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Blanca nieves sobrevivió a Auschwitz (primera parte)

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Annemarie Dina Gottliebova llegó al mundo el 21 de enero de 1923, en la ciudad de Brno, en Checoslovaquia. Sus padres fueron Richard Gottlieb y Johanna Schawl, quien había dejado al padre de Dina cuando ella tenía cuatro meses, debido a una serie de infidelidades. Dina no tuvo hermanos, por lo que ella y su madre fueron siempre muy cercanas.

Nació marcada por el destino. Desde los tres años empezó a dibujar en bolsas de papel que su abuela Jenny, la madre de su mamá, le daba. Desde ese momento descubrió su pasión por la pintura; se la pasaba dibujando todo el día, y esa misma pasión la llevó a una vida llena de coincidencias y situaciones marcadas por lo insólito.
De espíritu soñador y emprendedor, de adolescente se trasladó sola a Praga, en donde cursó sus estudios en la Academia de Bellas Artes, gracias a una beca que le había conseguido un maestro de la Secundaria. De 400 personas que aplicaron, solo aceptaron a 17.

El 15 de marzo de 1939, los nazis invadieron Checoslovaquia, imponiendo una serie de decretos y prohibiciones a los judíos. Los niños ya no podían asistir a las escuelas, y debían portar una estrella amarilla en su ropa para diferenciarlos del resto de la población. Tampoco podían asistir a cafeterías ni a cines ni teatros, entre otras cosas. El centro deportivo judío, en el distrito de Strasnice, fue ocupado por la Gestapo, policía secreta nazi.

Fredy Hirsch, un judío alemán que había emigrado de Alemania en 1935 a Checoslovaquia y quien fungía como líder del movimiento Macabi (boy scouts judíos), logró que el patio de recreo del centro deportivo fuera uno de los pocos lugares en donde los niños judíos pudieran aún hacer deportes y jugar en un espacio abierto. Sí, ¡junto al mismo demonio nazi! Ahí, Fredy organizó deportes, competencias, campamentos y producciones teatrales para los cientos de niños que asistían ahí, difundiendo entre ellos los ideales de trabajo en equipo, responsabilidad y destreza física.
La primera vez que Dina vio a Fredy, fue en la organización sionista a donde asistía. Le pareció el epítome de la belleza masculina. Este primer encuentro la marcaría por el resto de su vida.
Pero el universo confabuló y alineó el destino de la vida de Dina. Ella era una mujer que amaba el Arte, era valiente y decidida. No se doblegó ante las situaciones que le tocaron vivir y eso lo demostró durante toda su vida.
En 1937 se estrenó mundialmente la película Blancanieves y los siete enanos, primer largometraje de animación producido por Walt Disney. Tuvo un gran impacto en el público de todo el mundo, debido a sus innovaciones técnicas y artísticas. A finales de 1939 se estaba proyectando en los cines de Praga, y Dina, desafiando las prohibiciones de los nazis, se quitó la estrella amarilla de su ropa y la guardó en la bolsa de su saco; entró a un cine y vio la película siete veces seguidas. ¡Quedó completamente impactada por ella!
A pesar de las prohibiciones, las limitaciones y las dificultades, todavía eran tiempos felices para Dina. Asistía a la Academia de Artes y se las ingeniaba para hacer sus dibujos y continuar creando.

En noviembre de 1941 se creó el gueto de Theresienstadt, en las afueras de Praga, y de inmediato comenzaron las deportaciones de judíos europeos a ese lugar.
La madre de Dina, quien todavía vivía en Brno, recibió un citatorio para ser trasladada al recién creado gueto. Dina, al enterarse de esto, decidió ir al gueto voluntariamente. "Teníamos que estar juntas. No podía dejarla ir sola", dijo años después.

A los judíos solo se les permitía llevar una maleta por persona, por lo que Dina empacó ahí sus instrumentos para pintar. En una triste ironía, los judíos de Praga fueron convocados a reunirse en la escuela donde Dina había cursado su Secundaria. De ahí los llevaron a la estación de tren para luego ser trasladados en trenes regulares al gueto. Esto sucedió el día que Dina cumplió sus 19 años de edad, el 21 de enero de 1942.

Su primera ocupación en el gueto fue como voluntaria de enfermera en la barraca hospital. A pesar de las terribles condiciones de vida de ese lugar, se las arreglaba para participar en las actividades culturales que ahí se desarrollaban. Junto a Rosy, su recién conocida amiga, iban cantando y tocando melodías de ópera, de barraca en barraca, para alegrar la vida de los residentes. También interpretaban papeles cómicos en sketches improvisados.

Una de estas piezas cortas, se trataba de una pareja que iba a recibir a unos amigos a cenar; eran pobres y no tenían dinero para comprar un pavo para la cena, así que, como solución, ofrecerían sobras de la comida del día anterior. La pareja decidió así que al momento de servir la cena, el personaje de Dina iría a la cocina y tiraría un recipiente al piso para hacer creer a los invitados que el pavo se había echado a perder y que, por lo tanto, cenarían sobras. Pero cuando ella regresaba, miraba llorando al esposo y le decía que las sobras también se habían caído y se habían echado a perder. Dina comentó años después que cada vez que interpretaba esta pieza lloraba de tristeza de verdad…

Otro de sus pasatiempos era pintar sobre el cuerpo de las mujeres de las barracas en las noches para entretener a las internas. En una ocasión, dibujó la imagen de un lechero sobre el torso desnudo de una mujer, con la mano del lechero sobre el seno. Cuando esta mujer se movía, el efecto óptico era tal que provocaba muchas carcajadas entre sus compañeras. También pintaba caras en las espaldas desnudas de las mujeres, y de nuevo, al moverse parecía que las caras estaban animadas.

Así, se estaba representando una tragicomedia en el gueto. Mientras que miles de seres humanos morían de hacinamiento, desnutrición y enfermedades, otros trataban de sobrellevar la vida con juego, humor y arte. A escondidas, claro, pues todas estas actividades estaban prohibidas.

Los niños no eran la excepción. La mayoría de ellos eran separados de sus padres en cuanto llegaban al gueto, y eran internados en lo que fueron conocidas como casas de niños. En estas casas los educadores se encargaban de enseñar, y era ahí también donde las obras artísticas de los pequeños emergían. La resistencia moral se mostraba de todas las maneras posibles.

Un joven llamado Fredy Hirsch era uno de los encargados de la educación semilegal de estos niños, por lo que trató de mejorar las condiciones de vida en lo que podía. Insistía en que los pequeños debían de ejercitarse todos los días, y que había que poner especial atención en su higiene en beneficio de su condición, no solo física sino también psicológica. Esas constituían la única esperanza de sobrevivir bajo esas condiciones.

Dina entró después a trabajar en el taller de pintura del gueto, el cual era dirigido directamente por la Schutzstaffel (SS), el escuadrón paramilitar de la Alemania nazi. Aquí fueron encarcelados los pintores judíos, checos y alemanes más famosos de la época: Fritta, Ungar, Fleischman, entre otros. Los oficiales de la SS les proporcionaban los materiales para que estos pintaran y dibujaran lo que se les ordenaba; de hecho, las obras creadas aquí representaban una realidad totalmente falseada y propagandística de lo que realmente ocurría en Terezín. Así pues, en este taller, Dina realizó reproducciones al óleo de pinturas famosas, las cuales fueron enviadas después a Alemania para su reproducción en serie.

Pero la resistencia siempre encontraba formas para dejar testimonio de lo que realmente sucedía en ese infame lugar. Los pintores se las ingeniaban para robarse lápices, pinceles, pinturas y papeles para dibujar y pintar a su gusto, y por las nochesdejaban plasmado en los lienzos la cruenta realidad de la vida en el gueto. Para no ser descubiertos, escondían las obras dentro de las tuberías. 

Dina hacía lo mismo, pero lo que ella pintaba eran motivos de Blancanieves y los siete enanos. El embrujo que le había provocado esta cinta la perseguía de una manera fascinante. No podía olvidar, aún en la difícil situación en que vivía, esas imágenes; revoloteaban en su mente y aparecían en sus sueños... Grumpy, Dopy, Doc, Sneezy, Bashful, Sleepy y Happy bailaban alrededor de Blancanieves y los animales del bosque en una danza alegre sin fin. Dina no sabía en ese momento cómo esos personajes animados la seguirían fielmente, para bien o para mal, durante toda su vida...

CONTINUARÁ...