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El holocausto desde una perspectiva psicoanalítica

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Ariela Vainer

Esta es una época en la que el pueblo Alemán está enojado, decepcionado, decaído y en pobreza, donde las pulsiones o fuerzas agresivas, de destrucción, se dirigen hacia afuera, de esta manera las personas pueden preservar su propia vida, su orgullo, mediante la destrucción de lo ajeno, a lo cual culpan de su derrota, por lo que empiezan a señalar al pueblo judío, una minoría que puede ser señalada fácilmente y que había sido señalada con anterioridad, no considerándola como parte de la nación ni como parte del ideal de ésta, por lo que empieza a ser señalada y perseguida, con el objetivo de que el pueblo Alemán recupere su orgullo, dignidad y autovalía.

En 1931 la Liga de las Naciones pidió al Instituto de Cooperación Intelectual que organizara un intercambio entre intelectuales representativos sobre temas escogidos para servir a los intereses comunes de la Liga de las Naciones y de la vida intelectual. Una de las primeras personalidades a las cuales se dirigió el Instituto fue Albert Einstein, el cual sugirió como interlocutor a Sigmund Freud. Por lo que en 1932 se invita a Freud a participar en el instituto. En marzo del año siguiente el instituto publica la correspondencia entre Einstein y Freud; sin embargo, esta publicación es prohibida en Alemania. Las cartas que se envían Freud y Einstein llevan el tema de ¿por qué la guerra? En donde se da una discusión entre ambos. Einstein le manda una carta a Freud el 30 de julio de 1932 y plantea lo siguiente: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?, Einstein elabora el tema y refiere que ninguna institución creada para legislar los derechos entre países funcionará de manera adecuada, ya que ningún país está dispuesto a dejar su poder para dejarse llevar por un poder mayor que aplique los derechos mundiales.

Einstein dice que el poder que posee, resulta insuficiente para hacer cumplir sus veredictos, es tanto más propenso a que estos últimos sean desvirtuados por presión extrajudicial. Éste es un hecho que tenemos que tener en cuenta; el derecho y el poder van inevitablemente de la mano, y las decisiones jurídicas se aproximan más a la justicia ideal que demanda la comunidad en tanto ésta tenga un poder efectivo para exigir respeto a su ideal jurídico. Pero en la actualidad estamos lejos de poseer una organización supranacional competente para emitir veredictos de autoridad incontestable e imponer el acatamiento absoluto a la ejecución de éstos. Me veo llevado a mi primer axioma: el logro de la seguridad internacional implica la renuncia incondicional, de todas las naciones a su libertad de acción, a su soberanía, y está claro fuera de toda duda que ningún otro camino puede conducir a esa seguridad.

Desde estos tiempos ya se planteaba la funcionalidad de una institución como la Liga de las Naciones y la posibilidad de otra guerra, planteando al poder como base de los derechos y como algo que todas las naciones desean por lo que le quita su lugar a una institución como lo es ésta. Por lo que esto nos lleva a seguir pensando en el por qué de la guerra y qué factores psicológicos influyen en ésta, se habla de un hambre de poder político que suele medrar, gracias a las actividades de otro grupo guiado por aspiraciones puramente mercenarias, económicas.

Después, Einstein pregunta: ¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla someta al servicio de sus ambiciones la voluntad de la mayoría, para la cual el estado de guerra representa pérdidas y sufrimientos?, a lo que Einstein se contesta a sí mismo diciendo: “Una respuesta parecería ser que la minoría, la clase dominante hoy, tiene bajo su influencia las escuelas y la prensa, y por lo general también la Iglesia. Esto les permite organizar y gobernar las emociones de las masas, y convertirlas en su instrumento”. Además se pregunta: ¿Cómo es que estos procedimientos logran despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo, hasta llevarlos a sacrificar su vida? A lo que dice: “Sólo hay una contestación posible: el hombre tiene dentro de sí un apetito de odio y destrucción. En épocas normales esta pasión existe en estado latente, y únicamente emerge en circunstancias inusuales; pero es relativamente sencillo ponerla en juego y exaltarla hasta el poder de una psicosis colectiva”.

Sigue preguntando: ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las psicosis del odio y la destructividad? En modo alguno pienso aquí solamente en las llamadas masas iletradas. La experiencia prueba que es más bien la llamada intelectualidad la más proclive a estas desastrosas sugestiones colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto con la vida al desnudo, sino que se topa con ésta en su forma sintética más sencilla: sobre la página impresa.

Freud le contesta a Einstein con una carta escrita en Viena en septiembre de 1932. Freud toca cada uno de los puntos que expone Einstein y los explica desde la perspectiva psicoanalítica, donde empieza analizando la unión entre el derecho y el poder, y expone que es el punto de partida para entender el porqué de la guerra, Freud sustituye la palabra poder por la de violencia y comenta que derecho y violencia parecen ser opuestos, sin embargo, es fácil mostrar como uno se desarrolló a partir del otro. Freud dice que los conflictos de intereses entre los hombres se crean en un principio mediante la violencia y se va a la historia, en donde los hombres demostraban su poder y dominio mediante ésta, por lo que generalmente la violencia tendía a eliminar a su contrincante de manera duradera; y se empezó a respetar la vida del enemigo, utilizándolo para servicios provechosos para el vencedor; sin embargo, esto trae consigo un afán de venganza del vencido y así el vencedor renuncia a una parte de su propia seguridad.

Aquí Freud nos da una explicación del comienzo del sentimiento nacionalista alemán, que poco a poco fue guiado hasta el extremo, hasta llegar a provocar el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, ya que como sabemos, Alemania después de la Primera Guerra Mundial se vio obligada a ceder algunos de sus territorios, a renunciar a sus colonias, a entregar parte del material de guerra y su flota, y a mantener un ejército reducido, lo cual influyó en su economía, así como en la creación de una sólida conciencia nacionalista, que pretendía la recuperación de sus territorios y la autonomía para la toma de decisiones, ya que ésta se la habían quitado las potencias ganadoras.

Freud continúa diciendo: “Cierto camino llevó de la violencia al derecho, este camino pasó a través del hecho de que la mayor fortaleza de uno podía ser compensada por la unión de varios débiles. La violencia es quebrantada por la unión, y el poder de la unión constituye el derecho en oposición a la violencia del único. Por lo que el derecho es el poder de la comunidad. Sigue siendo una violencia la cual se va a dirigir a cualquier persona que le haga frente, persigue los mismos fines, la diferencia es que ya no es la violencia de un individuo, sino de una comunidad. La comunidad debe ser conservada de manera permanente, debe organizarse, promulgar ordenanzas, prevenir las sublevaciones temidas, estatuir órganos que velen por la observancia de aquéllas y tenga a su cargo la ejecución de los actos de violencia acordes al derecho. En la admisión de tal comunidad de intereses se establecen entre los miembros de un grupo de hombres unidos ciertas ligazones de sentimiento, ciertos sentimientos comunitarios en que estriba su genuina fortaleza. Las leyes de esta asociación determinan la medida en que el individuo debe renunciar a la libertad personal, de aplicar su fuerza como violencia, a fin de que sea posible una convivencia segura”.

Son dos cosas según Freud las que mantienen cohesionada a una comunidad: la compulsión de la violencia y las ligazones de sentimiento (identificaciones) entre sus miembros.

Cuando Alemania pierde la Primera Guerra Mundial, queda en ella un dolor narcisista que la lleva a buscar lograr sus ideales, lo cual sería su ideal del yo como nación, para ser una nación fuerte y digna, además de querer una venganza por sentirse traicionada y derrumbada, a Alemania la unen los sentimientos de venganza y de violencia al igual que el sentimiento de haber perdido una guerra, su orgullo como nación y la búsqueda para recuperarlo.

Freud dice que la vuelta de esas fuerzas pulsionales hacia la destrucción en el mundo exterior aligera al ser vivo y ejerce un efecto benéfico sobre el individuo. El pueblo alemán al empezar a culpar de su derrota a todo lo ajeno, se empieza a sentir más seguro de sí mismo, se empieza a fortalecer y dirige su agresión a las minorías, a lo que no cumple sus ideales, cosa que debería estar dirigida hacia los alemanes mismos, pero siendo estos incapaces de aceptar su derrota y de poner en riesgo su orgullo como país, lo ponen en el afuera.

Freud decía que no se trata de eliminar la inclinación de los hombres a agredir, sino que hay que desviarla para que no encuentre su expresión en la guerra.

Con todo esto nos podemos dar cuenta de como Freud y Einstein ya pensaban la posibilidad de una Segunda Guerra Mundial antes de que ésta existiera, dan las razones de la creación de una guerra y ponen por escrito ante la Liga de las Naciones la posibilidad de la existencia de otra, debido a las condiciones que estaban viviendo algunos países de Europa.

Es difícil poder entender el porqué de la guerra y el Holocausto, pero podemos ver que existieron diversos factores para que estos se fueran hilando. El tema es amplio y se puede seguir discutiendo de éste y muchos otros puntos que llevaron a que el pueblo alemán actuara de la forma en la que lo hizo y para poder dejarse llevar por un líder como Hitler. 

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