Tigre Siberiano

Género: Cuento
CategorĂ­a: Abierta
Seudónimo: Régine

Apunte de diario nĂșmero 8.

Pueden salir, todo ha terminado —dijo papá—, y entonces, salĂ­. Un olor extraño flotaba en el pasillo, quiero describirlo pero no tengo el nombre correcto para hacerlo. Mi mejor amigo Ron siempre inventa palabras cuando no encuentra una que represente lo que estĂĄ en su mente, pero yo no me siento capaz de hacerlo. Creo que olĂ­a como la fogata de los scouts cuando la apagamos con orines, y tambiĂ©n olĂ­a igual a lo que sabe cuĂĄndo chupas un clavo o una pila.

BajĂ© la escalera y salĂ­ de casa corriendo, iba tan rĂĄpido que no me di cuenta de los vidrios rotos que brillaban con el sol en nuestro jardĂ­n. Mi amigo Ron dice que cuando uno estĂĄ muy nervioso le da visiĂłn de tubo (Âżo serĂĄ visiĂłn de tĂșnel?), y que una vez en un campamento de los scouts, Ă©l y Rafi vieron un chacal dorado y ante el miedo de ser perseguidos se echaron a correr por el campo y les dio visiĂłn de tubo o visiĂłn de tĂșnel y que tomĂł casi una hora para que el madrij (que hasta hoy asegura que sĂłlo vieron un perro callejero) pudiera calmarlos y parar sus llantos.

El punto es que ese dĂ­a salĂ­ corriendo por la calle de mi casa con visiĂłn de tĂșnel pues sĂłlo pensaba en encontrar a Lavi. Ron asegura que me vio pasar a toda velocidad y saliĂł detrĂĄs de mĂ­, y que me gritĂł durante tres cuadras hasta que el asma le hizo parar. Deben haber pasado unas horas hasta que, del lado opuesto del kibutz tuve que detenerme, me sentĂ© en la acera y cerrĂ© los ojos. GritĂ© con todas mis fuerzas el nombre de Lavi, un sonido al que tantas veces antes le siguieron como un eco sus pasos apresurados, a tal velocidad que se derrapaba en el piso duro de la cocina.

Cerré los ojos y lloré unos minutos y recuerdo que al abrirlos fue como si el mundo apareciera de repente. Todo aquello que mis sentidos habían esquivado ahora me lastimaba como un zapato muy apretado, el sonido de los helicópteros que sobrevolaban el kibutz, el sol radiante que quemaba mis pupilas, gente que corría a un lado y al otro, y otros que permanecían en su lugar observando un punto fijo en el horizonte. Había muchos coches estacionados en sitios donde no era normal verlos, a media calle y en los patios de las casas. Sobre el pavimento de enfrente había un bulto con forma de alguien, como cuando mi hermana Rina envuelve a sus muñecas en cobijas.

VolvĂ­ a casa sin Lavi y entrĂ© a la sala, donde estaban reunidos mis papĂĄs junto con varios vecinos, casi todos miraban el pequeño televisor en silencio, hablando en pequeñas frases casi inaudibles, como las que Rina y yo usamos para platicar en la noche sin ser escuchados, mientras mis papĂĄs piensan que dormimos. Cada tanto algĂșn vecino se paraba, caminaba y hacĂ­a alguna llamada, para despuĂ©s retomar su lugar frente al televisor.

Apunte de diario nĂșmero 64

Hoy es lunes y no fui al colegio, mi hermano se pasĂł el dĂ­a corriendo como un loco por el kibutz buscando a Lavi. Mis papĂĄs lo veĂ­an con cara triste, pero no parecĂ­a que tuvieran el tiempo ni las fuerzas de ayudar a buscarlo. Me escondĂ­ en la pequeña despensa de la cocina y escuchĂ© a los adultos hablar. Dicen que unos hombres malos con mĂĄscaras vinieron de otro lugar y se llevaron a la tĂ­a Sharon. Quiero decirle a mi hermano que tal vez se llevaron tambiĂ©n a Lavi pero no ha parado de correr y buscar ni un segundo. Dice que en los scouts le enseñaron a buscar pistas como huellas y objetos para encontrar a un niño perdido, pero hasta ahora no ha encontrado ningĂșn rastro.

Apunte de diario nĂșmero 9

Hoy un vecino me detuvo mientras recorría las calles, me dijo que debía dejar de buscar, que debía dejar ir. No sé bien qué quiso decir, pero en sus ojos vi una tristeza profunda y en mi interior algo cambió, por primera vez entendí que Lavi se había ido a otro lado, o lo habían llevado, o se había evaporado o qué sé yo, el punto es que nunca lo volvería a ver.

Apunte de diario nĂșmero 65.

No tengo mucho tiempo de escribir, los soldados nos han reunido en la plaza y nos han pedido subir en camiones, mis papås dicen que tendremos que dejar nuestras casas por un tiempo, debo empacar mis muñecas y mi ropa favorita. Por la ventana he visto a Ron despedirse de mi hermano casualmente, con un apretón de manos y una palmada en la espalda.

Apunte de diario nĂșmero 66

Mi hermano se ha quedado todo el dĂ­a mirando el televisor de la nueva casa.

AĂșn no hemos vuelto a la escuela y las horas pasan con lentitud. Afuera hace un tiempo hermoso. En ocasiones miro a mi hermano sin que lo note y me parece que su mirada no estĂĄ puesta en la pantalla del aparato, sino en un punto muy dentro de este, a una distancia infinita. Mis papĂĄs le han dicho que podrĂ­amos ir a un refugio de animales a adoptar, lo que pareciĂł no escuchar pues su cara no mostrĂł reacciĂłn alguna.

Apunte de diario nĂșmero 10

Hoy vi el televisor mås de lo normal, mis papås parecen no tener fuerzas para pedirme que lo apague y salga a jugar como hacían antes. He visto un documental de esos de naturaleza, en la taiga rusa un tigre siberiano perseguía un ciervo, al que finalmente alcanzó y despedazó, en sus ojos no se veía maldad ni enojo, parecía una pråctica rutinaria que me recordó la calma con la que mamå lava los platos o papå corta el pasto. La voz del narrador dijo que el tigre no había comido en semanas, y su vida peligraba. Me pregunté qué idea podría conducir a un humano a matar un animal sin motivo, sólo por el hecho de ser de una u otra nacionalidad o religión (¿los perros tienen religión?). Apagué el televisor, afuera el sol brillaba con fuerza sobre un cielo azul y blanco, abrí la puerta y de pie en el umbral, sentí el calor en mi cara y el frío de la casa en mi espalda, consideré un rato si salir o volver, mis pies se sentían pesados como si estuvieran llenos de plomo, respiré y avancé.