Mi Cuenta CDI

Líderes de opinión de la comunidad ju deomexicana

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Becky Rubinstein F.

Lehabdi, a diferencia de las cuatro kushiot , es decir de las cuatro kashes, cuyas respuestas saltan a la vista en la Hagadá de Pésaj -confieso, no haber tenido cabal respuesta a mis cuatro kushiot o kashes, las de la ponencia- lo que no indica, que, poco a poco, como en la Mayeútica socrática, fui desentrañando la madeja, para, a fin de cuentas, dar más de una respuesta sensata, un informe cabal.

Alguien muy querido por mí, cuando se enteró de que participaría en este encuentro entre periodistas, me dijo: “Becky, queremos que cuentes de tu familia”.
Agradecí, obviamente, el comentario. Pensé, que mi familia podría ser el punto de partida de esta conferencia entre amigos periodistas, intelectuales y amantes de la letra oral o bien escrita, de quienes ganan el sustento - el pan y la sal- en los medios de comunicación. O de los que escriben en los medios sin paga y por el gusto de comunicar algo a alguien. Es decir, de convertirse en comunicadores.

Desde pequeña, en casa de Abraham Rubinstein – mi padre- se respiraban idisheoises, las letras hebreas utilizadas por la judería europea para hablar en su lengua: el Yidish, idioma secreto, entrañable, el manejado por los grandes, como:

Mendele Moijer Sforim, I. Leibush Pérez, Shólem Aleijem, Shólem Ash, I.I. Singer y Bashevis Singer, quien, por cierto, afirmó sobre el Yidish: “Mi madre habló Yidish.

Mis abuelas y abuelos hablaron Yidish… Si el idioma Yidish fue bueno para el Baal Shem Tov, para el Gaón de Vilna, para rabi Najmán de Bratzlav, para millones de judíos que fallecieron a manos de los nazis, entonces es suficientemente bueno para mí”.

Y, ¿por qué tanta insistencia en hablar de la lengua Yidish en una conferencia de periodismo en español?

Por una simple razón: muchos de los autores que nos antecedieron comenzaron a hacer sus pinitos en el periodismo–por ejemplo, los hermanos Singeren Polonia y más tarde, en los Estados Unidos. Luego, tiempo después, fueron conocidos como literatos. En México, poetas y literatos-que formaron opinión en el pasado- fueron durante alguna etapa de su vida, la “preliteraria” - por llamarla de alguna manera- periodistas, de lo que concluimos que, no fácilmente se rompe con una vocación. Podría decirse que para darse a conocer, se iniciaron en el periodismo, o bien, eligieron el oficio, como fuente de ingresos.Y ahora, otra pregunta:

“¿En qué periódico escribieron, obviamente, en Yidish?

Resulta pertinente, antes de continuar, recordar que la Kehilá Askenazi de México cumplió noventa años de existencia en suelo mexicano, de ahí que, como me encantan los cuentos sobre épocas de antes, cité a la escritora judeomexicana, Sara Gerson, quien, en Nueva casa, trae a colación a una familia judeoeuropea, imaginamos, prototípica- que llega al exótico y lejano Meksiko, en calidad de griner. Y otra pregunta más: ¿Qué significa griner? De acuerdo a Gerson:
“Eran los que sabían poco o nada del nuevo país y, a los que les resultaba fácil: ‘Tomarles el pelo haciéndoles creer que a cambio de una suma de dinero –en apariencia pequeña- los pondrían en contacto con alguien que les daría un empleo bien remunerado, un hermoso departamento cuya renta sería muy razonable o valiosas mercancías en consignación”.

Y precisamente estos griner fueron los que crearon el fundamento de una comunidad que, al llegar, con todas sus limitaciones, buscaron una tierra dónde enterrar a sus muertos; un templo dónde festejar el Shabes y las Fiestas Mayores; también una escuela judía dónde educar a sus hijos, y más judíos para hacer comunidad. Y, ¿por qué no fundar un periódico Yidish –en Yidish- donde pueda uno enterarse de las últimas noticias, por desgracia, no siempre gratas: pogromos, la invasión nazi, la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, entre otros acontecimientos. Recordemos a “Der Weg, “El Camino”, conducido magistralmente por don Moisés Rosenberg, quien por desgracia fallece a temprana edad, lo que no obsta haya legado una obra monumental. Sonia Zundel de Rosenberg, su segunda esposa, receptora de dicho legado, continuó con buen éxito, y -hasta su muerte- por el camino marcado. Famosa era la columna del “WhoisWho”: “Una especie de cronología del yishuv judeomexicano. Sus páginas relatan – de acuerdo a Esther Rosenberg de Shuster - las diferencias, además del perfil y carácter de la comunidad actual”. Bueno, de aquellos tiempos.

Esther Rosenberg-también escritora y periodista comunitaria- cuenta sobre el despegue de su padre, uno de los fundadores del periodismo judío en México:
“Desde los 22 años se distinguió como editor de una revista literaria que aparecía en Varsovia con el nombre de “Shprotzungen”, “Retoños”. Los temas a tratar, ya fueran judíos o de corte internacional, fueron comentados en artículos y editoriales, de una manera sencilla y profundo contenido”. Ya en México, el 1° de enero de 1930 funda el periódico Yidish en México, “El Camino” (Der Weg, 5).

Llama la atención una anécdota relatada por doña Esther: “Los primeros números del periódico se formaron y editaron en la imprenta perteneciente a la Mitra de la Catedral de la Ciudad de México. El sacerdote responsable, imprimía a su vez, libros de carácter religioso. Por la noche, este prestaba a mi padre el local, los linotipos y la prensa. De ahí surgió el primer periódico mexicano en lengua Yidish. Entre sus colaboradores - de acuerdo al almanaque por el décimo aniversario de “Der Weg”- se cuentan Jacobo Glantz y Salomón Glikovsky, quien con Isaac Berliner, escriben “Drai Vegn”, el primer poemario en lengua Yidish en México, que data de los años veinte. También colaboraron maestros de escuela como Meyer Berger, profesor y director del Colegio Israelita de México; el profesor Bayón-uno de los fundadores del Colegio Israelita I.L. Péretz” (La Naye); el famoso artista de teatro Morris Gelber, Adolfo Gutverg, integrante de la primera Cámara de Comercio de la Unión de Comerciantes en Pequeño de México, antecedente de la Cámara de Comercio; el novelista Meyer Corona, el industrial Kalmen Landau, además de Moisés Rubinstein, entre otros. En otras palabras, los colaboradores eran de variopinta naturaleza y formación, y cada quien encontró un foro para sus intereses, la mayoría, formados, valga la redundancia en Europa, y reunidos alrededor de un objetivo común.

Cabe mencionar que Moisés Rubinstein Badash-periodista llegado de Grodno en los años treinta- se declaró bundista comprometido en tiempos turbulentos cuando había que rescatar y resguardar al Yidish y la cultura Yidish del Goles, de la Diáspora, cuando Palestina era apenas un espejismo. Como bien dijo Jacobo Glantz en el poema sobre Colón: “El hombre busca nuevos mundos, el antiguo se desploma”. Así pues, en época marcada por la crisis es que Rubinstein Badash funda “Di Shtime” –“La Voz Israelita”-el 27 de abril de 1939, año crucial, y sobre todo aciago, en la historia judía, cuando estalla la Segunda Conflagración Mundial. Lo acompaña en su aventura su sobrino, Abraham Rubinstein Grodielsky, el hijo de su hermano Max Rubinstein Badash, quien, desde su adolescencia y, por casi seis décadas, trabajó como linotipista, y a la muerte de don Moisés, fungió como Redactor o director de “Di Shtime”. Max Rubinstein, mi abuelo, por su parte, era el encargado de las suscripciones y de los anuncios, gracias a los cuales, salía a la luz el semanario Yidish.

Para deleite del yishuv mexicano, de la nada surgieron, casi simultáneamente, dos semanarios de calidad –un camino y una voz- los que, incluso, en ocasiones, compartieron los mismos colaboradores. En “Di Shtime” escribieron, por ejemplo, los poetas y periodistas Glantz, Glikovsky y Berliner, el escritor Manuel Levinsky, Kalmen Landau, Simón y Lis Eliot, Jaime Ladelsky, Sh. Te-nembaum, Y. Shoijet, Isidoro Bereviches, Shepsl Sulkes, el rabino Kaiman de además de un gran etcétera. Y dentro del incipiente mundo global, “Di Shtime” contó con corresponsales de Israel, de los Estados Unidos y de Latinoamérica, como Brasil y Chile.
En el ya mencionado almanaque por el aniversario de “Der Weg”, doña Esther de Shuster, relata los problemas a los que se enfrentó su padre, sobre todo, la falta de linotipistas entrenados: “Mi padre incluso enseñó el manejo del linotipo a dos jóvenes recién inmigrados de Polonia. “Recuerdo entre ellos a Nathán Nestel, quien al cabo de algún tiempo, emigró a los Estados Unidos. También a Simón Lockier y a su hermano Saúl, este último colaborador incondicional de “Der Weg”, cuyos artículos eran sumamente apreciados”. Por un tiempo, el talentoso Saúl Glikovsky, fungió como linotipista ocasional”. Cabe mencionar a uno de los mejores linotipistas de aquella época, el Sr. Manuel Pintel.

De manera similar, Abraham Rubinstein, mi padre, quien batallaba -semana tras semana- por cumplir con los tiempos, más de una vez –y, en ocasiones fatales, precisamente, en jueves, día de edición– se llegó a topar con una máquina rota o con unos linotipos inservibles que debían adquirirse-como ya se dijo- en Nueva-York. O más allá… A veces el periódico se quedaba en un veremos y mucho era el desencanto de los lectores y lectoras que esperaban ansiosos al diario en Yidish.

Don Abraham Rubinstein, Premio Fernando Jeno, por su brillante carrera en el periodismo Yidish- fue “Uno de los últimos mohicanos judíos del periodismo Yidish en México” quien, en su momento, se enfrentó a un problema mayor, propio de la época moderna: el paso del linotipo a la computación. No había linotipos en Estados Unidos, en Europa o en Israel, que pudieran evitar el ocaso de una época y el inicio de otra. A la “muerte” de “Di Shtime”, se apagaron las voces de muchos escritores, y muchos lectores -como los integrantes del Eishel de Cuernavaca- a quienes don Abraham repartía por nada, por el solo deseo de compartir- se quedaban con las ganas de desayunarse el sábado en compañía de idishe oises, del idishkait –de letras judías, del judaísmo tradicional, como las del alter heim, el terruño ancestral. Muchos extrañaban los anuncios y las entrevistas, los poemas o las novelas por entrega y, sobre todo, la sección noticiosa donde uno se enteraba de los festejos: de los brit milá, los bar-mitzves, los farlovungs o compromisos matrimoniales y las jasenes o bodas. Por desgracia, también leían las esquelas por medio de las cuales se enteraban quién de la comunidad había fallecido.

Debo mencionar, antes de continuar con las contadas de tiempos ha, que a la muerte de don Moisés Rubinstein B., muchos extrañaron la sección del Kurtz un Sharf, es decir, lo conciso y agudo. Así era el fundador de “La Voz Israelita”, agudo, irónico, chispeante. Según parece el finado Moisés escribió una saga sobre León Trotsky; también, sobre la Guerra Mundial, temas de indudable interés. Recordemos, asimismo, que de la imprenta de “Di Shtime”, salieron Meksikaner Temes o Temas Mexicanos (1941) –cuentos sobre un griner, don Moisés Rubinstein, quien rescata para la memoria-y por medio del cuento- al Xochimilco de su tiempo, al chicle, de reciente conocencia, a los pistoleros, o bien, a la ropa interior, para los nativos una nueva moda, también de reciente conocencia. Además; Rubinstein publica Coloni Hipódromo (1951- 2) novela sobre la incipiente Colonia Hipódromo.

Perla Yeguer, dinámica activista, cuenta sobre el último intento de revivir el periodismo en Yidish, gracias a la iniciativa del Ing. Saúl Flaschner, por entonces Presidente del Comité Cultural de la Kehilá Ashkenazi, con la colaboración de la profra. Mimí Berger –quien, por entonces, había dejado la dirección del “Colegio Israelita de México “(La idishe). Perla Yeguer, propuesta directora comercial, relata: “El periódico, que subsistió gracias a la venta de los anuncios, apareció mensualmente durante un año, incluso en provincia. El plan era editarlo semanalmente, lo cual nunca fue viable. Del linotipo se pasó a la computación, sin embargo, por falta de suficientes suscriptores -y obviamente de lectores en Yidish- el periódico terminó su corta vida editorial”.
“Der Weg” y “Di Shtime” escritos y leídos en Yidish cumplieron su destino y abrieron brecha para el periodismo judío en español. “Prensa Israelita” es ejemplo de perseverancia y buena hechura, ligada al excelente periodista, don Sergio Nudelstejer, y a la inolvidable Sara Krongold. ¿Y qué con los jóvenes? Hubo un interesante intento de revista llamado “Babel” –comenta la ya citada Yeguer- que pretendía dar un espacio a las voces jóvenes en un lenguaje fresco y actual. Desgraciadamente no continuó el esfuerzo por cuestiones financieras.

CONCLUSIÓN

Por supuesto que el tema da para más: en pocas palabras, diré que al día de hoy, los y las periodistas que forman opinión, los responsables de hacer llegar las noticias en la actualidad, escriben en español en periódicos o revistas intercomunitarias. Muchos egresaron de universidades, escuelas de periodismo y comunicación, como: Jacobo Zabludovsky, formador de generaciones de periodistas. Obviamente, se cuenta con periodistas y escritores, como Perla, Schwartz, Silvia Cherem René Dayan, Susy Anderman y Jessica Kreimerman Lew, entre otros, egresados de escuelas especializadas en periodismo y comunicación. Muchos otros se hicieron en el camino o bien, cursaron carreras alternas, es decir, Historia, Sociología, Contabilidad o Medicina, como: Sara Sefchovich, José Rubinstein, Salo Grabinski por mencionar algunos.

Dentro del recuento, obviamente, no pueden faltar periodistas como: Luis Rubio, José Woldenberg, Leo Zuckermann, José Rubinstein, Adina Chleminsky, Pepe Gordon, León Krauze, los hermanos Shabot Esther y Ezra… Dentro del trabajo periodístico comunitario, cabe mencionar el esfuerzo de Jacobo Contente, -Premio Ben Gurión 2012- responsable de la edición de varias revistas, como Emet, y la más memorable Foro, de algún modo, antecedente, de revistas digitales: como: Enlace judío, dirigida por May Samra; Diario judío, espacio de los Ajzen, e Intelecto Hebreo, encabezado por Jacobo Contente, espacios que reúnen a los escritores de APEIM, de la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México, fundada por los pioneros del periodismo Yidish en México entre otros, presidida en la actualidad por May Samra.

Mencionamos a la familia Ajzen, Maya, Daniel e Isaac, pioneros del periodismo judío en radio, estafeta que retomaron Enrique Chmelnick, Ricardo Silva y Emilio Betech.

Entre los medios de comunicación en la actualidad se encuentra, asimismo, la Revista del CDI –una de las pioneras- así como el periódico del CDI, encabezado por la Lic. Susy Anderman, figura esencial en el Certamen Literario –en 2016 será su 43 versión- donde se premia e incentiva a los futuros escritores y periodistas de todas las comunidades, llamémoslas de algún modo- “pluri comunitarias”.

Un aparte para Késher, periódico quincenal que acoge plumas locales y del extranjero; tanto plumas femeniles, como varoniles, -y de todas las comunidades- encabezado, también por una mujer- por Rosita Cohen, cuyo objetivo fue la creación de un periodismo intercomunitario. La Lic. Cohen, por cierto, pertenece a la comunidad sefardita de México.

Por último, y consciente de que inevitablemente “algo se nos queda en el tintero”, invito a valorar el esfuerzo de las comunidades que luchan por estar al día: en la modernidad e incluso en la posmodernidad con temas variopintos y de interés general, siempre inclusivos en cuanto a género, origen y opinión.
Así pues: los periódicos, las revistas, los programas radiales, los medios digitales- cualquier medio de comunicación- son el producto de una mente, de ideas y colaboradores que conforman la médula, la esencia, el corazón de una sociedad pensante.

BIBLIOGRAFÍA
Gerson, Sara, Nueva casa, México, Grijalvo, 1993.

El número cuarenta

Zeev Rabán

De cómo conocí a Amos Oz y otras conocencias

José Emilio Pacheco, Morirás lejos