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El Midrash dice

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Elba Szclar

El término Midrashin proviene de la raíz hebrea darash que significa buscar, investigar. El Midrash por lo tanto es una exposición de los pesukim (versículos) de la Torá que surge de nuestros sabios, después de haber sondeado en las profundidades de cada pasuk (versículo) y en todas las palabras y letras del mismo, en busca del verdadero significado interior.

Según la tradición, las palabras de la Torá pueden ser interpretadas por los Sabios de la Torá en distintos niveles de comprensión. Todas ellas son verdaderas, pues el Creador moldeó la Torá de forma tal que cada una de sus palabras y letras están cargadas de significado, permitiendo así un gran número de interpretaciones diferentes (El Midrash dice, Libro de Génesis).

Cada criatura constituye una evidencia de la sabiduría de Hashem (D-os). Aún si se reunieran las mentes más brillantes de la humanidad y decidieran crear al más pequeño de los insectos, ¿sabrían cómo darle vida?

Si una tubería estuviera pinchada con una sola abertura, del tamaño del orificio de una aguja, el aire en ella contenida se escaparía inmediatamente. El cuerpo humano está lleno de agujeros y aberturas, sin embargo su aire (la respiración, la vida) no se escapa.

Toda la Creación tiene un propósito. Aún las criaturas aparentemente más insignificantes como las moscas, las pulgas o los mosquitos, tienen un rol importante en la creación. Todas cumplen una misión; Hashem puede llevar a cabo sus planes a través de una serpiente, un insecto o una rana.

Aprovecho para incluir una cita de El Talmud “De todas las cosas que el Santo –bendito sea- creó en el universo, ninguna creó que fuera inútil… El caracol fue creado como remedio contra la sarna; la mosca para curar las picaduras de avispa; el mosquito para las mordeduras de serpiente. La serpiente es un remedio para determinadas enfermedades y la araña lo es contra las picaduras de escorpión” (Propiedades curativas de algunos animales).

Cito también al respecto la siguiente leyenda: “Un día el rey Saúl debido a que le tenía un verdadero odio y una gran envidia al rey David, envió ejércitos y espías para encontrarlo y matarlo. David corrió sin parar cuando los soldados lo perseguían y solo encontró una pequeña cueva en las montañas de Jerusalem donde podía esconderse. Apenas entró en ella, una araña comenzó a tejer una telaraña para proteger la entrada. Cuando los soldados del rey Saúl pasaron frente a la entrada, uno le dijo al otro: ‘no es necesario entrar ahí, fíjate que la telaraña está intacta. ¡Él no puede estar escondido allí!’. Y así una araña salvó la vida del rey David”.

Es significativo que el nombre de Hashem no aparece al principio de la Torá; primero inscribe Sus actos y luego sigue Su nombre. Hay muchos otros ejemplos de la modestia de Hashem a lo largo de la historia.

Cuando Hashem comenzó la Torá con la palabra Bereshit que comienza con la letra Bet (la segunda del alfabeto judío), la letra Alef (A) quedó ofendida por haber sido desplazada y se quejó ante Hashem diciendo: “Yo soy la primera letra y sin embargo fui excluida del comienzo de la Torá”. –Te prometo- dijo Hashem a la Alef que se hará justicia. Cuando Yo entregue la Torá a mis hijos en el Monte Sinai no he de comenzar con ninguna otra letra que no seas tú. Cuando Hashem entregó los Diez Mandamientos a los hijos de Israel colocó una Alef al comienzo diciendo: “Ani (Anoji): Yo soy Hashem, tu D-os...”.

Originariamente cada árbol en el mundo portaba algún tipo de fruto. Por mandamiento de Hashem no solo el fruto de un árbol era comible, también su madera, ramas, corteza y tronco lo eran. Sin embargo, la tierra desobedeció este mandamiento y produjo fruta deliciosa, pero madera desagradable por lo que Hashem la maldijo. ¿Por qué la tierra desobedeció al mandamiento de Hashem? La tierra razonó: -si la corteza sabe tan deliciosa como el fruto, la gente no solo recogerá y comerá los frutos, sino también los árboles enteros. Con el correr del tiempo no habrá más árboles-. A pesar de esta lógica aparentemente razonable, Hashem castigó a la tierra por interferir en Sus planes. Como consecuencia despojó a algunos árboles de su fruto y estos quedaron estériles.

El cuarto día, Hashem ubicó el sol, la luna y las estrellas en el cielo. El sol y la luna originariamente eran del mismo tamaño. – Es imposible que dos reyes compartan la misma corona se quejó la luna a Hashem-. El Todopoderoso decidió reducir su tamaño y la luna aceptó de buena voluntad el veredicto y no se quejó. El Creador agregó las estrellas al paisaje nocturno a fin de añadir luz a la luna.

Hashem no ordenó a los planetas brillar únicamente para quien lo merece y negar su luz al malvado. Los cuerpos celestes son un obsequio que Hashem brinda al mundo. Irradian luz para todos, los malvados y los justos.