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El legado de Hannah Arendt

Centro Deportivo Israelita, A.C.

A 42 años de su muerte, Hannah Arendt, filósofa política alemana que escribió extensamente acerca del autoritarismo, la naturaleza del mal, y el poder, comenzó a tener un gran revuelo en el último tiempo.

En primer lugar, se encuentra la pieza de Zoe Williams, El totalitarismo en la era de Trump: lecciones de Hannah Arendt. En su artículo Williams observa, como muchos lo han hecho, que Los orígenes del totalitarismo, de Arendt, se ha convertido en una sorpresa. 

Como una especie de visión general sobre el pensamiento de Arendt, la pieza de Williams seadentra en el antisemitismo, el totalitarismo, el votante autoritario, la protesta, y un par de otros temas, todos con la ayuda de varios académicos que ofrecen comentarios sobre si realmente se puede aplicar a Arendt en nuestra situación actual, y si Los orígenes del totalitarismo es el libro adecuado al que recurrir.

Williams se apoya en muchos de los puntos de vista de Arendt, particularmente los que se refieren a la idea de las ideologías pan, que son elementos como bolchevismo y nazismo. La autora parece creer que Trump ha creado una especie de pan-ideología, y que es una señal de orgullo que la izquierda no haya sido “efectiva en este espacio, aunque se sienta como un fracaso”.

El otro artículo en cuestión, No conoces a Hannah Arendt, de Emmett Rensin, toma la postura opuesta. Reaccionando a una reciente cosecha de artículos sobre Arendt, Rensin argumenta que su legado ha sido ampliamente mal entendido. Que muchos expertos han utilizado a Arendt simplemente para afirmar que ‘el fascismo es malo’, que es cierto, pero también es utilizado como una cubierta por la izquierda para evitar tratar con los problemas del liberalismo.

Como Rensin escribe: “No es una coincidencia que, al ser despojado de su matiz y reducido a un resumen, este punto de vista corresponde perfectamente con la incomprensión liberal de Trump. Más que eso, da tranquilidad a aquellos que desean creer que los fracasos del liberalismo internacional no son los culpables de las condiciones actuales: la desigualdad de ingresos, el libre comercio, las epidemias de drogas y la guerra. No fueron estas políticas las que llevaron a tantos estadounidenses a rebelarse contra su propia sociedad, y por lo tanto no son los autores de esas políticas los responsables de esa revuelta. La coalición Trump solo está reaccionando mal a un mundo más progresista, y no hay nada que los progresistas pudieran haber hecho al respecto, a menos de traicionar fundamentalmente su obligación hacia los oprimidos”.