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Hombres y mujeres, por la equidad en las ocupaciones

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Gina Zabludovsky Kuper

La presencia de las mujeres en el trabajo fuera del hogar ha transformado significativamente a nuestras sociedades a partir de la segunda parte del siglo XX: en las zonas urbanas de México, durante las últimas cuatro décadas, esta se ha prácticamente duplicado.

En el ámbito educativo, los cambios son más drásticos. En México el número de estudiantes de sexo femenino en las universidades ha aumentado a pasos acelerados pasando de 17 por ciento en 1970 a 50 por ciento en el 2015. Si solo tomamos en cuenta a las egresadas, su porcentaje asciende a 55 por ciento.

Además, durante las últimas dos décadas, ha habido un importante incremento de la participación de las mujeres en profesiones que antes se consideraban propias de los hombres como Administración de Empresas y Derecho, donde su participación llega al 56 por ciento. Su presencia es también muy importante en especialidades como Mercadotecnia, Educación, Comunicación, Odontología y Química donde alcanzan cifras superiores a 60 por ciento, (según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior – ANUIES). En el área de Salud, su porcentaje es aún mayor, ya que las mujeres constituyen el 65 por ciento de los estudiantes universitarios. Si bien es cierto que en este último sector un gran número de ellas se dedican a la Enfermería, durante los últimos años, su inscripción en la carrera de Medicina ha dado un giro drástico, y en la actualidad están a la par que los hombres e incluso, en algunas universidades, ya son mayoría.

Sin embargo, las mujeres están lejos de alcanzar la equidad en todos los ámbitos, y varias ocupaciones siguen siendo socialmente consideradas como “masculinas” o “femeninas”. Mientras que en las profesiones relacionadas con la Educación, las mujeres constituyen el 73 por ciento del estudiantado, en otras disciplinas como las Físico-Matemáticas, ciencia de la Computación y Agronomía, su participación aún es claramente minoritaria.

En las áreas de Tecnología, la intervención de las mujeres todavía es muy reducida. En las diversas ingenierías -como las civiles, las industriales y las de sistemas-, el alumnado de sexo femenino no alcanzan la tercera parte. Esta situación es aún más drástica en las ingenierías automotrices, civiles, mecánicas y electrónicas, donde menos de 10 por ciento de la matrícula está conformada por mujeres. En el otro extremo se encuentran aquellas carreras claramente identificadas como “femeninas”, como la Educación Preescolar, la Enfermería, Nutrición y Psicología, donde por lo menos tres de cuatro estudiantes son mujeres.

Las causas de la baja participación de las mujeres en las ciencias básicas y en las disciplinas que requieran matemáticas se deben a varios factores, entre ellos el hecho de que, desde muy temprana edad los profesores(as) y padres de familia, educan mediante estereotipos que obstaculizan o no promueven el interés de las mujeres en estas áreas de conocimiento.

La disparidad entre hombres y mujeres que aún prevalece en las carreras universitarias, tiene importantes consecuencias en las oportunidades de ingreso y ascenso en el mundo laboral- Las mujeres que ocupan los cargos más altos de dirección en las grandes corporaciones del sector privado, se concentran en las áreas de Recursos Humanos, Relaciones Públicas y Comunicación. En contraste, su presencia es mínima en otras direcciones que suelen brindar mayores oportunidades de ascenso como Informática, Administración, Finanzas, y Operaciones.

En el caso de las ocupaciones de los hombres, su presencia es bajísima en actividades consideradas como “femeninas” como Educación Preescolar y Enfermería. Lo anterior impacta desfavorablemente en la variedad de servicios que se ofrecen. Así, por ejemplo, los pacientes de sexo masculino que buscan ser atendidos por un enfermero en casa, suelen tener pocas posibilidades para encontrarlo. Por otro lado, un hombre desempleado, no tiene oportunidades de aplicar a trabajos secretariales porque, a menudo estos están restringidos a mujeres.

Debido a lo anterior, y para lograr un mayor equilibrio, debemos procurar una mejor relación entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. En la actualidad ya son muchos los cambios, ¿quién hubiera pensado hace unas generaciones en una mujer policía o en una deportista levantadora de pesas?

Sin embargo, todavía es mucho lo que se tiene que hacer para lograr la verdadera equidad en todas las áreas. Necesitamos más mujeres ingenieras, presidentas, capitanas de barco y pilotas, y más hombres en puestos como enfermeros, psicólogos y educadores.