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Redefiniendo el concepto de cultura

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Diana Kuba

Según Mario Vargas Llosa, el concepto de cultura precisa ser redefinido en la contemporaneidad, basándose en los significados clásicos que contenía antes del siglo XX, a fin de que la cultura trascendental y guía para las futuras generaciones recobre su valor, después de que este saber fue manoseado por un afán democratizador, para hacerlo partícipe a “toda” la humanidad.

En sentido clásico y tradicional, la cultura se refería a un cúmulo de conocimientos y un patrimonio de ideas de gran valor, derivados de conocimientos religiosos, filosóficos, históricos y científicos, que podían manifestarse en obras literarias, formas artísticas e investigaciones hacia distintas áreas del saber, que marcaban la pauta hacia donde podían orientarse las futuras generaciones para continuar trascendiendo espiritualmente como seres humanos.

Esta definición pertenecía principalmente al mundo occidental, y era patrimonio de una élite de mentes privilegiadas que destacaban como generadores de una alta cultura según el consenso social. No obstante, era una descripción excluyente de los diversos pueblos que conformaban la totalidad de la humanidad y de las mayorías de la sociedad, por lo que el concepto de cultura se vio precisado a democratizarse antropológica y socialmente.

Los estudios antropológicos del siglo XX concientizaron a la humanidad de que Europa no era la única región de la humanidad que producía “cultura”, que más allá de este espacio geográfico existían lugares como África, Asia, América Latina y Australia, donde las diversas etnias tenían otro tipo de “culturas” que contrastaban con la occidental. Por consiguiente, a fin de romper con este eurocentrismo, esta vertiente redefinió la noción de cultura como “la suma de creencias, conocimientos, lenguajes, costumbres, atuendos, usos, sistemas de parentesco y acciones”, para que un pueblo se reprodujera y siguiera existiendo. De aquí en un afán democratizador se rompió con la esquematización de culturas “modernas” y “primitivas”, considerando que todos los pueblos según su modo y circunstancia tienen “culturas” las cuales “son iguales y son expresiones equivalentes de la maravillosa diversidad humana”.

Por otro lado, la sociología rompió con el concepto de “alta” cultura o “cultura aristocrática” de occidente contraponiéndolo con las “culturas populares”, que son las expresiones de las bases sociales, cuyas formas de pensar, comportarse y manejar los conocimientos son menos refinadas, artificiosas y pretenciosas , pero más libres, genuinas, audaces y representativas de la “cultura social”, e incluso, más “críticas”, porque nacen de los espacios públicos, tales como: la taberna, los cafés, las fiestas, los carnavales, donde se satiriza a la cultura “oficial” que emerge de las universidades, academias, salones, palacios, conventos, museos y bibliotecas. 

Aunados a estos fenómenos, el siglo pasado fue testigo de un gran acervo de conocimientos científicos y adelantos tecnológicos que sustituían rápidamente lo viejo por la comodidad de las nuevas invenciones, mismas que hoy día pueden llegar a las mayorías que tienen la oportunidad de acceder a distintos conocimientos, gracias a la alfabetización que ha alcanzado los más altos porcentajes de la historia. Sin embargo, Vargas Llosa se pregunta si a este fenómeno ¿se le puede llamar cultura? Según él, no, ya que esta no tiene que ver con la cantidad de gente que sabe leer y escribir, sino con la calidad de saberes de contenidos humanos refinados y profundos que detenta. Ni las especialidades de los conocimientos científicos dan los elementos para distinguir lo que es bello y perdurable en el arte y lo que no lo es, ni cuáles son las ideas que trascienden y permanecen para la riqueza espiritual de la humanidad, que pueden ser replanteadas o renovadas en las generaciones venideras. La ciencia y la tecnología a diferencia de la cultura aniquilan lo anticuado y lo viejo; en cambio la filosofía, las letras, la historia y las artes se alimentan y se construyen sobre el saber cultural que se ha creado en el pasado. Un científico y técnico pueden tener un conocimiento especializado sobre su objeto de estudio, pero pueden ser incultos en el vasto saber de lo trascendente y espiritual de lo humano.

Como se puede ver, los significados del concepto clásico de cultura se diluyeron y desaparecieron, viviéndose hoy día una confusión de lo que esta implica, que antaño simbolizaba una brújula, una guía que permitía a los seres humanos orientarse dentro del gran cúmulo de conocimientos para discernir cuáles eran los prioritarios que tenían la posibilidad de perdurar, la diferencia entre los que eran de valor y de los que solo eran pasajeros, entre el camino principal a seguir y las desviaciones inútiles, para establecer una jerarquía de lo inestimable en el campo estético del saber humano.