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Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Enrique Medrez

Nuestros Sabios han determinado que, cuando los Hijos de Israel recibieron la Torá en los linderos del Monte Sinai, históricamente solo recibieron de manera voluntaria la Ley Escrita (Torá Shebijtav), mientras que la Ley Oral (Torá Sheba’al Pé) fue aceptada por ellos solo después de que fueran amenazados y obligados por D-os (1). A tal punto fue esto cierto que el Talmud nos informa que, por un periodo de más de mil años, cualquier yehudí estuvo exento ‘en teoría’ de cumplir la Ley Oral debido a dicha coerción (2). Sin embargo, esta brecha en la ley se cerró cuando los judíos que vivieron el milagro de Purim, al terminar esta aventura, decidieron aceptar de forma voluntaria, y de mil amores, la Ley Oral (3).

Podemos entender que el compromiso de cumplir la Ley Oral es abierto y, por lo tanto, infinitamente más difícil de cumplir que el de la Torá Escrita, la cual se encuentra limitada por un texto definido, excelente razón por la cual originalmente aceptaron una y no la otra ley (4).

Nuestra duda se encamina a entender por qué, no obstante la generación que salió de Egipto (Dor de’a) fue testigo directo de la presencia Divina en las más impresionantes vivencias de la Historia — cuando vieron las plagas que azotaron Egipto, al cruzar el mar (5), al comer del Celestial maná, al recibir la Torá en Sinai-, fue solo hasta que el Pueblo judío vivió la salvación de Purim, que alcanzó niveles de compromiso aun más altos en su relación con D-os. ¿Qué nuevo elemento y qué nueva faceta de lo Divino percibieron ellos en este maravilloso milagro de Purim?

De forma incongruente con el entendimiento que generalmente la gente tiene respecto a Purim como un día de carnaval, dedicado a la diversión y entretenimiento de niños y mayores, nuestros Sabios han asignado a este festival (moed) el más elevado nivel de importancia. Así, nos encontramos con que, por un lado, el Talmud declara que al final de los tiempos, después de la Gueulá (redención final), todos los festivales quedarán abolidos, ¡con excepción de Purim(6)! Y, por otro lado, el Tikunei Zohar, importante libro de la Cábala, nos enseña que el día de םירופ’כ םוי - Yom Kipur(im), el día más exaltado del año, resulta ser, en comparación con el día de Purim, sencillamente una vaga sombra, siendo este último de mucha mayor trascendencia (7).

¿A qué se debe la gran importancia de Purim, si ya hemos tenido a lo largo de la historia muchos otros ejemplos de milagros y salvaciones para nuestro Pueblo, algunos inclusive mucho más deslumbrantes que los de Purim?

Hay un capítulo de Tehilim dedicado por el Salmista a la memoria de la reina Esther, heroína de la historia de Purim: Lamenatzeaj al ayelet hashajar... - “Una alabanza para el Eterno sobre la aurora de la mañana...” (8). Nuestros Jajamim explican que Esther es comparada con la aurora, debido a que su era vivió el fin de la época de los milagros (Ma ayelet sof halayla, af Esther sof kol hanisim) (9). Ello implica que la existencia de milagros abiertos, los cuales violan las leyes de la naturaleza, es algo dañino, y que solamente cuando estos se acaban, es que la luz (elemento positivo que generalmente asociamos con lo Divino) puede apreciarse (10).

Esto se debe a que, en general, el judaísmo no asigna ningún valor a una emuná (convicción o fe) en D-os basado en los milagros. Como lo explica el Rambam (Maimónides) en sus propias palabras: “... la persona que es creyente debido a los milagros, tiene tonterías en su corazón...; ya que estos... solo fueron realizados cuando la situación los requería...” (11) (12).

Y no únicamente son insuficientes los milagros para lograr una fe sólida y bien fundada, sino que inclusive son contraproducentes a ésta al hacer parecer que Su presencia requiere de bombos y platillos para ser realizada, lo cual implicaría que, a falta de grandes milagros, o cuando el mal prevalece y suceden desgracias que no podemos explicarnos, debe ser que el Todopoderoso no está presente en el mundo. Esto equivaldría a un eclipsamiento de D-os ו״ח.

Vemos la mejor demostración de la inherente falla de los milagros para conducir a la fe en el Pueblo judío quien, recién hubo cruzado el mar y presenciado los milagros más impresionantes jamás vistos por el ojo humano, empiezan a cuestionarse “acaso está D-os entre nosotros, o no” (13). Es en ese momento que Amalek, sintiendo la debilidad de la unión entre Israel y su Padre en los Cielos, llega a atacar (14), pues él se nutre precisamente de tal distanciamiento.
La raison de’etre de Amalek es la negación de la relación entre un D-os infinito y trascendente con un hombre finito y pequeño, pregonando que, ante la imposibilidad de una unión de los Cielos con la tierra, todo lo que sucede aquí abajo es, en el fondo, una mera —y no planeada— coincidencia (15).

El gran descubrimiento del milagro de Purim es que precisamente no hubo ninguno…

Ningún milagro en el sentido en que este concepto es normalmente entendido. Lo que allí se vivió fue una extraordinaria cadena de eventos, muchos de ellos extraordinarias “coincidencias”, las cuales lograron que la amenazadora nube de muerte que se cernía sobre ellos fuera dispersada en forma natural. Y estas coincidencias funcionaron de tal manera que, al terminar esta historia, aquellos que la experimentaron voltearon hacia atrás e hilando dicha cadena de “coincidencias” se quedaron atónitos por el descubrimiento de una vida: D-os estuvo allí junto a ellos todo el tiempo, escondido dentro de la naturaleza y sus coincidencias, dejando que el mundo funcionara como si Él estuviera ausente (16).

Por esto el Libro de Esther es el único libro de la Biblia donde el nombre de D-os nunca se menciona; solamente se insinúa en las ocasiones en que la meguilá se refiere al rey —Hamelej.

La forma en que los Jajamim expresan las ideas anteriores es reconociendo que este mundo es llamado Olam (םלוע), ya que dentro de este el Todopoderoso se oculta —mit’alem (םלעתמ). De esta forma, D-os permite que las personas puedan ejercer su libre albedrío, sin sentirse abrumados por el exceso de conciencia que Su abierta Presencia les causaría.

En consecuencia la Creación ha sido diseñada por el Creador, de manera que, si la persona quiere ver Su Presencia, Él ha dejado suficientes pistas y señales para ser encontrado. Y no es un mero espejismo o autoengaño de aquellos que ‘quieren creer’ (17). Si, por el contrario, la persona ha decidido a priori no verlo, ni siquiera la visión de los más extraordinarios milagros cambiará su opinión y acabará racionalizándolos de una manera u otra. Aun si D-os mismo llegara a visitar al escéptico, este lo atribuiría a una alucinación o a un sueño.

Así, este mundo presenta un campo perfecto para que el individuo ejerza su libre albedrío.

D-os se esconde detrás de una naturaleza que funciona probabilísticamente, pero cuyas posibilidades han sido previamente programadas, como si fuera un casino donde las ruletas y los dados han sido ya ‘arreglados’, para que sin importar cuáles sean las acciones del ‘Hombre’ (Adam), o su extensión simbólica —Clal Israel—, este sobreviva y prospere, dando sentido al cosmos: Su Creación.

De esta manera, las coincidencias nunca lo son, y la naturaleza y sus probabilidades son la manifestación más asombrosa de la inexorable voluntad Divina, de Su voluntad de crear y de mantener por siempre un lazo vivo y vital con Su Creación (18). Son el resultado de una voluntad implacable que podrá tener su culminación cuando el barco de la Historia llegue a su destino y la humanidad pueda vivir la más soñada de las utopías, en un jardín construido en sociedad por el Hombre y D-os (19).

Este mismo es el mensaje que Mordejai envía a Esther: “D-os va a salvar a Su Pueblo de una manera u otra, contigo o sin ti, y tu libre albedrío solo determinará tu lugar dentro del plan Divino” (20). Esto da al Hombre la capacidad de marcar únicamente su destino personal, mas nunca el destino entero de la Creación. Y este es el mensaje que Amalek no desea escuchar.

Amalek, negando la sociedad entre D-os y el Hombre, entiende que este es un mundo sin relación con lo infinito, sin un plan ni un destino colectivo. En un Universo caótico, entrópico, donde todas las ocurrencias son meras coincidencias, y donde no hay un capitán al frente manejando el barco, Amalek asigna todo el éxito al esfuerzo del Hombre y a la suerte, quitando a D-os del panorama y de cualquier intervención en los destinos de Su mundo.

Lo que Purim reveló a la Nación, en una auténtica meguilat hEsther (literalmente revelación de lo escondido) es que la naturaleza entera conspira para que el pueblo judío pueda sobrevivir (21). Y no importa cuántos faraones, Haman, Hitler, o Hussein, וש״י, llegue a haber, siguiendo el pacto de D-os con Su pueblo (“...no departirá Mi espíritu de estar sobre ti... por toda la eternidad...”), es imposible acabar con el Pueblo judío (22); tan imposible como podría ser el hecho de que la promesa Divina no se cumpliera (23).

Nuestra fiesta de Purim —basada en el ‘sorteo’ (Pur)— es una celebración a las probabilidades que nos mantienen vivos; y así, tanto nosotros por un lado, como Hamán y los que comulgan con sus ideas por el otro, nos glorificamos igualmente en el sorteo que este malvado ideó. Mientras Amalek sostiene que todas estas coincidencias y probabilidades son una cuestión de suerte, nosotros comprendemos que este es D-os “in natura” trabajando en nuestro beneficio. Y así ‘sucedió’ que el destino que Hamán planeó para Israel naturalmente se volteó en contra suya y de sus secuaces (24).

Cuando los judíos que vivieron la experiencia de Purim se dan cuenta de la verdadera cercanía que tienen con un D-os con el que comparten tal intimidad, al Cual ellos le importan, y el Cual está involucrado en forma natural con sus vidas, adquieren una conciencia de querer acercarse a esta amorosa fuente de su existencia, involucrarse y hacer lo que deben hacer. Por eso deciden aceptar sobre ellos y sus descendientes, para toda la eternidad, un compromiso y obligación mucho más grande: el de tomar con responsabilidad las riendas del desarrollo y éxito de la Ley Oral (Torá sheba’al pé). Así, en una forma mucho más natural que la de la revelación de Sinai, la cual representó una intrusión contra la naturaleza (25), el Hombre, como socio de D-os, puede llegar a encontrar la verdad y determinar y desarrollar en forma autónoma el camino que D-os desea para Su Creación.

La batalla de Purim, la batalla contra Amalek, es la batalla de las percepciones, de nuestra percepción sobre D-os y de Su cercanía hacia nosotros. Amalek ataca cuando el hombre duda sobre sí mismo y sobre su capacidad de relacionarse y conectarse con D-os.

Así escribe el Rambam en su gran D-osa Guía de los Descarriados (Moré Nebujim) a propósito de nuestras percepciones y conciencia (26): “Debes darte cuenta de que los lazos entre el Todopoderoso y nosotros están dados por nuestra conciencia... Y aunque fueses, en tu entendimiento de lo Divino, el más sabio de los hombres, en el instante en que vacíes tu mente..., cortarás ese lazo de unión entre tú y D-os, y ya no estarás con Él, ni Él estará contigo”.

En Purim celebramos comiendo, bebiendo y alegrándonos, sublimando la materia que en Yom Kipur negamos, festejando la posibilidad de unión de lo físico con lo espiritual, del mundo de arriba con el de aquí abajo, así demostrando que Amalek se ha equivocado y que, aun los placeres más mundanos pueden ser elevados y santificados. Negamos que exista algún lugar, por más lejano que esté, donde la Presencia Divina no pueda entrar y habitar... y santificar.

 

1 Los Jajamim llegaron a esta conclusión como resultado de la aparente contradicción encontrada en la Torá. Por un lado, en Shemot 24:7 nos dice la Torá que ésta fue recibida declarando Naase Venishmá - “Haremos y después Entenderemos”, lo cual representa el nivel más exaltado de Servicio a D-os (Ver ensayo sobre Shavuot, “Las Dos Entregas de la Torá”). Y por el otro lado, en Shemot 19:17 (Ver Rashí allí), la Torá nos revela que D-os tuvo que sostener la montaña sobre sus cabezas amenazadoramente (cafá aleihem har keguiguit) a fin de que aceptasen recibir la Torá.

2 T.B. Shabbat 88a s.v. Mikan moda’a raba leoraita.

3 Ver T.B. Shabbat 88a s.v. amar rabá basado en Meguilat Esther 9:27 s.v. Kimu vekiblu.

4 Además de otros puntos comparativos, como podrían ser la madurez que implica poder determinar la Ley no como un capricho personal, sino como la coyuntura de la individualidad del hombre con la lealtad inequívoca a la voluntad Divina, expresada en su Torá.

5 Donde la más humilde sirvienta alcanzó a ver más de la Presencia Divina que Yejezkel, el gran profeta. Ver Shemot Rabbá Zohar II:64b.

6 Vayikrá Rabbá 13. Mishné Halajot 12:435

7 Citado por muchos comentaristas en nombre del Arizal; y basado en Vayikrá 23:28.

8 Salmo 22

9 T.B. Yomá 29a.

10 Ver Maharshá Jidushei Agadot sobre T.B. Yomá 29a.

11 Yad Hajazaká Hiljot Yesodei Hatorá 8:1, 2.

12 A pesar de que los milagros demuestran que la naturaleza no es absoluta, sino una creación convencional del Creador para manejar Su Creación (Ver ensayo de Janucá, “Por Encima de la Naturaleza”), al fin y al cabo, la naturaleza, como nosotros la experimentamos, representa la forma en que la infinita sabiduría del Todopoderoso ha decidido conducir Su mundo.

13 Comparar Shemot 15 con Shemot 17:7, a solo 50 versículos de distancia.

14 Comparar Shemot 17:7 con Shemot 17:8, a solo 1 versículo de distancia.

15 Ver Rashí sobre Devarim 25:18 s.v. asher korjá.

16 Shir Hashirim (Cantar de los Cantares) 2:9 “...mashguiaj....” - “...supervisa desde las ventanas, asomándose a través de las fisuras”

17 Y dichas pistas no son producto de la imaginación de aquel que busca, sino que fueron dejadas a propósito para ser encontradas. Ver Rav Matityahu Weinberg; “Nexus”, en “FRAMEWORKS Shemot”. Igualmente, podemos decir que todos los sentimientos de “inseguridad” y “búsqueda de una figura paterna”, etc., no son otra cosa que mecanismos y/o herramientas que el Todopoderoso dejó dentro de nosotros, a fin de que tengamos la posibilidad de encontrarlo, si es que ésta es nuestra voluntad.

18 Usando los principios teóricos de la Psicohistoria de Isaac Asimov (Trilogía de la Fundación), coinciden las probabilidades con la hanhagat hayijud de la que nos habla el Ramjal en “Da’at Tevunot”.

19Ver ensayo siguiente, “Un Viaje Seguro”.

20 Meguilat Esther 4:12-14

21Yirmiyahu 33:25 s.v. Im ló brití..., jukei Shamayim va’aretz lo samti - “Si no por mi pacto, las leyes de la naturaleza no hubiera Yo puesto”.

22 Yishayahu 59:21. Un buen ejemplo de esto corresponde al antisemitismo de la Alemania nazi, por el cual expulsó a sus Físicos Judíos, quienes eventualmente construyeron la bomba atómica de los Estados Unidos, lo cual nunca hubiera permitido a Alemania ganar la guerra.

23 De hecho, la supervivencia del Pueblo judío contra todas las probabilidades sociológicas representa la mejor demostración de la existencia de D-os, tal como fue expresado por el papa Gregorio X.

24 Meguilat Esther 9:1. Posiblemente esta programación de la naturaleza, esté detrás de lo que los Sabios expresan como Makdim refuah lemakah - “D-os precede la cura o antídoto, al golpe” (T.B. Meguilá), cuando refiriéndose al milagro de Purim.

25 Ver Shemot 19:16-19 y Shemot 20:15-19.

26 Guía de los Descarriados III:51