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B’H Rosh Hashaná

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Sergio Slomianski. Rabino de la Comunidad Ashkenazi

Es conocido por nosotros el relato de Adam y Eva en el Gan Edén (El Jardín del Edén, comúnmente llamado: el Paraíso), este es uno de los relatos más familiarizados de toda la Torá. Sabemos bien de que a raíz que D-os creó al hombre y a la mujer poniéndolos en el Gan Edén, ellos estaban rodeados de muchas especies de árboles frutales, y D-os les había permitido comer de cualquier árbol que apetecieran, sin limitación alguna. Sin embargo, solo de un árbol tenían prohibido comer: del árbol del conocimiento, del bien y del mal.

En eso, apareció la serpiente y comenzó con un interesante diálogo, por medio del cual terminó convenciendo a la mujer de que comiese del fruto prohibido. Ella tomó un fruto del árbol del conocimiento, y después de ingerirlo, también le dio al hombre para que comiese de él. Cuando D-os vio que el hombre y la mujer transgredieron Su prohibición, la Torá nos dice que los expulsó del Gan Edén, para que trabajen la tierra. Cabe preguntar, ¿cuándo fue que este conocido relato ocurrió? ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que D-os los situó en el Gan Edén y les prohibió comer de aquel fruto, hasta que ellos pecaron?

A pesar de que la Torá no nos revela ningún detalle del evento en el cual todo esto ocurrió, el Midrash nos enseña que todo este relato tuvo lugar en el primer día de la creación del hombre.

Está escrito en el Midrash Pesikta Rabati que en Rosh Hashaná fue creado el primer hombre.
En la primera hora (del sexto día de la Creación, o sea de Rosh Hashaná), D-os decidió crearlo.
En la segunda hora, se aconsejó con los ángeles.
En la tercera hora, juntó el polvo de la tierra con el cual sería creado.
En la cuarta hora, mezcló ese polvo.
En la quinta hora, lo convirtió en materia inerte.
En la sexta hora, le dio forma.
En la séptima hora, le insufló el alma.
En la octava hora, lo puso en el Gan Edén.
En la novena hora, le prohibió comer del fruto del árbol del bien y del mal.
En la décima hora, el hombre pecó.
En la undécima hora, fue juzgado.
En la duodécima hora, D-os se apiadó de él en el juicio.

Entonces, D-os le dijo al hombre: “Esta es una señal para tus hijos (descendientes): así como has estado delante de Mí en el juicio en este día y me apiadé de ti, así también tus hijos estarán delante Mío en el juicio y me apiadaré de ellos”.

A través de este Midrash apreciamos el significado real que tiene el día de Rosh Hashaná para nosotros. Así como en Rosh Hashaná el primer hombre fue juzgado por sus acciones, de la misma manera nosotros seremos juzgados en este día por las acciones que realizamos en el año que finalizó.

Si bien el juicio de Rosh Hashaná está basado en nuestras acciones del año concluido, esto únicamente está en función del futuro. En Rosh Hashaná, D-os nos juzga y designa qué función debemos cumplir en el año que comienza para corregir lo errado, y también decide con qué medios y condiciones cumpliremos con esa función en el mundo. Pero debemos saber que D-os también nos juzga en Rosh Hashaná por las cosas que realizamos este mismo día. Los rezos de Rosh Hashaná tienen el poder de ayudarnos a cambiar pensamientos y conductas, y todo eso ayudará a revertir el veredicto del juicio.

Este es un día en el que debemos pedir no solo por nosotros mismos y nuestras familias, sino por el bienestar de todo Am Israel y del mundo entero.

D-os quiera que nuestros rezos sean escuchados en Rosh Hashaná, y que tengamos el mérito de ser inscritos en el libro de la buena vida y la paz.

Rosh Hashaná 5778