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¿Por qué enseñar sobre el Holocausto?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Jesús Aguirre Gorgona

Nuestra mente por naturaleza busca ocultar los recuerdos más negros que hayamos vivido, esto con el objetivo de erradicar todo aquello que pueda alterar el comportamiento normal de nuestras vidas o como un método de autoconservación. Es normal que seamos ajenos a episodios de nuestra niñez, pero hay eventos que suelen ser borrados casi en su totalidad por cuestiones de autodefensa.

Los psicólogos la llaman amnesia disociativa, y es un evento inconsciente, un mecanismo de defensa alternativo a otras medidas más drásticas como el suicidio. Aunque hay debates estrechos entre las diferentes ramas de la ciencia que se dedican a estudiar el comportamiento de la psique, hay consenso en que el motivo de la amnesia disociativa no es la pérdida llana de memoria, sino que su finalidad es la erradicación inconsciente para no alterar el ciclo de la vida del individuo y su comportamiento social ante estos eventos vividos.

En la mayoría de las ocasiones, la regresión a estos episodios traumáticos desde el psicoanálisis y otras disciplinas, ha provocado trastornos a aquellos pacientes que habían sido víctimas de abusos sexuales siendo niños por sus padres o alguna otra persona o familiar, o aquellos que habían presenciado accidentes de tránsito, entre otros. En los casos de abuso, cuando las regresiones se manifiestan en sueños o en ‘flash back’, aunque el recordar sea doloroso, sin duda es necesario para sentar culpas y responsabilidades. En otros casos donde no hay delitos de por medio sino eventos traumáticos, los profesionales consideran que ante una eventualidad como esta es mejor dejar la mente limpia y que la amnesia disociativa haga su trabajo.

Otra forma de olvidar podríamos decir que es callar: así lo consideraron muchos sobrevivientes de eventos traumáticos que marcaron su vida y la de su generación por siempre. Especialmente los supervivientes de la Shoá, conocida popularmente como el Holocausto. Partiendo de la premisa de la amnesia disociativa ¿no sería mejor olvidar este evento en el tiempo y construir un mejor futuro? ¿Es necesario recordar esto? ¿Cuál es su fin? Veamos lo que nos dice la historia.

Cuando el ejército Rojo en 1945 tomó nuevamente la parte este de Europa anexionada por Alemania en 1942 durante la operación Barbarroja, el horror fue lo que inundó los ojos de los militares. Aunque estos habían sido testigos y perpetradores de los crímenes cometidos por la Policía Secreta Soviética (NKVD), las escenas dantescas que presenciaron no tenían punto de comparación: las factorías de la muerte, como les llama el historiador Timothy Snyder en su libro Tierras de sangre, a los campos de exterminio; los pocos que quedaban fueron repatriados a sus países de origen, algunos migraron a Palestina, otros grupos se dirigieron a Estados Unidos, y posteriormente al recién fundado Estado de Israel.

Pero el horror no fue conocido a profundidad hasta que los supervivientes empezaron a hablar. En un principio decidieron callar, fue su mejor arma para dejar este horrendo capítulo de su vida a un lado y las razones fueron diversas: asumían que no les creerían, o les cuestionarían el porqué ellos habían sobrevivido o simplemente querían olvidar y usar el silencio como herramienta de pérdida de memoria consciente. Aunque las evidencias tangibles y el testimonio silencioso de los cadáveres con piel nos dieron a conocer los horrores de los asesinos nazis (y los civiles que en complicidad actuaron con ellos), no fue hasta que el grueso de aquellos que habían sobrevivido a las fosas comunes de Babi Yar y el bosque de Ponari; a los fusilamientos en masa en Letonia, Lituania, Estonia y Ucrania; y a los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka, Chelmno y Sobibor; que pudimos conocer la barbarie a la que es capaz de llegar el hombre masificado, y por supuesto todo el proceso de exterminio sistemático y moderno del que habían sido víctimas no solamente los judíos, pero también diversos grupos humanos como gitanos, minusválidos, homosexuales, comunistas, etcétera.

Gracias a estas personas que sobrevivieron al Holocausto y decidieron compartir su testimonio dejando de lado el silencio, hoy conocemos con detalle lo ocurrido; gracias también a que en innumerables ocasiones la curiosidad de sus hijos y nietos los llevó a hablar podemos hoy contar con el testimonio del horror vivido; también gracias a sus voces pudimos conocer que en medio de las tinieblas y de un mundo inmoral existieron focos que iluminaron la senda de aquellos que estaban condenados a las cámaras de gas o al fusilamiento en masa: los Justos entre las Naciones. Aquellos que desinteresadamente, con el único afán de ayudar y con la convicción de que en una época de regresión era posible mantener los valores morales. Gracias a ellos conocimos los testimonios de los que hoy no pueden hablar, de aquellos que en un arrebato de valentía dieron su vida para aminorar el sufrimiento del otro, gracias a ellos hoy sabemos que un hombre pudo salvar su vida, pero decidió ir hasta el final con los niños de su orfanato, Janusz Korczak. Gracias a ellos hoy conocemos que el camino hasta la cámara de gas no fue el de ‘ovejas al matadero’, sino que la rebelión y la resistencia existieron, que grupos de partisanos se agruparon para liberar a sus hermanos.

Hay que entender que el crimen del Holocausto fue cometido por los nazis y sus cómplices, pero que también fue el fracaso de la humanidad como tal. Países cerraron sus fronteras y se negaron a recibir judíos a sabiendas de la matanza en boga, los Aliados ni siquiera fueron capaces de bombardear las líneas que conducían a los campos, y es por ello que la humanidad entera hoy como mínimo debe conocer de esta mancha negra de la moral, y la única forma de diseminar esto es la educación que brindamos a nuestros jóvenes y adultos en las aulas.

Después del Holocausto han ocurrido tres genocidios, y aún hoy el asesinato sistemático de yazidíes en Irak se perpetúa a vista y paciencia de la Comunidad Internacional; lamentablemente la humanidad no aprende la lección, y nuestra mejor arma contra esto es la educación. Por eso enseñamos sobre el Holocausto y lo seguiremos haciendo. Para honrar a judíos, gitanos, a grupos humanos de diversas tendencias religiosas, étnicas, nacionales, políticas, sexuales y físicas, que fueron asesinados en la mayor época de oscurantismo moral.

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