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Entrevista al profesor y economista Manuel Trajtenberg, en Jerusalem

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Sal Emergui

El profesor Manuel Trajtenberg, dejó la pancarta que alzaba con sus hijas en las calles de Tel Aviv invadidas por la ola de protestas sociales en el verano de 2011 para encerrarse en un despacho de Jerusalem y encontrar soluciones. Su Hoja de Ruta redactada en 50 días para reducir el elevado costo de vida en Israel, es una biblia socioeconómica para funcionarios y académicos. No solo israelíes.
"Fue una protesta pacífica de jóvenes, que pese a hacer todo lo que tenían que hacer, como servir al país, estudiar, adquirir capital humano, trabajar y casarse, no llegan a fin de mes. Toda esa frustración y enfado tenía que estallar en algún momento, pero fue muy positivo. Les escuchamos", recuerda hoy al frente del Consejo de Educación Superior en Jerusalem.

Antes de ser un indignado más, fue asesor económico del Gobierno. Cuando el nuevo líder centrista Yair Lapid aceptó la envenenada cartera de Finanzas, Trajtenberg justificó su título de profesor dándole clases aceleradas. Nacido hace 63 años en Córdoba (Argentina), fue un adolescente judío más atraído por el ideal sionista. Llegó a Israel en el año de 1967, mal momento ya que estalló la Guerra de los Seis Días. 47 años después, los israelíes escuchan su voz con suma atención. Así lo hace el Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, pese a no defender el mismo modelo económico.

Cuando el programa académico europeo Horizon 2020 estuvo a punto de abandonar Israel por discrepancias respecto a las colonias, Trajtenberg dio un golpe en la mesa. Su intervención ante los ministros israelíes fue decisiva. "Es vital para nuestra ciencia, tecnología e industria", les dijo sin miedo a elevar la voz.

El profesor, al que auguran futuro político, es optimista sobre la paz con los palestinos, la integración de ultraortodoxos y árabes israelíes o el futuro de Europa. Es un optimismo racional. Por algo, su apellido en Yidish significa "pensador de montañas".

Uno lee informes sobre la educación superior en Israel y no sabe si está muy bien o muy mal. ¿Me lo puede aclarar?

En el 2010, empezamos un plan de seis años destinado a recobrar la excelencia como foco principal del sistema académico de Israel, y también para abrir las puertas de la educación superior a dos grupos de la población que no están suficientemente representados en este campo: árabes y ultraortodoxos. Hace unos meses, entregamos 650 becas muy altas a estudiantes árabes para licenciatura de ingeniería y tecnología avanzada. El Estado hace un esfuerzo muy importante, empezando por un aumento del 30 por ciento del presupuesto para promover la educación superior o el establecimiento de 16 centros de excelencia. No son instalaciones de ladrillo, sino virtuales en colaboración con instituciones científicas.

¿Atajan la fuga de cerebros?

La idea de estos centros es que sirvan de plataforma para que jóvenes científicos que se fueron al extranjero, especialmente a Estados Unidos, vuelvan a Israel. Efectivamente, luchamos contra la fuga de nuestros talentos. Creamos grupos científicos cooperativos entre las instituciones. En los últimos tres años, el sistema universitario y las universidades han captado más de 1,200 jóvenes profesores.
El Start Up Nation tal y como se define a Israel ¿es una burbuja o una base sólida?

Lo que tenemos y se ha creado es real, como por ejemplo el sistema de navegación Waze vendido por mil millones de dólares. Lo que se llama High Tech comenzó a principios de los setenta con un concepto que Israel planteó antes de que se hiciera común en el mundo. En ese momento, se preguntó cuál sería la nueva fase del desarrollo del país, ya que el único recurso que tenemos es el humano, el talento científico, tecnológico, etcétera. Saber cómo motivarlo y traducirlo en crecimiento económico. El ministerio de Economía creó un aparato para fomentar la I+D con aplicaciones comerciales. Se fue desarrollando hasta que en los noventa tuvo un ímpetu muy grande gracias a los Venture Capital. Esta iniciativa estatal se privatizó posteriormente. Internet y Software son campos que le van muy bien a Israel porque no requiere grandes inversiones, sino creatividad.

¿Cuál es la nueva fase?

Es la gran pregunta. Debe estar más relacionada con la investigación científica. Por ejemplo, el campo biotecnológico. Se trata de un horizonte más largo que necesita más inversión y dedicación que High Tech.

Israel exhibe estabilidad económica y 6 por ciento de desempleo, pero esconde enormes diferencias sociales, un abismo entre pobres y ricos.

Es el problema más serio que afrontamos. Personalmente lo traté cuando presidí la comisión tras las protestas sociales. Por un lado, la globalización aumenta la desigualdad y por otro, en Israel tenemos a los ultraortodoxos y árabes, sin suficiente capital humano para integrarse masivamente al mercado laboral. La pobreza en estos dos sectores es muy alta. Somos un mercado muy pequeño, por lo que todo lo que sea local como servicios, alimentación, se ve afectado ante firmas con poder monopolista elevando el costo de vida sin que suban los sueldos.

¿Le sorprendió que en Israel donde las manifestaciones siempre giran en torno a paz y guerra, la calle se llenara para exigir justicia social?

Nos sorprendió a todos, ya que nadie pudo prever la magnitud que tomó este movimiento espontáneo. No fue programado por los políticos desde arriba, sino nació desde abajo. Mis hijas estaban allí. Yo también. Los jóvenes se hicieron escuchar.

Entonces...

Lo que ocurrió en Israel fue un acontecimiento enormemente positivo porque logró manifestar que algo no anda bien. En un país que según todos los parámetros macroeconómicos, fue de los mejores en superar la crisis, ¿cómo es posible que a muchos jóvenes trabajadores les cueste llegar a fin de mes? Expresaron la sensación de injusticia social de forma pacífica por lo que el Gobierno se lo tomó en serio. En lugar de reprimir las manifestaciones o negar que algo anda mal, creó una comisión para intentar encontrar las soluciones.

¿Qué se ha aplicado de las conclusiones de la Comisión Trajtenberg? ¿Qué falta?

El informe tiene cuatro partes. En el campo impositivo, se aplicó todo lo que aconsejamos como aumentar el impuesto directo, que había bajado mucho, disminuir los indirectos y dar incentivos a padres de niños pequeños. En el campo social, se incrementó y se dio educación gratuita y universal a niños de 3 a 5 años. Fue importante a nivel educativo, y alivió el costo de vida a las parejas jóvenes que pagaban una fortuna a las guarderías. Se aprobaron medidas antimonopolio, aunque el ciudadano no las siente aún porque toman su tiempo. Donde ciertamente no se hizo nada es en la vivienda. Allí está la gran decepción porque los precios siguen subiendo.

¿El llamamiento de grupos propalestinos al boicot de Israel es un peligro?

Sí. La mejor forma de combatir el boicot es basarnos en nuestra excelencia científica, y cooperar con todas las instituciones científicas del mundo. Estoy casi seguro, que el mundo académico internacional sabrá diferenciar lo que es puramente académico y lo que no.

¿Qué significa para usted hoy el sionismo?

Tratar de convertir a Israel en una sociedad más justa en todos los sentidos. En el aspecto interno con mayor integración de los árabes israelíes, los ultraortodoxos, los pobres... No se puede separar la idea de Israel como hogar del pueblo judío y la justicia social. Así me eduqué e intento hacerlo en todo lo que hago.
Justicia también significa un acuerdo con los palestinos...

No cabe ninguna duda de que justicia para todos implica dos Estados para dos pueblos. Soy optimista y ocurrirá. No sé cuando pero la gran mayoría de los israelíes cree en esa solución y en la paz. El desafío es traducir esta voluntad existente en acción política. Nuestro fracaso es que el sistema político no sabe traducir el sentimiento de la mayoría en acción.