El principio del algoritmo desarrollado por Averbuch es sencillo, pero la aplicación, extremadamente compleja: se trata de lograr una mueca o gesto a partir de una foto estática; dicho de otra manera, se crea un movimiento ficticio, que no existe. Y este grupo de investigadores lo han logrado. Todo parte del uso de una secuencia de video con movimiento real de otra persona: “Imitamos las expresiones de esta otra persona adaptando las variaciones geométricas e incorporando detalles habituales de los rostros como los pliegues y las arrugas”, explica la investigadora.
La principal ventaja de esta tecnología es que puede aplicarse, además, sobre cualquier fotografía, aunque sea antigua, y lograr que ese rostro cobre vida de forma súbita con un realismo sorprendente. Pero… ¿cuál es la utilidad real de este algoritmo? “Es difícil de saber, pero confío en que la tecnología llegue al gran público en un plazo breve de tiempo”, detalla Hadar. Esta tecnología puede, además, resultar muy atractiva para usarla en las redes sociales. Los avatares de Facebook y redes similares pronto podrían convertirse en GIF animados con rostros haciendo muecas a partir de una foto estática (la red social de Mark Zuckerberg, de hecho, ya permite grabar un pequeño video para convertirlo en avatar).
Y, de hecho, la mención a las redes sociales no ha sido gratuita: la BBC destaca que el proyecto se ha desarrollado en colaboración con una red social líder; con lo que pronto podríamos ver nuestros perfiles transformados gracias a este algoritmo. ¿Ha resultado complicado dar con él? La investigadora destaca que hay “muchísimo trabajo de investigación detrás, ya que el ser humano es muy sensible a los cambios que se perciben en un rostro. Queríamos asegurarnos de que parezca real”, explica, y todo apunta a que lo han logrado…