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La delgadez no es felicidad

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Vanesa Srougo

Vivimos en una era de bombardeo constante de información por el auge de los medios de comunicación y las redes sociales. Sobre todo vivimos bajo un bombardeo visual. Todos somos víctimas de esta sobredosis de imágenes no reales que nos hacen querer ser quienes no somos y, además, quienes no podemos ser.

Imágenes irreales.
Falsos estándares de bellezas impuestos por el sistema.
Cuerpos manipulados por Photoshop.
Somos víctimas de un sistema feroz.
Somos manipulados sin piedad.

El problema es que ya estamos tan saturados, -particularmente, saturadas -, por todos lados: publicidad de leche, agua, galletas, ropa, relojes, material de construcción, gimnasios, que nos hacen creer firmemente que eso que anuncian y muestran es nuestra meta. Y peor aún, que es posible alcanzarla. Y más macabro aún, que lograr esas imágenes nos va a traer la paz anhelada, la pareja ideal, el trabajo de nuestros sueños. Bullshit, mentira. Nos han hecho creer, y nos creemos, que estar delgadas es la felicidad.

A diario estamos bombardeadas por imágenes irreales, montón de programas de televisión y radio que someten a mujeres a transformaciones extremas, en tiempo récord, llenándolas de cirugías estéticas por todo su cuerpo, para convertirlas en unas falsas ‘barbies’ que siguen con el mismo o mayor vacío interior con el que comenzaron. La magia, dicen, se logra a través del bisturí, los programas detox o de ejercicio extremo para alcanzar la misma falsa imposición estética. Somos víctimas del sistema opresor. Vivimos la vida persiguiendo un imposible, odiando nuestros cuerpos. Se nos va la vida en ello. Creamos una relación autodestructiva con nosotras mismas, sometiéndonos a restrictivas dietas, rutinas de ejercicio exhaustivo o buscando la magia en nocivas pastillas, y hasta cirugías con fines estéticos que por desgracia han cobrado vidas.
Es una epidemia que ataca a todas las edades, niñas desde los 8 años, pasando por jóvenes madres y mujeres mayores. Perdemos la conexión con nuestro cuerpo y nuestra verdadera necesidad desde muy temprana edad. Es una epidemia que nos está matando. Dejando en el camino a niños y niñas sin madre. A madres y padres sin sus hijas. El bombardeo de imágenes es una forma más de violencia. Adolescentes anoréxicas, bulímicas, depresivas o, peor aún, que terminan en suicidio por esta epidemia.
Llegó el momento de parar. De poner un alto. Frenar la ola. La perfección no existe, esto sí es real. No existe el cuerpo perfecto, no existe el cuerpo ideal, no existe el peso ideal. Cada cuerpo es diferente, cada quien debe limpiarse de las falsas creencias que nos atosigan día a día. Es imperativo transmitirnos y transmitir a nuestras hijas, a nuestras mujeres, aceptar nuestros cuerpos tal como son, y en caso de querer transformarlo por la razón que fuere, hacerlo en un estándar real, por un camino suave y pacífico, saludable y lento.

Que el hacer ejercicio sea un tema de salud y gozo y no estético.

Debemos cambiar la raíz de todo esto. La meta debe ser aceptar quiénes somos, vivir saludablemente, dar gracias por tener un cuerpo que funciona, que tiene vida. Aceptar las diferencias. Romper con los tóxicos estándares falsos de belleza. La delgadez no es felicidad.

Repitámoslo hasta creerlo.

Cada cuerpo es distinto.

Lo importante es la personalidad que lo habita, no su forma.

No somos un adorno (Taryn Brumfitt, del Image Body Movement: https://bodyimagemovement.com/).

Invirtamos en nuestros sueños, nuestro intelecto, nuestras acciones.

Cambiemos la dirección hoy. Tratémonos y tratemos al otro con amor.

Recomendaciones:

Embrace, the movie. Película documental de la experiencia de Taryn Brumfitt: https://www.youtube.com/watch?v=F8vnaRiF_-U.

Body Loving Guide del Image Body Movement: https://bodyimagemovement.com/body-lovin-guide/.