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Contrato matrimonial, Kehilá Ashkenazí, XXIII Festival de Teatro Habima

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Sharyn Bistre

Y, en su segundo día, el Festival Habima inicia las presentaciones de la categoría Abierta con una hilarante historia. Contrato matrimonial de Efraim Kishon. Autor israelí, multifacético (periodista, guionista, cineasta, jugador de ajedrez, etcétera), ampliamente galardonado. 

Escrita en 1953. Contrato matrimonial o ‘Ha-Ketubbah’, en hebreo; nos introduce al apartamento de los Borovsky. Una familia israelí, conformada por los esposos Elimelej y Shifra (Jacobo Schwartzman y Adela Fasja). Una disfuncional pareja, hundida en la inercia de la rutina, en la que ella se subyuga constantemente al machismo de su marido. Y su hija, la joven Liora (Dafna Bass), una estudiante de psicología, próxima a casarse con Robert (Elías Shiloah), prototipo del convencionalismo social y las buenas costumbres. 

El conflicto que pone el statu quo de los Borovsky de cabeza, empieza cuando Robert exige a Liora el certificado matrimonial de sus padres, con el objeto de realizar los trámites para su futuro matrimonio. Es entonces cuando caen en cuenta que, debido a la relajada política del kibutz donde solía vivir la pareja durante su juventud, y donde supuestamente contrajeron nupcias; probablemente no exista el tan deseado documento.  

Este descubrimiento, cataliza una serie de locas situaciones, derivadas del replanteamiento del matrimonio de los Borovsky. Su pasado glorioso y romántico en el kibutz, y, tras veinticinco años juntos,  el conformismo de su vida citadina. 

La locura se acentúa cuando queda atrapado en escena Ilan (Abraham Stern), un apuesto y carismático joven kibutziano, causando que Liora cuestione su futuro con el aburrido Robert. Así como las constantes intrusiones de Yaffa (Anita Fainsod), una vecina descarada que, sin tapujos, persigue frenéticamente a Elimelej. 

Las circunstancias llevan a la familia a valorar su pasado y sus aspiraciones para el futuro, con un inesperado final. 

Simultáneamente, este guión, con un humor inteligente y personajes bien construidos, con los que cualquiera se puede identificar; refleja la realidad de la sociedad israelí en los cincuenta, la transición del pasado rural con las tendencias modernas de la ciudad, y las brechas generacionales en el joven estado. Realidad fácil de transpolar a las sociedades modernas, incluso fuera de Israel.

Esta historia fue llevada al escenario comunitario de forma acertada por parte de la reconocida directora y actriz Anita Fainsod, liderando al experimentado elenco del grupo ‘Baderej’ de la Kehilá Ashkenazí, cuyas actuaciones son difíciles de resaltar individualmente, ya que, todos los actores hicieron un excelente trabajo, tanto individualmente como en equipo. Labor que se vio reflejada en el interés y las constantes carcajadas del público. 

Es de esperarse la buena dinámica grupal, y el intercambio de diálogos limpio y oportuno, ya que se han presentado varias veces en los escenarios del centro comunitario Ramat Shalom. 

Esta obra brinda la oportunidad de pasar un muy buen rato con diversión garantizada. 

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Festival de Teatro Habima 2014