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Pésaj: Celebrando la libertad

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Rabino Mario Hendler Beth Israel Community Center

Se sostiene a lo largo del tiempo, con el correr de la historia, que Pésaj es sinónimo de libertad. Leemos casi al comienzo de la Hagadá: “Avadim hainu...” – “esclavos fuimos del faraón en Egipto y el Señor, nuestro D-os, nos sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido…”

“Esclavos fuimos”, nos da esto el dato y la dimensión del tipo de vida a la que fue sometido nuestro pueblo. Llegaron Iaakov y su gente a Mitzraim (Egipto) por invitación de Iosef, se asentaron en la tierra de Goshen y pese a poder salir y haber regresado como habían llegado, allí se quedaron. Cabe preguntarse si obraron como hombres libres o no, ya que el hambre que antes reinaba y la prominente posición de Iosef en la corte faraónica obnubila el pensamiento humano y la elección del ideal común y colectivo.

“… y el Señor, nuestro D-os, nos sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido…”, suponen estas palabras la recuperación de la libertad, el cambio de toda estructura psicosocial en la búsqueda de valores supremos de bien y convivencia, puestos de manifiesto por el hombre como individuo, y razón social a favor del grupo humano todo, ayudado y apoyado en la esencia de la creación: D-os.

Ahora bien, ¿qué es la libertad? Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo, como mucho se ha dicho y lo seguiremos haciendo. Cada definición o aproximación es válida en la medida que implique el sentir y obrar de quien la formula. Un conocido dicho popular dice: “cada maestrito con su librito”, positivo, siempre y cuando esto implique coherencia, respeto y responsabilidad en el decir y en el hacer.

En el texto bíblico y hagádico la libertad supone un estado de ejercer la vida social, laboral, territorial y cúltica dentro de parámetros de elegir hacer lo correcto de acuerdo a las enseñanzas y leyes emanadas de Hashem y los patriarcas, asumidas e internalizadas por los integrantes de los hijos de Israel (Shmot – Éxodo 13, Vaikrá – Levítico 25).

Distintos pensadores, profetas, filósofos de todos los tiempos, han aportado con sus ideas. En un rápido recorrido y a nivel de ejemplos podemos citar al profeta Irmiahu – Jeremías quien enseñó: “Cada persona debe proclamar libertad a su prójimo…” (Irmiahu – Jeremías 34). En el Talmud encontramos el concepto de libertad claramente en contraposición a la esclavitud, en el tratado Baba Kama 15A, como así también el simbolismo de las ‘arba cosot’ -cuatro copas- que bebemos las noches del Séder en relación a la redención (Pesajim 108b). Iosef Albo dice: “Cada persona puede tener la libertad de interpretar un texto o situación de acuerdo a su verdad e inteligencia” (Sefer Haikarim).

Ya en el siglo XIX notamos los cambios en el individuo en el ejercicio de la libertad. Visto por Kierkegaard el ser humano es “un individuo desamparado, atormentado y lacerado por la duda”. Más adelante Franz Kafka en su libro El castillo hace una dramática visión del hombre en soledad que quiere hablar con los misteriosos habitantes de un castillo que se supone le dirán todo lo que tiene que hacer y cuál es su lugar en el mundo, mas todo queda en simple suposición, entonces el ser humano-individuo queda en estado de futilidad y desamparo.

También Erich Fromm define la situación contemporánea diciendo: “El hombre se ha liberado de las autoridades tradicionales y ha llegado a ser un individuo; pero, al mismo tiempo se ha vuelto aislado e impotente, tornándose el instrumento de propósitos que no le pertenecen, extrañándose de sí mismo y de los demás” (El miedo a la libertad, capítulo VII 2).

La evolución del pensamiento humano y su acción nos señalan el camino recorrido que nos ubican, -sin dudas- en situación o situaciones de diferentes faltas de libertad ya sea en forma personal o bien grupal. Sería apropiado hacer un replanteo que permita ejercer una libertad genuina, transparente, que nos lleve a vivir en un estado de felicidad y seguros de nuestro propio ‘yo’ en relación con el ‘tú’ -magníficamente enseñado por Martín Buber- y el ‘nosotros’.

Promediando la lectura de la Hagadá leemos: “Por tanto nos incumbe agradecer, loar, alabar, glorificar, bendecir y enaltecer a quien realizó todos estos milagros por nuestros padres y por nosotros. Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la angustia a la alegría, del duelo a la fiesta, de las tinieblas a la gran luz, del avasallamiento a la redención. Por ello, entonemos ante Él un nuevo cántico, ¡aleluya!

Revivamos en torno a la mesa del Séder la historia de la esclavitud en Egipto, tomemos: libertad – alegría – enseñanzas – fiesta – luz y redención como un ramo floral, coloquémoslo en un digno jarrón sobre las mesas de Pésaj y en nuestros corazones, comenzando el replanteo hacia una mejor libertad, vivida con total responsabilidad en la seguridad que es el mejor presente y herencia a entregar a nuestras propias vidas y para transmitir a las generaciones venideras.
¡Jag Pésaj Sameaj!

Pésaj