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Israel y Egipto en Pésaj

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Reuven Adams

Uno de los mayores misterios del pasado antiguo es la relación entre Israel y Egipto.

Esto puede sonar como una declaración peculiar tomando en consideración con qué cristalina claridad nuestra tradición trata esta relación, pero no es aquí donde radica el misterio. Radica en la casi total ausencia, fuera de nuestra tradición, de hablar de este hecho que provocó, en cierta medida, que los antisemitas del pasado, en particular los griegos y los romanos, negaran que tuviéramos historia alguna. El antiguo historiador judío Josefo, dedica gran parte de su tiempo a contrarrestar este cargo ante su audiencia romana. Dado que los romanos no tenían acceso a nuestra tradición, estaba en la imperiosa necesidad de hacerlo.
Pero, con todo, perdura el enigma. ¿Por qué casi no hay mención alguna, en las antiguas inscripciones egipcias, acerca del Éxodo y la esclavitud de Israel?
Hay contadas excepciones que la Arqueología moderna ha descubierto, y un examen de estas excepciones puede darnos una pista en cuanto a la respuesta a esta pregunta.

Una es el así llamado “estilo de victoria” de Merenhotep, el rey durante la época de nuestra esclavitud. Los reyes egipcios tenían el hábito de erigir monumentos de piedra sobre los que registraban en sumo detalle, y comúnmente con gran exageración, todas sus victorias políticas y militares. Este monumento recientemente descubierto registra su victoria sobre un “Israel”. Es la primera vez que esta palabra se encuentra en algún monumento antiguo.

A medida que el tiempo pasa de día en día y de año a año, la gente mira hacia atrás y escribe historia. Lo que ve es una mirada extensa de complicados sucesos entretejidos y personajes. Si el historiador simplemente escribiera todos estos hechos, nadie, ni siquiera los más grandes eruditos, estarían interesados. Por lo que tamiza esta información, eligiendo una parte y dejando detrás mucho más. Luego, interpreta su significado.

Tanto el cernido como la interpretación son actos que no se llevan a cabo en un vacío, sino que están sujetos no solamente a los prejuicios del historiador, sino también al efecto que este quiere producir con sus escritos. Lo podemos ver sucediendo ante nuestros propios ojos, hoy con el nuevo currículum en las escuelas, exagerando el papel que las minoridades étnicas y las feministas jugaron en la historia estadounidense. A menos de que la persona realmente viva un suceso o tenga acceso a una tradición confiable transmitida a él por alguien que lo hizo, jamás sabrá la genuina verdad sobre un hecho al estudiar historia.
Cuando los reyes egipcios ponían estas inscripciones, escribían historia, y estaban interesados en producir un efecto, su propia autoglorificación. Naturalmente, no escribirían nada que estropeara este efecto, tal como un Israel abandonando un Egipto en ruinas. Es por esto que no hay mención en los escritos históricos de los grandes sucesos relatados en nuestra tradición. Los únicos que escribieron historia fueron aquellos que no tenían interés alguno en estos agitados sucesos. El pueblo judío no escribió historia, y la única razón por la que se conocen estos eventos es porque nuestra nación sobrevivió y, así, las tradiciones están hoy con nosotros.

La Torá cuenta cómo después de que Biniamín descendiera a Egipto, Iosef invita a sus hermanos a comer con él. La Torá detalla la muy misteriosa disposición de asientos en esta comida. Iosef se sentó solo, sus hermanos se sentaron por separado como lo hicieron los egipcios. La Torá da una razón. Los egipcios no podían comer con los Ivrí, los hebreos, porque era una abominación para ellos. Onkelós explica que los egipcios adoraban los animales que los hebreos criaban para alimento y ropa. Eran pastores. Luego, cuando Iosef quiso asegurarse de que su familia podría radicarse en Góshen, lejos de los egipcios, les dijo que contaran al Faraón que eran pastores. Esto aseguraría que los egipcios se mantendrían alejados de ellos.

Con todo, parece que los egipcios hubieran querido estar en términos más bien buenos con los judíos, considerando el hecho de que eran una “abominación”. ¿Qué tipo de abominación era esta, y cuán mala podría haber sido? ¡Era más de un siglo antes de que los judíos fueran concretamente esclavizados y comenzara la persecución!

Después de unos cien años de gobierno, una rebelión popular aplastó la dominación de los Hyksos y comenzó una nueva y enérgica dinastía egipcia. Este era el Nuevo Imperio.

Imperio, porque ahora los egipcios hicieron algo que jamás antes habían hecho. Comenzaron un movimiento de expansión nacional que habría de culminar en el imperio oriental medio de Thutmose III. Por esto los reyes de Egipto siempre estaban en busca de sirvientes militares y civiles capaces de ganar y mantener su poderío. Fue por esta época que Iosef fue vendido a Egipto. No sorprende que el rey egipcio lo reconociera de inmediato como alguien a quien se podría usar para fomentar las necesidades de su imperio. Cuando llegaron los demás hermanos, varios años después, también puso sus ojos sobre ellos. Pero la memoria y el odio a los Hyksos era todavía muy fuerte entre los egipcios, y todo lo que los hermanos tuvieron que hacer era decir que eran pastores para asegurarse de que los egipcios no querrían trabar amistad con ellos.

Así continuaron las cosas durante un siglo más; Israel vivió en Góshen y evitó la asimilación. Por su parte, los egipcios no parecieron molestarlos.
Una de las marcas características del paganismo es la tolerancia religiosa. Si crees en cien dioses, agregar uno más no habrá de molestarte demasiado. Los egipcios no eran tan quisquillosos en cuanto a dioses nuevos. De hecho, esta puede haber sido una de las causas de la fricción con los Hyksos, quienes no se mostraban tan dóciles con esta idea.

Pero más o menos a mediados del siglo XV antes de la era común, surgió un rey en Egipto que habría de poner fin a esto. Amenhotep IV, mejor conocido como Iknatón. En la literatura popular, e incluso en la literatura erudita, se sostiene ampliamente que él era un monoteísta. Muchas teorías románticas han soñado, incluso los eruditos, con respecto a su relación con Israel. Él no era, sin embargo, un verdadero monoteísta. Quizás sería mejor llamarlo el primer fanático religioso del mundo. Simplemente proscribió todos los dioses egipcios excepto el suyo. El no podía soportar que alguien adorara a dios alguno fuera del suyo. Y aplicó una crueldad directa para suprimir a quienquiera no cumpliera con su voluntad, tal como lo hacen todos los fanáticos religiosos.

Pero los poderosos sacerdotes eran demasiado fuertes para él y no se mantuvo en el poder demasiado tiempo. Después de su muerte volvió el viejo orden. Pero Egipto jamás volvería a ser el mismo, de una forma que tuvo un peso directo sobre el pueblo judío que vivía pacíficamente en Góshen. Una vez que la semilla del fanatismo religioso es plantada, continuará creciendo. Aunque ya no quedaba rastro alguno de la ideología de Iknatón tras su muerte, la atmósfera de fanatismo religioso que había creado, perduró. Poco después se tomó sospechosa y peligrosa nota de Israel viviendo solo en Góshen. Cuando Moshé y Aarón llegaron y se pararon ante el Faraón, este no era el mismo Faraón sensual de quien Avraham había tratado de ocultar a su esposa. Tampoco era el mismo empresario constructor de imperios que estaba ávido de aprovecharse de Iosef y sus hermanos. Era un ceñudo Faraón decidido a erradicar toda ideología que difiriera de la suya.

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