Mi Cuenta CDI

“Infoxicados pasivos”: ¿necesitamos una “etiqueta digital”? (segunda parte)

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Manuel Armayones

Otra situación que nos llena de «humo digital» y genera tensión es cuando estamos con alguien para quien el móvil es poco menos que un apéndice más de su cuerpo, una extensión de su ego o directamente, casi, su alma digital. Es aquella persona que queda a comer con nosotros y pone el smartphone sobre la mesa (¿a qué lado irá?) y apenas tiene ocasión va mirando los mensajes que le entran, y lo peor es que si te descuidas o dejas de hablar para coger aire... ¡los contesta! Y luego igual aún te dice aquello de... «perdona es que es importante». Toma, ¿y yo no, después de haber esperado varios días a ver si encontrábamos un hueco para comer? Pues sí... él o ella puede pasarse media comida pendiente del correo, la otra media diciendo: «mira qué me envían» que le sirve como excusa para echar un vistazo más a su aparato, y en definitiva acabas teniendo la sensación de que no has estado con esa persona en ese restaurante y que hubiera sido más interesante invitar a su smartphone directamente. ¿Recuerdan aquellos comensales que hace unos años aprovechaban para echar un cigarro entre plato y plato? (y aún lo hacen si pueden pedir terraza)... pues lo mismo, pero en formato digital.

Cuando hablas de estos temas con compañeros y amigos, muchos se sienten identificados y da la sensación de que cada vez más parece que empieza a haber un acuerdo tácito de que alguna cosa no está funcionando a nivel social en relación al uso del smartphone, y que quizás estaría bien disponer de un código de buena conducta, de algún tipo de normas de «etiqueta digital», que consensuemos y sigamos para hacer mejor uso de nuestros dispositivos electrónicos, pero respetando el derecho de los demás a su tranquilidad (de acuerdo el de la tranquilidad no es un derecho legalmente reconocido, pero a todos nos gusta disfrutarlo).

Esta idea de la «etiqueta digital» ya hace tiempo que se comenta y de hecho no sería más que adaptar una serie de «usos y costumbres» que ya tenemos adquiridos a una nueva realidad tecnológica. Por ejemplo: ¿se nos ocurriría abrir un libro, un periódico, o ambos, y ponernos a leerlo mientras estamos en un restaurante acompañados de alguien? No, ¿verdad? ¿Por qué entonces parece que ponerse a leer un mail de trabajo o contestar mensajes de WhatsApp sí que parece más socialmente aceptable? En Estados Unidos ya se están haciendo encuestas sobre qué se considera socialmente aceptable y qué no en relación al uso del móvil. Concretamente las ha realizado el Pew Internet Research Centre en el marco de un interesante estudio titulado: American›s Views on Mobile Etiquette. Cuando se les pregunta a los estadounidenses qué opinan del uso del smartphone en distintas situaciones tenemos que al 77 por ciento les parece adecuado su uso mientras se camina por la ciudad (no queremos mencionar los peligros potenciales para la circulación), en transporte público el 75 por ciento lo considera correcto y en general se considera más adecuado en tanto que se use en situaciones en las que estemos solos y se pueda (o para algunos deba) aprovechar el tiempo, como por ejemplo mientras hacemos cola (un 74 por ciento lo considera adecuado).

En cambio, cuando la situación es familiar y social (cena familiar, en una reunión, en el cine o teatro o durante un oficio religioso) la percepción de que el uso del smartphone es inadecuado es la mayoritaria, y si nos fijamos las principales quejas sociales que oímos en relación al uso del smartphone están en este ámbito: desde encuentros familiares en los que algunos se pasan (o se evaden) a través del móvil, obras de teatro en las que los actores paran la función para pedir por favor que se apaguen los móviles, o familias agobiadas porque durante las vacaciones lo único que parece importarle a los hijos adolescentes es encontrar WiFi gratis.

Cuando se les pregunta a la muestra estadounidense de los investigadores del Pew Internet Research qué opinan los usuarios en relación a si el uso del smartphone interrumpe o daña la conversación, la situación social en la que se utiliza un 82 por ciento de los adultos comentan que les parece que sí... ¿Se debe hacer algo? ¿Se puede hacer algo?

Sin duda, estamos ante otro de esos temas sobre los que se pueden abrir innumerables debates, reflexiones y como siempre el problema será diferenciar entre lo «adecuado» y lo «inadecuado», cosa que por ser claros consideramos que será imposible puesto que son categorías muy personales, y lo que puede ser estupendo para unos y muestra de que en este nuevo mundo digital todo lo bueno es posible, y que a más conectados más humanizados; puede ser aprovechado por otros para mantener la posición exactamente contraria ¿quién tiene la razón?, ¿qué es tener la razón en este tema?

Si que creemos que, poco a poco, se irá estableciendo una norma social, una etiqueta digital, e-etiqueta o como se le quiera llamar que nos llevará a un uso de los móviles mucho más adecuado y respetuoso con la intimidad y derecho al silencio de los demás. Y sin tener que crear espacios o vagones o teniendo que buscar hoteles y restaurantes en los que ya se empieza a limitar la conectividad que también los empieza a haber.

Igual a este paso tendremos que preguntar: “¿Les importa que hable por teléfono?”... otra cosa es que quizás el smartphone nos sirve como excusa para no tener que relacionarnos ni hablar con demasiadas personas, o al menos para hacerlo solo con aquellas que realmente nos interesan…

“Infoxicados pasivos”: ¿necesitamos una “etiqueta digital”? (Primera parte)