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Alienación parental

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Julieta Algazi*

Es algo que se escucha ahora, pero ¿se sabe qué es?, ¿qué lo origina?, ¿cuándo empieza a perjudicar las relaciones de pareja?, ¿qué daño les hace a los hijos?, ¿qué efecto tiene en la familia? Creo que no se tiene claro, y sería bueno entenderlo.

La Alienación Parental, se llama Síndrome de Alienación Parental, ¿por qué? porque es una situación enferma, provocada por un enfermo que no sabe que está enfermo, solo actúa en lo que considera es defensa personal.

Normalmente, la parte de la pareja que le aplica la alienación a la otra parte, tiene un problema de inseguridad muy severo. No se siente seguro de sí mismo, de sus capacidades, pero no quiere que nadie se entere de sus carencias emocionales, y por eso, decide tomar posesión de su pareja a la que considera más capaz que a sí mismo.

Por ejemplo, el papel del hombre es el que tiene asignada la función de ser el proveedor económico de la familia, pero no lo logra. Trata, pero no tiene éxito. Los resultados de sus esfuerzos no son los que espera lograr, por diferentes razones. Se pone metas fuera de la realidad, le faltan conocimientos, lo menosprecian en su trabajo, infinidad de motivos que no le permiten llegar. Pero tampoco se da permiso de cambiar de giro, insiste en triunfar en lo que hace sin lograr su objetivo. La esposa trata de ayudarlo, ¿Por qué? Porque lo ama y porque quiere el bienestar de su familia. Y lo logra. Porque encuentra otra forma de hacer lo que el esposo quería hacer sin éxito. ¿Se lo agradece el esposo? No, la odia por lograr lo que él no pudo lograr. Debería agradecérselo, pero no lo hace, busca la forma de castigarla y ¿qué mejor forma que usar a los hijos? La calumnia, la acusa de causarle problemas, de imponerse a su voluntad, etcétera. Poco a poco va logrando que los hijos se alejen de la madre, que dio lo mejor de sí misma para sacar adelante a su familia, incluyendo a su esposo. Por el contrario, la mujer no está a gusto con lo que tiene. No sabe hacer gran cosa, se siente insegura, molesta porque no logra sus objetivos. No puede presumir ante sus amistades que es una triunfadora, que tiene la mejor casa, hace las mejores fiestas, tiene la ropa más fina, viaja a donde quiere, puede presumir y satisfacer su ego. ¿Quién tiene la culpa? El esposo. No le sabe dar lo que quiere. Entonces, utiliza a los hijos para que obliguen al padre a darle a ella lo que quiere, y poco a poco los va envenenando contra el padre.

Son ejemplos de las variantes que puede causar la alienación parental. El problema es que los hijos son los que pagan las consecuencias, odian a uno de sus padres, y ni siquiera tienen claro por qué, solo saben que es el malo y hay que someterlo o alejarlo.

Resultado. Normalmente el divorcio. Y el divorcio solo separa a la pareja que no sabe relacionarse en una forma sana y dejando el ego afuera de la relación, para compartir la responsabilidad que juntos adquirieron al casarse. Los hijos se quedan con una sensación de abandono, de insatisfacción y además confusos, no saben qué hacer ni cómo hacer, quedaron atrapados en una situación destructiva que va a afectar sus vidas para siempre.

¿Cuál es la solución? La pareja que forma un hogar debe ser pareja. Debe aprender a ser realista y no vivir de fantasías, entender que si a uno le va bien, al otro también, y que si no hacen equipo, el matrimonio se hunde y ahoga a los hijos a los que quieren dar felicidad.

Deben tener claro, que la base de una buena relación está sostenida por dos pilares, uno se llama respeto y el otro se llama saber escuchar.

La forma de practicarlo es simple. Si un miembro de la pareja hace algo que molesta al otro miembro de la pareja, deben esperar a estar solos y tranquilos y en ese momento decirle “el otro día hiciste algo que me molestó” y explicar qué fue. Mientras el que realizó el acto que causó malestar, debe escuchar con atención y comprender a su pareja. Después, deberá cuidarse de no repetir lo que sabe le molesta a su pareja. Eso es respeto. Eso es saber escuchar.

Lo mismo cuando hacen planes, cuando están buscando la solución a un problema, la pareja debe esforzarse por llegar a un punto de acuerdo, que le permita resolver cuál es la mejor forma de alcanzar su objetivo.

Resultado. La familia funciona bien. Los hijos crecen en un hogar estable. Se fortalecen todos y encuentran el camino a la felicidad. Eliminan el peligro del Síndrome de Alienación Parental. Es decir, hay una relación sana.

No es fácil, pero sí ideal, y es cuestión de educarnos todos para alcanzar lo más hermoso de la vida, una familia unida.

*Artículo enviado por una Socia del CDI.