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Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (cuarta parte)

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Diana Kuba

En el artículo anterior se vio la propuesta de Thomas Piketty de gravar progresiva y proporcionalmente al capital, bajo los siguientes parámetros: “0.1 por ciento o 0.5 por ciento anual a los capitales (individuales y de empresas) acumulados en instituciones financieras de menos de entre un millón de euros, de 1 por ciento para fortunas de uno a cinco millones de euros, de 2 a 5 por ciento para aquellas de entre cinco y diez millones de euros hasta llegar al 10 por ciento para riquezas de cientos o miles de millones de euros”, para lo cual se requiere un “muy alto grado de cooperación [y de transparencia] internacional y de integración política regional”, que obligue a las instituciones financieras a abrir a los gobiernos las cuentas privadas de sus clientes, sobre todo dentro de los paraísos fiscales.

El conjunto de lo recaudado sería invertido en bienes sociales como construcción y equipamiento de hospitales, escuelas, viviendas, seguros médicos, insumos para la educación e infraestructura material y cultural, con objeto de mejorar las condiciones de las mayorías desposeídas dentro de un país y de las naciones débiles económicamente, cuyas economías dependen de las potencias desarrolladas. Obviamente, Piketty no descarta la idea que los capitales de las elites de los países emergentes en vías de desarrollo, también sean gravados para reducir la brecha de desigualdad en su propio territorio.

Asimismo, para los países de economías frágiles, subsidiarias de las potencias económicas que los mantienen dentro de sus áreas de influencia bajo el régimen global, propone que se mancomunen sus deudas con los acreedores, a fin de que no se les obligue a reducir el gasto público y social en caso de no poder solventarlas.

En mi opinión, la gran ventaja de las propuestas de Piketty es que ya despuntan como una fuerte preocupación de los estragos que está causando el modelo neoliberal aplicado en el mundo desde 1985-90 hasta nuestros días. Si bien el neoliberalismo promueve la iniciativa y el espíritu de empresa del individuo y de los intereses privados, al dejar en libertad a las fuerzas de la oferta y la demanda para que por medio de un proceso natural equilibren al mercado y reestructuren la sociedad, lo cierto es que en los treinta años que este modelo se ha implementado, ha habido nuevamente una mayor concentración de la riqueza y una agudización de la pobreza mundial.

Según Piketty, aproximadamente del 50 al 70 por ciento de la riqueza mundial está concentrada entre el 10 por ciento y el 15 por ciento de las elites de los distintos países, mientras que el resto de la población mundial solo posee o recibe entre el 50 al 30 por ciento de la riqueza restante. Dentro del sector de clases medias y populares, el 50 por ciento de las mayorías desposeídas solo accede al 5 por ciento de la riqueza. Todo ello ha provocado nuevamente el incremento de la desigualdad social, semejante a la anterior de las dos guerras mundiales del siglo XX, y si se continúa con esta tendencia la distancia de la desigualdad tenderá a incrementarse más en el siglo XXI.

Las propuestas de Piketty, emanadas de una investigación empírica e interdisciplinaria de corte histórico-económico, de lo más cuidadosamente documentada en sus fuentes y en las evidencias que ofrece, es un intento de resolver el creciente problema de la desigualdad, sin romper con el modelo capitalista, sin crear un capitalismo monopólico de Estado, pero equilibrándolo con medidas sociales que se orienten a reducir la desigualdad, a mejorar las condiciones sociales de las mayorías, para lograr una justicia social; cuestión que el neoliberalismo no ha podido realizar y que es preciso lograr.

Sin embargo, su propuesta de gravar progresiva y proporcionalmente al capital (aparte de los otros impuestos que ya existen) y la forma de hacerlo que exige un acuerdo y cooperación internacional para intervenir en las cuentas privadas de las distintas instituciones financieras del mundo en mi opinión, es utópica y tendría resistencias activas y pasivas de todos los intereses afectados. Aunque para Piketty es necesario como precondiciones un consenso político, una cooperación internacional y una gran transparencia de todas las instituciones financieras y los paraísos fiscales para mostrar a los gobiernos y al público en general, las cuentas privadas de sus clientes (empresas e individuos), no creo que haya la disposición estatal, financiera, y menos de los cuentahabientes de llevarlo a cabo. Para lograr este objetivo se requeriría de la coacción gubernamental de las naciones hacia sus ciudadanos, lo que se contrapondría a los valores democráticos, aunque según este autor, si se lograra gravar a los capitales privados en favor del bienestar social, se fortalecería la democracia. En mi opinión, este aserto solo funciona en teoría, pero en la práctica podría llevar al efecto contrario.

Todo esto requeriría un cambio cultural opuesto al respeto y privacidad de la propiedad privada, y una formación educativa que instile en las generaciones futuras los valores de justicia social, para disminuir el deseo natural e inherente del hombre de apropiarse de bienes sin compartirlos con sus semejantes, a fin de que otros puedan acceder a mejores condiciones de vida, lo que hasta hoy día no se ha dado históricamente. Asimismo, se precisaría un cambio de mentalidades, tanto en las sociedades desarrolladas como en las de en vías de desarrollo, para que sus gobiernos o instituciones especializadas no caigan en el abuso, cohecho y corrupción al tener que regular y administrar lo recaudado del capital, para que sus beneficios se orienten a la utilidad común de las mayorías.

No creo que haya gobiernos completamente inmaculados de corrupción y que brillen por la honestidad en la administración de sus recursos. Si bien, las propuestas económicas de Piketty van dirigidas a la Eurozona, donde algunos de los países que la componen, tienen una tradición cívica más transparente, que la de los países subdesarrollados, no considero que les sería fácil confiar en las naciones, también europeas, que no se formaron bajo esa cultura de honradez en su administración pública. Si estas dudas son válidas para Europa o para algunos países desarrollados de corte Occidental (Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia), cómo serán para países del tercer mundo, cuyas culturas políticas, económicas y administrativas están lejos de toda transparencia y cuyas ciudadanías generalmente desconfían del manejo de los fondos públicos por sus autoridades gubernamentales.

¿Podríamos imaginarnos a México con el modelo económico que propone Piketty?

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (tercera parte)

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (segunda parte)

Propuestas de Piketty. El capital en el siglo XXI (primera parte)

Riesgos al idealizar un proyecto de nación

Importancia del voluntariado en organizaciones sociales comunitarias como forma de participación ciudadana

Ayotzinapa, ejemplo de arbitrariedad e impunidad acumuladas

¿Gobernar y cumplir o promover la imagen pública?

Identidad y diversidad dentro del problema Israelo-Palestino

Reformas de estado y operatividad

El peso de los hábitos en la política mexicana

Cultura y fe

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El espíritu religioso

Rescatar a la cultura con “C” mayúscula

Redefiniendo el concepto de cultura

Comprendiendo el antisemitismo global

Efectos de la primacía de una cultura

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Disyuntivas de América Latina