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Trump, Qanon y las teorías de la conspiración

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Poco a poco el extraño término de QAnon ha cobrado popularidad. El origen de esa organización se ubica en Estados Unidos alrededor de 2016-2017, cuando a través de las redes sociales empezó a difundir una serie de teorías de la conspiración inspiradas en creencias propias del pensamiento conservador de ultraderecha cuyos blancos de ataque predilectos son la evidencia y el conocimiento científicos, los valores de liberalismo, lo mismo que los personajes, agrupaciones y políticas públicas que de alguna manera contradicen los postulados de esa esotérica y temible organización. Van aquí algunos botones de muestra de lo que han sostenido sus integrantes y que ha movilizado a miles de ciudadanos proclives a caer en estas patrañas y a apoyar por tanto fervientemente a Trump, sin que éste lo objete:

1.- Sostienen que políticos del partido demócrata y actores liberales de Hollywood, integrantes del deep state, practican la pedofilia y participan en una red internacional de tráfico sexual de niños.

2.- En 2017 denunciaron el llamado Pizzagate, el cual acusaba a John Podesta, director de campaña de Hillary Clinton, de manejar una red de pedofilia en el sótano de una pizzería.

3.- Advierten que Barack Obama, Hillary Clinton y George Soros pretenden dar un golpe de Estado para tumbar a Donald Trump.

4.- Afirman que el actual presidente estadounidense está librando una guerra secreta contra los pedófilos de la élite que adoran a Satanás.

5.- Proclaman que es necesario organizarse para rescatar decenas de miles de niños secuestrados por esas redes de pederastia, niños que se encuentran en túneles de Nueva York y Los Ángeles.

6.- En ocasiones niegan la existencia del Covid-19 y lo denuncian como parte de una conspiración (por tanto el uso del cubrebocas no opera) aunque otras veces ante la incontrovertible evidencia de los daños por el coronavirus, recomiendan beber una poción conocida como MMS o lejía gourmet para protegerse del virus (Trump mismo no estuvo lejos de eso cuando recomendó las inyecciones de cloro). Muchos de quienes se han adherido a esas patrañas han salido a la luz pública presencialmente en mítines a favor de Trump, con carteles, gorras y camisetas que los identifican plenamente como miembros de esa agrupación. Son por lo general gente amante de las armas y por tanto armada y tienen seguidores con patrones de comportamiento violento, razones por las cuales el FBI los ha calificado como una amenaza terrorista doméstica. De igual modo Facebook y Twitter han eliminado miles de cuentas relacionadas con las teorías de la conspiración de QAnon. Ante el entusiasmo con el que decenas de miles de estadounidenses se han incorporado a las fi las del QAnon, cabe recordar cómo a lo largo de la historia las situaciones de graves crisis sociales, políticas y sanitarias, han sido terreno fértil para las teorías de la conspiración como forma de explicar lo que ocurre y poder encontrar así responsables o chivos expiatorios contra los que luchar para solucionar los problemas. Así fue como en el siglo XIV la epidemia de peste negra que acabó con un tercio de la población europea se atribuyó a menudo a la malévola conspiración de los judíos que vivían en esos entornos y que presuntamente contaminaban los pozos de agua para dañar al resto de la población. Las consecuencias fueron matanzas brutales de judíos. La infame época de las cacerías de brujas, donde se quemaba mujeres en las hogueras es otro de los ejemplos, así como el útil servicio que para la ideología nazi significó el infame libelo titulado Los protocolos de los sabios de Sión, pergeñado a fines del siglo XIX en Rusia por la policía secreta del zarismo, y que sirvió para apuntalar las teorías del nazismo con relación a la peligrosidad de las conspiraciones judeo-masónicas. Por desgracia, aun en nuestro avanzado siglo XXI proliferan innumerables teorías de la conspiración cuyo daño puede ser de una magnitud inimaginable. En el tema de las vacunas bien sabemos de las víctimas que ha cobrado el movimiento antivacunas, responsable del rebrote de enfermedades que habían desaparecido ya de la faz de la tierra, reviviendo peligrosas epidemias. Por último, un dato evidente relacionado con las teorías de la conspiración es que por lo general son abrazadas y explotadas por dirigentes populistas que las usan a discreción para beneficio de sus intereses. Como lo ha mostrado Trump y también nuestro presidente, tan dado siempre a atribuir nuestros problemas nacionales a conspiraciones de adversarios neoliberales y conservadores empeñados en hacer el mal.

//ESTHER SHABOT*

*Especialista en asuntos de Oriente Medio Fuente: Excélsior, 7 de noviembre, 2020.