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El Estado Islámico no es el único problema del Oriente Medio

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Jonathan Spyer

En un reciente viaje que hice como reportero a Irak y al norte de Siria, dos cosas quedaron claras - una de ellas, relativamente alentadora; la otra no tanto. La noticia alentadora es que el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en Inglés) se encuentra en retirada. No se trata de un debacle precipitado, sino una contracción.

¿Las malas noticias?

Nuestro enfoque resoluto sobre el Estado Islámico como si fuera la fuente principal o única de la disfunción de la región es el resultado de un análisis defectuoso, que a su vez está produciendo una política errónea.

En cuanto a la primera cuestión, 2015 no fue un año especialmente bueno para el Estado Islámico. En el transcurso del mismo, los yihadistas perdieron Kobani y luego una gran área al este, llevando a los combatientes kurdos sirios del YPG (Unidades de Protección Popular) y sus aliados a 30 kilómetros de la ciudad de Raqqa, la ‘capital’ del Califato.

A fines de diciembre, los yihadistas habían perdido el último puente que controlaban sobre el Éufrates, en la presa de Tishreen. Esto es importante, ya que aísla a Raqqa, dificultando el envío expeditivo de refuerzos del Estado Islámico desde la provincia de Alepo a la ciudad, en el caso de un ataque.

Asimismo, el grupo kurdo YPG avanzó hacia el sur de la ciudad de Al Hawl, al este de Raqqa.

En Irak, las milicias chiís iraquíes y las fuerzas gubernamentales han recuperado la ciudad de Ramadi (perdida a principios de 2015) tras la expulsión del Estado Islámico de Tikrit y Baiji.

La Pesh Merga kurda, por su parte, ha vengado la humillación que sufrió a manos del Estado Islámico, en el verano de 2014. Los kurdos han hecho retroceder a los yihadistas a través de la planicie entre Erbil y Mosul, empujándolos a las orillas del río Tigris. También han liberado la ciudad de Sinjar.

La ciudad de Mosul está enclavada en el lado occidental del río. Sigue siendo la conquista más importante del Estado Islámico. Su recuperación no parece inmediatamente inminente; sin embargo, la tendencia general es clara. La principal consigna del ISIS es «Baqiya wa›tatamaddad», «Permanencia y expansión». En la actualidad, sin embargo, se puede decir que el Estado Islámico está permaneciendo, pero en retirada.

Esta situación se refleja en la confianza de los combatientes que se enfrentan al Estado Islámico a lo largo de la extensa línea del frente. En las entrevistas, mientras atravesaba las líneas, escuché los mismos detalles una y otra vez en relación con el cambio de tácticas del Estado Islámico, todo claramente concebido para conservar sus efectivos.

Este estancamiento del Estado Islámico es el trasfondo de su giro hacia el terrorismo internacional, que era también un elemento notable en la segunda mitad de 2015. El derribo del avión ruso en octubre, los eventos en París en noviembre, y la serie de atentados suicidas en Turquía, desde julio, dan fe de la necesidad que el Estado Islámico tiene del éxito y la acción. Ellos tienen que mantener el flujo de reclutas y para eso, mantener la imagen de la victoria es esencial.

En cuanto a la segunda cuestión: visto de cerca, el Estado Islámico es obviamente, solo una parte, y no necesariamente la parte principal de un problema mucho más grande. Cuando se habla tanto de los que luchan con el Estado Islámico como de los que simpatizan con él en la región, esta observación se destaca como una gran diferencia de percepción entre la visión del Oriente Medio sobre el ISIS y la visión que se presenta sobre ellos en los medios de comunicación occidentales. Estos últimos tienden a presentar al Estado Islámico como un desarrollo extraño y único, una organización terriblemente mala de orígenes poco claros, que es enemiga natural de todas las fuerzas dominantes en el Oriente Medio.

Desde un examen más detallado, la situación aparece bastante diferente. El Estado Islámico tiene las mismas raíces ideológicas y prácticas similares a otras organizaciones yihadistas salafistas activas en la arena siria. El Estado Islámico trata a los no musulmanes brutalmente en las áreas bajo su control, y se adhiere a una ideología rígida y fanática basada en una interpretación y aplicación literal de los textos religiosos. Pero esta descripción también se aplica a Jabhat al Nusra, la franquicia de Al Qaeda en Siria.
Nusra se opone al Estado Islámico, y es parte de una alianza rebelde apoyada por Arabia Saudita, Qatar y Turquía. En marzo de 2015, cuando Nusra capturó la ciudad de Idleb en el norte de Siria, 150 familias cristianas de la localidad se vieron obligadas a huir a Turquía. Nusra también ha convertido por la fuerza a una pequeña comunidad drusa en Idleb. La alianza de la que Nusra era una parte incluía también a grupos de la tendencia de la Hermandad Musulmana, tales como la milicia Faylaq al Sham, que al parecer no tenían ningún problema de operar junto a los yihadistas.

El Estado Islámico no es una organización única; sino más bien, existe en uno de los puntos más extremos a lo largo de un continuo de movimientos comprometidos con el Islam político sunita.

Mientras tanto, la amorfa masa de grupos islamistas suníes -de los cuales el Estado Islámico constituye solamente un componente- está entablando una lucha a lo ancho de la región con un bloque mucho más centralizado de los estados y movimientos organizados en torno a la República Islámica de Irán, que se está comprometido con una versión chií del Islam político.

El Oriente Medio -en Yemen, Irak, Siria, y en menor medida el Líbano, a lo largo de las divisorias sectarias de la región- es testigo de un enfrentamiento entre modelos rivales del Islam político, de los cuales el Estado Islámico es apenas una sola manifestación.

Los actores locales encuentran patrocinio y apoyo de los estados poderosos de la región, comprometidos ellos mismos con versiones diferentes del islam político: Irán con los chiís; Arabia Saudita, Turquía y Qatar -que apoya a los hermanos musulmanes- con los sunitas.

El largo despertar del Islam político como la forma dominante de la política popular en el Oriente Medio comenzó hace décadas. Pero el eclipse del orden político en la región, y de las dictaduras nacionalistas en Irak, Siria, Egipto (temporalmente), Túnez y Yemen en los años recientes, lo ha elevado a un nuevo nivel de intensidad.

Esos Estados, indiferentes a las normas y reglas, utilizando el terror y la subversión para promover sus intereses, los grupos armados yihadistas, las crisis de los refugiados y el trastorno que resulta de todo esto son manifestaciones concretas de todo eso.

Esto, y no el destino de una sola entidad yihadista, bastante destartalada en las tierras baldías del este de Siria y el oeste de Irak, es el asunto en cuestión en el Oriente Medio.