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Hanoar Hatzioni México

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Gabriel Cojuc

Cuando iba en Primaria, nunca me hubiera pasado por la mente que algún día iría en una tnuá, y aún menos que una tnuá cambiaría mi vida tan radicalmente como hasta hoy. Era un lugar al cual no acudían mis amigos y no era muy bien visto dentro de mi círculo social; sin embargo, ahora entiendo que debería ocurrir lo contrario.

Entré a Hanoar Hatzioni a los 12 años, apenas había comenzado la Secundaria y me dijeron que fuera a probar un sábado, que la kvutzá estaba creciendo, fui a regañadientes, pero a partir de ese día, mi vida cambió. Durante la tnuá, me he dado cuenta que es un lugar inigualable, los niños desde Preprimaria hasta jóvenes de Preparatoria aprenden y toman actividades realizadas por jóvenes de 16 a 21 años de edad.

Siempre me he preguntado: “¿Por qué los padres de familia llevan a sus hijos a una tnuá y confían en los madrijim para que los cuiden, y les impartan una educación distinta a la escolar?” La respuesta a este fenómeno se contesta con otra pregunta: ¿Por qué un grupo de jóvenes de Preparatoria y universitarios sin obligación alguna, dedican gran parte de su tiempo planeando peulot, tojniot, majanot y muchos materiales y dinámicas para que niños más pequeños aprendan y se diviertan los sábados por la tarde?

Nada se compara con ver la sonrisa de un janij terminando la peulá; escuchar los agradecimientos de los padres cada sábado; saber que estás cambiando la vida de personas, como alguna vez tus madrijim cambiaron la tuya, por el simple hecho de querer hacerlo; saber que estás haciendo una diferencia; con haberlo dado por la tnuá, por el tzevet y por los janijim, y terminar agotado, todo por hacer que los janijim tengan un día inolvidable. La disposición, voluntad, entrega, dedicación, creatividad y actitud de los madrijim son los factores que hacen que la tnuá sea un lugar mágico, en el cual los niños aprenden, vienen por gusto y con emoción, sabiendo que cada sábado salen más contentos que el anterior. Estas experiencias y estos aprendizajes son los que nos han llevado a los madrijim de las tnuot en México a hacer lo imposible por mejorar cada vez más, y hoy en día es tal el crecimiento de Hanoar Hatzioni que las instalaciones actuales ya no son las adecuadas para seguir ofreciendo la calidad que los madrijim desean. Es por eso, que estos jóvenes decidieron construir un nuevo espacio, adecuado y digno.

La magia de la tnuá ha cambiado un sinnúmero de vidas, incluyendo la mía. Hoy puedo estar seguro que aunque los madrijim somos los encargados de educar a los janijim, en realidad, somos nosotros los que más aprendemos y los que más provecho sacamos de la tnuá. Henry David Thoreau dijo: “Debemos extraer el tuétano de todas las ocasiones y oportunidades, recordando en todo momento que nuestra estancia es temporal, pero las enseñanzas obtenidas son para siempre”.

¡Qué la magia generada sábado a sábado nunca termine!

El surgimiento de Hanoar Hatzioni en México

Hanoar Hatzioni de México