuerpo y alma…” Un elemento importante para conocer la vida y la muerte en los guetos son los testimonios y documentos, diarios, poemas, archivos, pinturas, partituras, etcétera, que los prisioneros dejaron como muestra de su resistencia a ser borrados, resistencia a quedarse en silencio sin denunciar lo que ocurría. La palabra, el pensamiento, la creatividad y la dignidad de comportarse como seres humanos en la hora más terrible, no sería acallada. Podrían ser prisioneros pero no los convirtieron en esclavos. El nivel cultural que evidencian los documentos rescatados, dan cuenta de la superioridad moral que mostraron frente a sus verdugos.

Los diarios personales y los documentos encontrados modificaron sustancialmente el punto de vista y la comprensión acerca de la vida en los guetos. Los autores de estos documentos encontrados y publicados después de su muerte durante el Holocausto nos muestra el nivel de compromiso que asumieron frente a su inminente aniquilación, al registrar y consignar los hechos, sus sentimientos y emociones de una manera organizada para contar la verdadera historia de los judíos, y el proceso de aniquilación que sufrían día por día, en la Europa ocupada por los nazis. El archivo más importante de los que se han rescatado es el Archivo de Emanuel Ringelblum. Historiador, preocupado por los problemas sociales antes y durante el Holocausto, quien dirigió un grupo que se denominó Oneg Shabat (porque se reunían clandestinamente a discutir los viernes por la noche). Establecido en 1939, cuando se cerró en 1940 el gueto de Varsovia, decidieron transformar el Archivo en una operación clandestina organizada que contaba con numerosos participantes. Sus objetivos incluían registrar los hechos en Varsovia y en toda Polonia ocupada. Reunían los objetos y escritos de valor histórico, testimonios de judíos de otros guetos, cartas, diarios, fotografías, poemas, canciones, programas, etcétera, conducidos por representantes de los diferentes grupos políticos y sociales que operaban en la clandestinidad. Antes del levantamiento del gueto de Varsovia, los archivos fueron escondidos en diferentes lugares bajo tierra, mismos que fueron encontrados en 1946 y 1950, y que han aportado una información invaluable sobre la vida y muerte de los judíos. En la última carta escrita en marzo de 1944, Ringelblum, ejecutado en Varsovia con su mujer y su hijo, escribe a sus amigos en el Reino Unido: “Desde el momento en que los judíos cayeron bajo el dominio nazi, el Grupo Judío de Autoayuda inició una amplia gama de actividades. Nuestro lema era vivir con dignidad y morir con dignidad. Por eso muchas actividades culturales se llevaron a cabo a pesar de un terror, un hambre y una privación sin precedentes. Cuando comenzaron las deportaciones surgió la idea de la lucha en lugar de la autoayuda, y nuestra valiente juventud condujo esta lucha […]” 

BIBLIOGRAFÍA

At the edge of the abyss: The Holocaust of European Jewry. Yad Vashem Education. Course on Line 2010.

Resistance during the Holocaust, United States Holocaust Memorial Museum. Miles Lerman Center for the Study of Jewish Resistance.

The Ringelblum Archive, Karta Centre. Jewish Historical Institute. Warsaw 2008.

Vilna ghetto posters, Jewish Spiritual Resistance. Vilna Gaon Jewish State Museum of Lithuania 1999.

Suplemento especial de la Shoá