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En la Universidad de Praga

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Aarón Cohen

Son las 6:30 horas y arribamos al lugar con Pavel Kuca. Entramos al edificio de la Universidad de Carlos, que está junto al río Moldavia y enfrente del Rudolfinium, la sala de conciertos de música clásica. Ya hay gente en la entrada, pero todavía no nos dan acceso.

Viene gente importante: maestros, estudiantes de Filosofía, historiadores, guías de turistas de Terezín, miembros de organizaciones históricas, organizaciones judías, sobrevivientes, etcétera. En fin, un público muy culto y sabedor de la historia de la República Checa.

Para nuestra sorpresa llega Dita Kraus, una de las sobrevivientes que entrevistamos para el documental en Israel. La saludamos muy efusivamente, ya que hemos convivido con ella los últimos tres meses, en la edición del documental y ya es parte de nosotros.

La sala está a reventar. Creo que hay más de 120 personas en este recinto universitario. Pavel da la bienvenida y nos presenta. Se apagan las luces y comienza la función.

Esther se sienta junto a Dita Kraus. La verdad es que estamos muy nerviosos, ya que es un público conocedor y seguramente muy exigente.

Otra vez el público ríe con la presentación en el documental de Fredy Hirsch, donde dice que era como un anuncio de pasta de dientes. El silencio y la atención del público se va haciendo cada vez más profunda. Estoy sentado frente a Dita y veo sus expresiones. Está muy atenta y algunas veces sonríe, y otras niega con la cabeza. Cada vez estamos más expectantes de qué va a suceder.

Termina el documental y empiezan los créditos. Un silencio absoluto. De pronto la gente empieza a aplaudir... Los créditos duran cinco minutos y cuando se enciende la luz y pasamos Esther, Stephy y yo al podio, la gente se paró y empezó a aplaudir. No pueden imaginar los sentimientos de orgullo y satisfacción que nos embargaron. Me di vuelta para ver a Esther y estaba envuelta en lágrimas. ¡No podía hablar! Le agradecí al público por acompañarnos en esta proyección, y les comentamos que nuestra labor era transmitir esta increíble historia en todo el mundo para que las futuras generaciones sepan lo que fue el Holocausto. Y claro para que Fredy Hirsch tuviera un reconocimiento por lo que logró en una época terrible para el pueblo judío.

Pero lo más impactante fue cuando Esther, todavía con la voz entrecortada, le dio las gracias a Dita Kraus por darnos su testimonio y por acompañarnos en esta función. Dita le contestó, también muy conmovida y prácticamente llorando, puesto que estaba muy emocionada con lo que acababa de ver. Que nunca esperó encontrarse con un trabajo así, y que recordó con alegría y tristeza esta etapa de su vida.

Después vino una sesión de preguntas y respuestas que duró más de 40 minutos. La gente no se movía de su lugar y escuchaban atentos. En fin, fue un día que no olvidaremos en toda nuestra vida.

Significados… Yom Hashoá