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El arte de la persuasión a través del tiempo

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Diana Kuba

Con este título ¿cuál es el objetivo de estas líneas? Mostrar los cambios que se han dado en la experiencia humana desde el siglo XVIII hasta el XXI, de cómo se trataba de convencer a la gente para ser partícipe de una idea (de cualquier tipo) y seguirla. El objetivo es ver cómo se ha pasado de una cultura de élites, que privilegiaba los argumentos racionales de la palabra para convencer a la gente hacia la adopción de una idea, la cual se creía –dependiendo quien la profiriera- que era la “verdadera”, a otro tipo de cultura -que algunos autores, denominan contracultura o cultura de masas- que intenta actualmente atraer y persuadir a las mayorías mediante las imágenes (e incluso sonidos), para la apropiación de una idea sea verdadera o falsa, con objeto de que estén dispuestas a adoptarla y seguirla, o consumirla, a fin de que se les identifique con determinada marca, tendencia o estatus.

En el siglo XVIII la forma de comunicar las ideas a la gente era mediante la vía oral o a través de la lectura (íntima o colectiva) en las plazas y espacios públicos y púlpitos de las iglesias, donde la imprenta jugaba un papel de vital importancia. Uno de los medios para hacerlo era la retórica que era un arte especializado que reglaba la oratoria y la escritura para la elaboración de todo tipo de discursos basados en argumentos estructurados racionalmente, que tenían la finalidad de persuadir. El principio era instruir y convencer mediante la palabra de lo que se consideraba justo, verdadero, bueno o útil para el público. Los desafíos de este tipo de comunicación eran que las mayorías para esa época no sabían leer y escribir, y que las ideas solo podían difundirse entre una élite de ilustrados y letrados, aunque podían alcanzar una difusión muy reducida y limitada entre los grupos analfabetas. Se trataba de una comunicación para las élites que dominaban la “cultura trascendental” orientada a llenar el espíritu, la sensibilidad y al cultivo del conocimiento.

Para los siglos XIX y XX, el arte de la retórica se dejó atrás, pero el lenguaje oral y escrito mediante la palabra basada en argumentos racionales analíticos y sintéticos, siguió siendo el instrumento para persuadir a la gente hacia la consecución de diversas ideas. En estos siglos inició el surgimiento de los Estados nacionales en la sociedad occidental, interesados en alfabetizar a sus ciudadanos y de homogeneizar sus ideas a fin de consolidar sus distintos proyectos de nación, por lo que la educación pública y la prensa jugaron un rol importantísimo para instruir a las mayorías en la lectura y escritura, y convencerlas que eran parte de las ideas de la nación y de la cultura de las que formaban parte.

Simultáneamente, a raíz de la Revolución Industrial y el desarrollo del capitalismo, empezó la necesidad de los sectores industriales y comerciales de que los productos que se generaran fueran consumidos por la gente (fueran connacionales o foráneos) a fin de que se promoviera la economía y se pudiera recuperar el capital y acumular la riqueza para volver a invertir. Este fenómeno trajo a consecuencia la necesidad de buscar estrategias distintas con el objeto de persuadir a la gente a la idea de consumir productos necesarios o suntuarios, para conseguir una rentabilidad, con lo que nació el embrión de la mercadotecnia.

Asimismo, en el siglo XX, ya consolidados los estados nacionales y confrontadas las potencias de la época en las dos guerras mundiales, fue menester convencer a los ciudadanos de cada nación, ya fuera capitalista, fascista o comunista, que su sistema de gobierno era el verdadero y mejor, por lo que se desarrollaron nuevas estrategias de persuasión, aparte de la palabra discursiva oral y escrita, para atraer a grandes cantidades de la población, para que estuvieran dispuestas a participar en defensa de sus “naciones” en la lucha contra los distintos modelos políticos que se les presentaban en el mundo, para que el propio fuera el victorioso.

Con esto, el arte de la persuasión a través de la mercadotecnia dirigida a las masas inició una trayectoria ascendente, principalmente mediante las imágenes de diferentes tipos, para estimular los sentimientos, sensaciones y pasiones de las mayorías, a fin de que políticamente, apoyaran y participaran en las guerras, y que económicamente consumieran todo tipo de productos que generara el mercado, fueran indispensables o no. No obstante, el arte de persuadir bajo la palabra oral y escrita argumentada racionalmente continuó en menor grado y sigue en nuestros días en los ámbitos políticos, la opinión pública, la cultura literaria y de conocimientos, o lo que se denomina la “alta cultura”, que al parecer sigue siendo del dominio de las élites dispuestas a realizar un esfuerzo racional profundo de comprensión y formación de juicio, que las mayorías y las nuevas generaciones, probablemente no están dispuestas a ejercitar. 

El problema que en mi opinión se genera a través de la persuasión masiva mediante imágenes (e incluso sonidos) que pueden ser captadas visualmente bajo diferentes dispositivos (espectaculares, pantallas de televisión, cine, computadoras, Smartphones) y que gracias a la cibernética pueden llegar a cientos, miles y millones de personas, es que solo llegan a niveles de razonamiento muy superficial, aunque subliminalmente toquen fibras muy profundas para convencer, pero obstaculizan el desarrollo de una “cultura trascendental” donde los argumentos estructurados analítica y sintéticamente bajo la palabra oral y escrita, son aún necesarios para adentrarse a niveles profundos de la razón, a fin de enjuiciar lo que vale o no la pena seguir y no dejarse convencer por cualquier idea, sin antes cuestionarla y filtrarla, y así, enriquecer el espíritu.