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La estética de la vulnerabilidad

Centro Deportivo Israelita, A.C.

¿Cómo puede ser placentera la simple idea de ser herida, de ser frágil? En un entorno social y cultural tan obsesionado en hacernos creer que todo es posible, que nos exige romper nuestros propios límites para ir más rápido y más lejos; la mera idea de abrazar mi propia mortalidad y mis límites de lo humano es liberador. Aceptar desde ya que mi cuerpo es fi nito, que envejece, que con los años se irá marchitando, que no siempre tendré las mismas habilidades mentales y sensoriales y, que eventualmente voy a morir, más que una tragedia es un portal hacia el placer y el gozo de quien sí soy hoy. Es también un llamado interno y urgente para vincularme con otras personas, desde la intimidad, para ser testigo de su propio proceso de vida. La Vida sigue, aunque mi experiencia de Vida concluya en mi último aliento, en el suspiro de mi ego. Reconocer y ser reconocida. Volver al conocimiento sin prejuicio de quien tengo enfrente y de quien habita en mi cuerpo. Cuando tengo miedo me oculto, me visto de una armadura poderosa que no permite al otro saber quién soy, corriendo el peligro que sea a mi a quien yo olvide. Viví durante años ocultándome bajo el manto de la angustia ante la ignominia. A ratos, cuando la parálisis era insoportable, su falta de cobijo me dejó respirar y hacer cambios en su ausencia: un corte de cabello, un estado civil distinto, un nuevo amor. Con cada transformación mi físico y, sobre todo mi andamiaje emocional se fortalecieron ante el atrevimiento. Me enfrenté a las burlas, a las dudas, a la violencia, también me alié con el respeto, la admiración y la complicidad. Mientras más arriesgada era mi travesía me sentía menos sola; ahí entre la tundra y el desierto, me encontré con otros nómadas como yo. Comenzamos a tejer una red de seres errados, limitados, errantes. No ha sido tarea fácil, en el cruce de miradas no siempre hay armonía ni comprensión. Todos tenemos miedo. Ahí descubro el coraje; esa extraña sensación que emana del corazón y que me obliga a ser la primera en decir: Te Amo. Sin consecuencias, sin importar las consecuencias. Percibir la belleza como un acto de defensa. Balancearme sobre el límite permitido para asombrarme en un olor, en los sonidos de la voz, en el tacto de la piel, en lo irreverente de una nueva idea. Discernir entre la idea y la identidad. Evitar que el impulso de acallar la tristeza y la ansiedad termine por anesteciar toda mi experiencia. Transitar el dolor sin sufrimiento requiere la presencia de todos y cada uno de mis sentidos. Vivir es un acto estético, no requiere conocimiento previo ni tiempo de preparación; simplemente sucede. Estás o no estás. Estoy o no estoy. Somos.

*Terapeuta cognitivo conductual TEAM CBT 55 5216 1188 www.shoshanaturkia.com

//SHOSHANA TURKIA