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El buzĂłn del tiempo
TĂtulo: El buzĂłn del tiempo
CategorĂa: Secundaria
SeudĂłnimo: Rosa frĂĄgil
Me llamo Taylor, vivo en Inglaterra y tengo 12 años. Hace unos dĂas entrĂ© a una escuela diferente donde hice muchas nuevas amigas, pero desde ese dĂa empecĂ© a recibir cartas un poco extrañas.
La primera de esas cartas decĂa:
ââSĂ© que te irĂĄ muy bien el dĂa de mañana, en tu segundo dĂa de escuela. âQuĂ© bueno que te animaste a visitar a tu abuela el lunes, le cayĂł muy bien tu presenciaâ.
Cuando me di cuenta que eran cosas tan especĂficas, me dio mucho miedo como si me sintiera espiada y vulnerable. No sabĂa si debĂa contarle a mi familia y a mis amigas lo que estaba pasando.
Un par de semanas despuĂ©s, recibĂ otra carta. Esta vez decidĂ no leerla. No querĂa pasar por la angustia de los dĂas anteriores. Le contĂ© a mi amiga Silvia y me dijo que probara abrir otra para ver lo que pasaba. LleguĂ© a mi casa despuĂ©s de la escuela y la abrĂ.
La carta decĂa:
ââHola, Taylor, mañana no dudes en contarle a tu amiga todo lo que necesites. Ella sabrĂĄ comprenderte. Por cierto, mejor no vayas a tu clase de bailes porque te vas a lastimarâ.
Ese dĂa fue una de las primeras veces en mi vida que no fui a mi clase.
La mañana siguiente, Silvia y mis otras amigas llegaron lastimadas porque en la clase de ayer se habĂan caĂdo.
El viernes recibĂ una nueva carta en la que se me advertĂa que, aunque el cielo estuviera despejado, llevara paraguas. DecidĂ no hacerle caso y, por la tarde, empezĂł a llover muy fuerte.
Una nueva carta decĂa:
ââSĂ© que soñaste que te encontrabas frente a un mar enorme, pero no te preocupes, significa que tendrĂĄs la libertad de expresarte como lo deseesâ.
VolvĂ a asustarme, pero aĂșn mĂĄs que antes. ÂżCĂłmo es que alguien mĂĄs sabĂa el estado del clima o lo que yo habĂa soñado? Sin embargo las seguĂ leyendo. Poco a poco me fui dando cuenta de que las cartas me ayudaban a tener mĂĄs confianza en mĂ misma.
DespuĂ©s de eso, las cartas eran mucho mĂĄs breves. A veces los mensajes eran motivadores y no solamente advertencias. âNo te rindas, vas a llegar lejosâ o âSigue asĂ, todo saldrĂĄ bienâ.
Años despuĂ©s, ya tenĂa diecisiete años y, como todos los jueves, fui a mi parque favorito pero ese dĂa el parque estaba diferente. No habĂa niños jugando, ni pĂĄjaros cantando y los ĂĄrboles no tenĂan flores. Estaba muy vacĂo, asĂ que decidĂ volver al dĂa siguiente.
El viernes todo habĂa vuelto a la normalidad. Me sentĂ© en una banca junto a una señora muy parecida a mĂ. TenĂa el mismo color de ojos que yo, el cabello bastante similar al mĂo y una sonrisa casi igual a la mĂa, pero mucho mayor que yo. La mirĂ© a los ojos y me dio una carta. Con las manos temblorosas por los nervios, no por miedo sino por emociĂłn, la abrĂ y estaba en blanco. VolvĂ a mirar a esa señora y me dijo:
ââLo mĂĄs importante ya lo sabes, ahora tĂș escribe tu propia historiaâ.
Parpadeé y la mujer ya no estaba mås.
