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Fredy Hirsch y blancanieves viven en Auschwitz. Segunda parte

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Paloma Cung Sulkin

Entre las barracas del Familiencamp y las regaderas, quedaba un patio que servía para deportes y juegos scóuticos. Para los prisioneros, la imagen de los niños pequeños, paseando por el Campo, no lejos de ellos y de las torres de guardia, cantando y recogiendo piedritas, era una escena inverosímil. Las actividades más recordadas del Block 31, eran las canciones y las representaciones. Avi Ofir enseñaba con entusiasmo las canciones a los niños y la canción favorita era Aluette, una canción infantil francesa que cantaban los niños constantemente a todo pulmón. “En momentos como esos podíamos ausentarnos de la realidad”. En las ceremonias de Shabat organizaban obritas y sketches que escribían los niños. Pero la que causó el mayor y más duradero impacto, la máxima sensación de este periodo, fue la puesta en escena de Blancanieves y los siete enanitos, con escenografía, vestuario y bailes, aunque rudimentarios, más las canciones originales de la película de Disney. Kurt Rubichek, comunista y asistente de Fredy, escribió el guión y mucho tiempo ensayaron los papeles que los niños tenían que interpretar en alemán. El príncipe de la obra y alma de la producción general era Fredy, que conseguía lo necesario aprovechando sus privilegios. Todo era dinamismo, emoción y entusiasmo. El Dr. Mengele entraba ocasionalmente a ver los avances de la obra y les sonreía a los niños. Esto alimentaba la esperanza que subyacía en los maestros de que a los niños no les pasaría nada.

El 8 de marzo de 1944, puntualmente seis meses después de haber llegado, el primer transporte de Terezín al Campo Familiar, se develó el misterio: las letras SB6, o sea Sonderbahandlung 6, en el código concentracionario significaba cámara de gas en seis meses. Tarde se enteraron de lo que significaba y les era difícil aceptarlo.

La Cruz Roja Internacional finalmente haría la visita a Terezín apenas el 24 de junio de 1944 y posiblemente quisiera extender su visita a un Campo de Concentración. Para ese efecto se mantenía el Familiencamp funcionando. El segundo transporte tenía también seis meses de gracia y se liquidaría en julio. Dos más llegaron en mayo y cubrirían el expediente necesario.

Los alemanes hasta el final seguían tratando de encubrir sus intenciones. Se le informó al primer transporte que serían transferidos al Campo de Trabajo Heyderbreck y repartieron tarjetas postales posfechadas para que avisaran a familiares en Terezín, que estaban bien y que serían trasladados. Al llegar las tarjetas, todos habrían sido gaseados. A Dina Babbit y Mausi Hermann, las seleccionaron para seguir haciendo retratos del campo, así como a los doctores del Campo Familiar, dado que iban a ser trasladados Fredy asignó sus sucesores en las tareas educativas: Josef Lichtenstern y Honze Bremer.

La gente del underground sabía lo que les esperaba y enviaron a Rudolf Urba a hablar con Fredy. Él era la única persona cuyo liderazgo era indisputable para dirigir un acto de resistencia entre los prisioneros que serían ejecutados al día siguiente. La gente del Sonderkommando se les uniría al levantamiento, así como los prisioneros de los campos alrededor. La muerte era impostergable, pero matarían a algunos SS y algunos podrían escapar para informar al mundo exterior de lo que sucedía en los Campos. Fredy Hirsch, sin poder creer lo que oía, pidió una hora para pensarlo.

Al regresar por la respuesta lo encontraron, según su versión, agonizando. El “supuesto” suicidio de Fredy se diseminó como pólvora. El impacto de su muerte encubrió la verdad que a la distancia ha aflorado con documentos escritos y por testigos presenciales: Fredy murió por sobredosis de sedantes suministrados por los doctores del Block, que al estar excluidos del grupo que liquidarían, preveían la muerte de todos con la insurrección. Impedirla, les permitiría una pequeña oportunidad de sobrevivir, ganando un poco de tiempo. Al día siguiente, puntualmente, los camiones atestados con las familias del Transporte de Septiembre, iniciaron su marcha pero no llegaron a las puertas de Auschwitz, giraron a la izquierda rumbo a las cámaras de gas. En el trayecto luctuoso, repentinamente según los testimonios, estalló el canto de cientos de voces infantiles y sus maestros, que entonaron el Hatikva, (La esperanza) y el himno checo: Dónde está mi hogar.

LOS MUCHACHOS DE BIRKENAU: SEGUNDA OPORTUNIDAD

El trabajo con los niños continuó como cuando estaba Fredy. Las clases, la limpieza, los encuentros en Shabat. El estado de ánimo estaba decaído pero la vida siguió y la esperanza por un futuro también.

La creación del grupo Los muchachos de Birkenau (The Birkenau Boys) es otro momento poco conocido. Se volvieron grupo cuando se liquidó el Segundo Transporte del Campo Familiar que llegó de Terezín a Birkenau en diciembre 1943. Mengele seleccionó entre ellos a un grupo de noventa jovencitos, figuras regularmente inexistentes en Auschwitz, para desempeñar trabajos como mensajeros o laufers y otros, dentro del campo. Entre ellos quedó Bedrich Steiner, que llegó a México en 1968, el resto del transporte fue exterminado. Unos días antes de la liquidación, repartieron nuevamente tarjetas postales posfechadas, a pesar de los rumores, evidentemente el engaño seguía funcionando. Al grupo de chicos seleccionados, la suerte les ofreció una segunda oportunidad de sobrevivir, y al mundo la oportunidad de enterarse del heroísmo ignorado de los que a pesar de todo resistieron, de Fredy Hirsch y de sus colaboradores solidarios, que amortiguaron el sufrimiento de los niños permitiéndoles creer en un mundo mejor.

Fredy Hirsch no habita en el imaginario colectivo actual de los héroes del Holocausto. Quizá su memoria quedó secuestrada por el prejuicio debido a su ‘supuesto’ suicidio tardíamente aclarado como envenenamiento inducido, y a su condición homosexual que durante el Holocausto y después, en una Checoslovaquia comunista, era tabú mencionar. Fredy es un héroe que vibra en el alma de los sobrevivientes que lo conocieron, que saben que se ha cometido una injusticia y ahora después de setenta años, se apresuran a contar su historia porque saben que se apagan las voces y es su responsabilidad, y ahora la nuestra de rescatarlo del olvido y colocarlo en el lugar que se merece, para que no muera para siempre. 

Fredy Hirsch y blancanieves viven en Auschwitz. Primera parte