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Devuelven obra de Degas robada por los nazis

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Hoy en día pocas personas pueden poner en duda que el origen de muchas colecciones privadas modernas es producto del expolio al que fueron sometidos propietarios judíos cuyos bienes fueron confiscados por las autoridades nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Por suerte, poco a poco estas piezas robadas han sido devueltas a los descendientes de sus propietarios originales. Tal es el caso reciente de la restitución por parte del Gobierno de Francia de un dibujo de Edgar Degas a los herederos de Marcel Dreyfus.

La obra de Degas, Trois danseuses en buste, también conocida como Trois danseuses à mi-corps, perteneció a Maurice Dreyfus hasta el 28 de agosto de 1940; en medio de una creciente represión contra los judíos en Francia, este dibujo al carboncillo le fue expropiado al coleccionista. En 1947, dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Dreyfus informó a las autoridades francesas que esta obra no le había sido devuelta (ya había recuperado dos pasteles de Henry Raeburn, que también le habían quitado los nazis). El destino de Trois danseuses en buste fue elusivo, marcado de desencuentros. En 1951 fue vuelto a ver en París; había aparecido en un armario del edificio que fue sede de la embajada de Alemania durante la ocupación y que, para la fecha del hallazgo, era una dependencia del Ministerio de Exteriores. Sin embargo, nunca se estableció el vínculo con Dreyfus, no se le devolvió y fue atribuido a los museos nacionales franceses. Por ello, el dibujo de tres bailarinas de Degas fue a parar al Louvre. Maurice Dreyfus falleció en 1957, sin haber vuelto a hablar del dibujo expropiado.

Irónicamente, a medida que han ido falleciendo tanto los propietarios como los testigos directos de muchas obras expoliadas por los nazis han sido más efectivas las gestiones de devolución de patrimonio artístico a los familiares de los dueños originales. El año pasado el Ministerio de Cultura francés activó un protocolo de búsqueda de piezas aún sin que los herederos se comuniquen con ellos, en convenio con los genealogistas de Francia. La aparición y consiguiente devolución del carboncillo de Edgar Degas fue el primer éxito de esta iniciativa.

El carboncillo le fue entregado a Viviane Dreyfus, hija de Maurice, en un acto especial. Ella se mostró particularmente conmovida, porque desconocía la existencia de la pieza.

Audrey Azoulay, ministra de Cultura, insta a que se amplíe el estudio de las piezas artísticas de 1933 a 1945, a fin de que las instituciones museísticas expliquen el origen de sus colecciones. Al sol de hoy, es posible que mucho del arte que cuelga de las paredes de los principales museos de Europa hayan pasado primero por las malas artes de algún oficial nazi.