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La geografía judía

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Josh Hasten

Si el terrorismo está atacando a Israel, si el antisemitismo en Europa o los dramáticos eventos afectaron a la comunidad judía mundial, la realidad de hoy no se detiene en la cobertura de los medios de comunicación ni en las redes sociales que desde un primer plano permiten monitorear los efectos críticos globales a otros judíos. Pero, ¿cómo puede el pueblo judío aprender acerca de la belleza de la rutina diaria de las vidas de sus correligionarios que viven lejos o cerca de sus comunidades, si cada una de ellas es única en su expresión hereditaria y por sus costumbres, y conectarse con ellas? Esa pregunta retórica se la hice a Smadar Bar-Akiva, Directora Ejecutiva de JCC Global, la organización israelí que es el parteaguas de más de 1,000 JCC’s en todo el mundo, haciendo una larga red global judía. Bar-Akiva y su grupo decidieron que explorarían la conectividad entre cada una de las comunidades judías del mundo. Para ayudar en su búsqueda, el año pasado, el JCC Global formó una Red Global de Amigos de AMITIM, una iniciativa que atrae a más de 50 JCC’s de once países durante una semana entera de conferencia en Budapest para tener una lluvia de ideas sobre los siguientes proyectos que se implementarán para cumplir con los objetivos. Al final de la semana, los representantes formaron un total de siete proyectos de colaboración con otros JCC’s y ayudar en su conexión. Un proyecto que arrancó con la bandera del representativo del JCC Orange County, California; Ciudad de México; y Kfar Yona, con estas tres comunidades expresando su interés en construir una iniciativa para los jóvenes judíos. El proyecto llamado Family Tree de JCC Global para jóvenes y sus familias, y fue lanzado el pasado mes de junio cuando 75 adolescentes participantes entre los 14 y 17 años de la Ciudad de México y se reunieron durante una semana para explorar su identidad judía, herencia y conexión con Israel, y tuvieron actuaciones en eventos deportivos y culturales, y participaron en el proyecto de servicio a la comunidad.

Los participantes con asistencia de sus padres y otros miembros de la familia construyeron sus propios árboles genealógicos para responderse preguntas de cómo se ven a ellos mismos y a sus familias como parte de una visión judía local y global. Durante la investigación y terminación de los árboles genealógicos, 646 personas representaron 38 países. Los árboles genealógicos fueron compartidos en una exposición en la Ciudad de México como uno de los reflejos de la reunión. “Estudiando tus raíces,” dijo Bar-Akiva “esta es una gran manera de estrechar nuestra identidad judía. Segundo, vemos cómo la identidad judía juega en otras comunidades (viendo otros árboles genealógicos de jóvenes) esto amplía nuestros horizontes de definir qué es importante para ser judío. Por ejemplo, ahora ellos (los adolescentes de Orange County y de Israel) saben que existe una comunidad en la Ciudad de México (y piensan visitarla), una comunidad que toma su judaísmo seriamente. Dieron por enterado lo que significa pertenecer al pueblo judío”. Aunando una muestra de los árboles genealógicos, el encuentro en la Ciudad de México incluyó una gala del festival folklórico judío alrededor del mundo, una comunidad con actividades de servicio en el Eishel, la casa hogar para personas de la Tercera Edad, y una visita a la primera sinagoga Ashkenazí y otros famosos sitios de la ciudad. 

Mónica Kibrit de Snaiderman es la Secretaria del Comité Ejecutivo del JCC en la Ciudad de México, oficialmente conocido como el Centro Deportivo Israelita. Un líder por derecho propio, ella dice que con la ayuda de otros líderes comunitarios y profesionales, ella estuvo a cargo del programa logístico del todo el evento. Su familia personalmente organizó los árboles de los jóvenes quienes llegaron de Kfar Yona. Un programa innovador encabezado por mexicanos, israelíes y la comunidad de Estados Unidos que exploraron sus árboles genealógicos.

Kibrit de Snaiderman dijo que el evento fue todo un éxito, permitiendo que los jóvenes interactuaran entre otros pares de diferentes países. Agregó que el proyecto de árboles genealógicos, que los jóvenes tuvieron el chance “de estudiar las raíces de sus antecesores y sus costumbres”. Pero lo más importante “mientras algunos viven en México, otros viven en Estados Unidos o en Israel, ellos aprendieron cómo unir estas tres culturas, y que (en realidad) ellos tenían mucho más en común, y también hablaron el mismo lenguaje (por así decirlo).

También dijo que el proyecto fue destinado a tener éxito desde el principio cuando Amitim se reunió en Budapest el año anterior y varias comunidades dieron la libertad de elegir qué comunidad querían trabajar. “Esto fue una aventura natural”, dijo. “Encontramos un trabajo común con los JCC y solo así construimos un programa, basado en intereses comunes”. Samantha Cohen, directora del programa Merage JCC de Orange County, con sede en Irvine, tensó a los jóvenes con sus familias, las familias del proyecto de los árboles genealógicos comenzaban el largo viaje hacia México. Por ocho meses liderando el viaje, preparando sesiones paralelas que fue retenida por los JCC “como jóvenes y sus familias, el proyecto de árboles genealógicos fueron pensados con procesos profundos de exploración por sus patrimonios, identidad y conexión con Israel”. En referencia a los jóvenes, ella dijo que presenciando la realización de los árboles genealógicos, “era claro que los niños tuvieron un viaje de transformación en su identidad judía”. Ella dijo que al mismo tiempo, los padres hicieron uso de MyHeritage, un programa de software para construir el árbol genealógico, y se tuvieron discusiones sobre “las historias familiares y el trabajo que ellas realizaron para el sostén de los niños en su investigación”. Como los niños estuvieron explorando sus raíces, Cohen decidió dar un vistazo dentro de su propia historia familiar. Ella, junto con Adrienne Matros, una miembro de la junta ejecutiva del JCC y coordinadora de proyecto, también voluntaria de los árboles genealógicos.

Gracias al proyecto, ella hizo descubrimientos que le mostraron el rastro de sus raíces judías de su familia. “Para mí, esta experiencia personal donde exploré las raíces de mi familia que nunca conocí”, dijo. “Creo que esta es una oportunidad para mirar más atrás de Estados Unidos y de Israel y ver a los judíos como una unidad global y no solo en Estados Unidos o en Israel, que creo que ese debe ser mi foco”. Wendy Stark, codirectora de Matros, dijo que la construcción de los árboles genealógicos es una experiencia siempre y cuando los jóvenes vean la oportunidad de gastar su tiempo con entrevistas a miembros del Orange County, particularmente a los adultos, quienes se les permitió explorar más allá de su propio patrimonio personal.

La delegación de Kfar Yona viajó a la Ciudad de México, representado por 18 jóvenes y liderados por Dudy Lifshitz, exdirector ejecutivo del Centro Comunitario Kfar Yona, quien fue nombrado director del centro comunitario en Rehovot. Él dijo que el grupo aprendió una tremenda cantidad de cosas durante el viaje, siendo expuestos a otros tipos de judaísmo mientras eran hospedados por familias locales. “Los niños israelíes no están acostumbrados a conocer niños que vienen de familias de un solo padre, o estar en contacto con niños de familias conversas. Esta es una verdadera experiencia”. Los miembros de la delegación israelí estuvieron comprometidos consigo mismos, sin ninguna incitación, hablaron acerca de los temas a tratar en las sesiones, explicaron que esta era una verdadera experiencia para ellos, dijo Lifshitz.

Elian Wigisser es originaria de la Ciudad de México, tiene 17 años de edad, quien fue parte del programa para niños. Su familia hospedó a tres niñas de Kfar Yona, que también le tienen gusto común por la danza en sus respectivos JCC. Wigisser nos contó que entre ellas hicieron una actuación combinada para la clausura del evento. También dijo que todo el programa fue una increíble experiencia. Ella cree que “cada grupo es diferente por su propia cultura, pero tenemos mucho en común con el judaísmo, un factor unificador”. Ella espera estar en contacto con sus nuevas amigas, y “ahora sé que si estoy en California o en Israel, tendré conexiones aquí”. Ella tendrá la oportunidad de usar sus conexiones en un futuro cercano, como lo explica Bar-Akiva, mientras que la experiencia quedó en la Ciudad de México, el programa seguirá adelante. Ella dijo que el plan es que los grupos se reúnan un par de veces más –en Orange County en el verano de 2016, y en el Kfar Yona en el verano de 2017. Ella cuenta que las cabezas de los tres países están listas para viajar a la 9º Conferencia Mundial de JCC Global que tendrá sede en Jerusalem donde empezará la siguiente organización para la reunión en verano.