Mi Cuenta CDI

Aprópiate de tu cuerpo

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Nora Bat Kol-El

El mensaje que constantemente transmite nuestra sociedad promoviendo y hasta demandando un cuerpo esbelto y ‘perfecto’ no es exclusivamente un asunto de mujeres. Pero sin duda alguna podemos afirmar que somos nosotras, quienes más somos bombardeadas y presionadas por este ideal, el cual nos orilla a una lucha constante y desgastante intentando alcanzar lo inalcanzable. Porque sin duda alguna, esos cuerpos que vemos en las revistas de moda y las pasarelas son total y absolutamente inaccesibles para el 98 por ciento de la población, simplemente desde el punto de vista genético. Eso sin contar las cirugías, retoques y Photoshop correspondientes. Y es así que mientras las industrias de la moda y las dietas continúan generando ganancias multimillonarias, miles de mujeres caen día con día en estados de ansiedad y depresión, dándose una y otra vez contra la pared, al no poder encontrar la fórmula mágica que las conduzca a ese tan ansiado cuerpo que, según tantas veces les han prometido, les permitirá tener al fin una vida perfecta.

¿En qué momento lograron convencernos de que existía un único modelo de cuerpo que pudiera resultar atractivo o bello? ¿En qué momento accedimos a vivir una vida de restricción constante en cuanto a alimentación se refiere? ¿A volvernos esclavas de rutinas extenuantes de ejercicio para alcanzarlo? ¿A gastar gran parte de nuestro presupuesto con este fin? Es realmente triste ver como día con día miles de mujeres enfocan gran parte de su energía y su potencial hacia esta interminable lucha, que en muchos casos las encamina a conductas que ponen en riesgo su salud y en algunos otros hasta su vida.

Qué doloroso es ver como niñas y adolescentes destinan la mayor parte de su energía y preocupación a la forma de su cuerpo. En una edad en que deberían estar enfocándose en crecer, florecer y crear, muchas quedan atoradas en una lucha que las consume y las deprime. Y tristemente, en varios de los casos, esta angustia es reforzada por los mismos padres y madres que de manera directa o indirecta, les siguen transmitiendo la idea de que es indispensable tener una figura delgada para triunfar en la vida.

Que diferente sería todo si el motor que nos empujara a ejercitarnos y a llevar una correcta alimentación fuera el deseo de tener un cuerpo sano que nos permita realizar todas las maravillas que es capaz de hacer. Otra cosa sería si pudiéramos ver y apreciar el privilegio que es contar con un cuerpo funcional independientemente de su peso y forma.

Y la pregunta que surge ante todo esto es, ¿cómo hacer para desprendernos de esta esclavitud?, ¿cómo romper con este cuento que muchas de nosotras nos hemos comprado completito? Creo yo, que el primer paso es hacer conciencia de la problemática: reflexionarla, hablarla, desmenuzarla y criticarla. Entender que cuando hablamos delante de nuestras hijas de lo ‘gordas’ que nos sentimos, o de lo bien que se ve fulana desde que adelgazó, estamos alimentando y haciendo crecer esta bola de nieve, que poco a poco continúa aplastando la autoestima de cientos de mujeres. Alcemos nuestra voz, leamos sobre el tema, hablémoslo sin tapujos y, sobre todo, hagamos ver a nuestras hijas que no son un objeto decorativo, que su valor va infinitamente más allá de esta falacia.