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Entre lo transitorio y lo trascendente

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Moshé M. Rozén

La idea de Sucot tiene su representación en la sucá, la cabaña, la morada simbólica y temporal que caracteriza esta semana de celebración. Según una interpretación cabalística, en la jornada de Simjat Torá, que se conmemora luego de culminar Sucot, el resplandor que emana de la ley bíblica envuelve al universo y la Torá se convierte en Simjá (gozo, alegría): Sucot se define como Zman Simjatenu (“nuestro tiempo de alegría”). Esta visión cabalística homologa la cabaña, la vivienda temporal del desierto, durante el trayecto de la esclavitud a la libertad, del exilio diaspórico al hogar propio y definitivo, con nubes celestiales que alojaron a los judíos, metáfora de aproximación a esferas cósmicas, trascendentes.

Hace un siglo –octubre-noviembre de 1916- S. Freud (en La Transitoriedad), señalaba el sentido de lo efímero: la escasez de tiempo, “la restricción en la posibilidad del goce”. Pero, subrayaba el fundador del psicoanálisis, “si hay una flor que se abre una única noche”, ese límite no empaña nuestro aprecio.

La sucá, diremos, es como aquella flor: un momento festivo, el símbolo de una plenitud añorada, de una tierra por alcanzar, una nube a la cual deseamos trepar. Sucot trata de acercar los polos opuestos, lo transitorio y lo trascendente. Pero es –también- una advertencia: que la utopía de Canaán –la tierra de leche y miel- el paso de la cabaña en el árido desierto a la tierra cuyos frutos se cosechan en Sucot, Jag Haasif, fiesta de la Recolección, no se traduzca en mero goce fantasmal.

Como dice Baudrillard, que la publicidad mercantil confunda “los valles de Canaán donde fluyen leche y miel, con un paraíso inundado por torrentes de kétchup y luces de neón”.

¿Qué es Sucot?