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Por fin
Título: Por fin
Categoría: Secundaria
Pseudónimo: Ximena Torres
…cuando salió del agua, colapsó.
Francisco estuvo esperando durante un mes la respuesta a su solicitud para unirse a un grupo de buceo; pese a que ya había sido rechazado en 4 ocasiones. Pretendían ir a buscar un famoso y misterioso tesoro que, pese a saber dónde se encontraba, nadie había podido sacarlo desde nadie sabe cuánto tiempo.
Llegó la fecha que le habían dado como límite para recibir una respuesta a esta nueva solicitud: al despertar, corrió hacia la sala donde tenía su computadora, abrió su correo y vio ahí la respuesta: su solicitud había sido aceptada. No supo qué pensar o sentir, no hizo ningún gesto, pues eran muchas emociones que no sabía qué hacer. Volvió a leer la parte del correo electrónico donde estaba la fecha y hora en la que los buzos saldrían a la próxima misión.
Este podría ser un inicio a su nueva vida, una con la que él siempre había soñado, pero hacía esto no solo por él, también por su papá, pues su mayor sueño había sido poder sacar ese tesoro, aunque había muerto en el intento.
Estuvo el resto del día imaginando lo que podría hacer cuando encontrara ese tesoro: la fama, el dinero… por fin retirarse del trabajo que tanto… En ese momento su jefe, el señor José, lo encontró distraído viendo hacia las nubes, por lo que se le acercó y le dio un golpe en su casco de constructor, luego comenzó a gritarle que recordara que no estaba en su casa para perder el tiempo, sino en medio de un edificio en construcción. Le dijo: “¡Francisco! ¡Este edificio debe estar terminado en un mes!”; Francisco se sobaba la parte de detrás de su cabeza y escuchó la amenaza final: “…todos se quedarán sin trabajo si no cumplimos con la fecha de entrega”.
Francisco se aguantó las ganas de contestarle, pero no podía arriesgarse, aún no; pero, algún día, él sería quien le grite “¡Renuncio!”.
Hasta entonces tendría que soportar los gritos de su insoportable y amargado jefe; por lo que decidió, al menos, fingir que hacía algo, fue directamente donde estaba su mejor amigo: Marcos, que estaba mezclando cemento; hizo como que le ayudaba y le contó que por fin le habían aceptado la solicitud para bucear con el equipo de rescate, lo cual lo traía emocionado y distraído, por lo que el señor José lo había regañado, pero no le importaba, solo pensaba en cómo seria su vida cuando encontrara ese tesoro y por fin pudiera salirse de este trabajo. Marcos escuchó, ya se había acostumbrado a escuchar a Francisco quejarse de todo y soñar con lo inimaginable.
El día se pasó rápido, pero, por la noche, no pudo dormir: su cabeza no le daba tregua al hacerle volar la imaginación…
Llegó el día del viaje, por lo que a las 5 de la mañana él ya estaba listo. Se encontraba en la marina viendo la niebla de la mañana tapando el mar. Esperaba con ansias ver la luz del barco que lo llevaría a perseguir sus sueños. Pasaron minutos eternos y por fin la vio, puso su mano en el aire y la empezó a mover como una señal de que estaba ahí esperándolos.
El grupo de buzos se acercó a donde estaba Francisco y él se subió al barco. Horas pasaban y, mientras navegaban por el mar, una ola los golpeó y la única Tablet que llevaban con la ubicación del naufragio cayó al mar. Estaban perdidos, Francisco cayó de rodillas al piso y puso sus manos en su cara, como un gesto de desesperación.
El capitán del barco vio eso y se acercó con él, puso su mano en su hombro y le dijo: “No te preocupes, conozco el camino, lo he recorrido decenas de veces”.
Cuando Francisco escuchó eso lo volvió a ver con cierta esperanza reflejada en sus ojos. El capitán fue directo al volante del barco, vio el pequeño radar que tenía a un costado y empezó a manejar de manera natural.
Llegaron a una ubicación, se detuvieron y apagaron los motores. Francisco vio al mar, estaba azul oscuro como si algo malo los estuviera esperando abajo. Se pusieron sus trajes de buzo y se lanzaron al mar. Cada vez que bajaba sentían como poco a poco se acercaban al tesoro. Se metían por cuevas, por poco se le acababa el aire, pero los buzos eran profesionales y sabían qué hacer en estas situaciones.
Llegaron al naufragio y Francisco no lo podía creer, era su sueño y estaba enfrente a él, todo lo que se imagina no era nada comparado con la sensación de ese momento… o eso es lo que creía.
Parecía raro, pero había una corriente que los llevo directo al tesoro perdido. Un rato más después de explorar, lo encontró… El tesoro estaba ahí, pero sentían un aura pasando por su cuerpo. Francisco, rápidamente, intentó alejarse. Todos sentían como si algo pasara por todo su cuerpo.
Siempre les dijeron que el tesoro estaba maldito y que tuvieran cuidado, pero solo pensaban que eran mitos que las personas se inventan para que nadie vaya a buscarlo; sin embargo, ahora que vivían tal situación solo podían pensar en todas esas veces que les advirtieron.
Francisco intentó ignorar todos esos pensamientos y comenzó a nadar para salir del mar, poco a poco se empezaba a acercar a la sombra del barco, pero, cuando ya estaba justo debajo de la sombra, sintió un mareo que nunca había sentido, le dieron ganas de dejar de nadar, sentía como sus ojos se cerraban. Intentó aguantar; lo que más le preocupaba fue que cuanto más se acercaba al barco menos sentía sus pies.
Sin saber cómo, llegó al barco. Parte del equipo lo ayudó a salir, pero …cuando salió del agua, colapsó. Trataron de despertarlo, pero nada. El capitán al ver esto se acercó rápidamente, se arrodilló, puso su mano en el pecho de Francisco y sintió cómo su pulso se estaba haciendo más y más lento. No dudó ni un segundo y le gritó apresuradamente a un miembro del grupo: “¡Pide ayuda por la radio!… ¡¡¡Ahora!!!”.
Durante la espera salieron otros buzos, pero el resultado era el mismo, todos colapsaron a los pocos minutos. Pasaron largos minutos hasta que el equipo escuchó que llegaba un barco militar de rescate. Inmediatamente subieron a todos los buzos que estaban desmayados y partieron a toda prisa.
Al llegar a una base militar se dieron cuenta que todos habían caído en coma. No sabían la causa… aún no la saben. Hay muchas teorías, pero la que se escucha más en los pasillos de la base es que los rumores sobre el tesoro maldito eran ciertos… unos que, en sí, nadie conocía, pero que todos temían sin saber por qué.
Algo se cumplió: Francisco no volvió a la construcción.
