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Rosh Hashaná y Yom Kipur

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Becky Rubinstein

En vísperas del Año Nuevo y del Día del Perdón –de Rosh Hashaná y de Yom ha-Kipurim-- los miembros de la grey judía se alistan --de un modo o de otro-- a clausurar el año y a iniciar otro; a colocarse frente al espejo y registrar si se parecen más al Dorian Grey elegante, atractivo y joven, el de sus juventudes, tal como lo retrató Oscar Wilde, su “autor intelectual” en su momento—o, como el Dorian Grey añoso, decrépito y horripilante, el cual, por su conducta, para algunos amoral, para otros espléndidamente divertida y sin límite alguno, sin vuelta se cambió su faz e incluso su espíritu. O, viceversa…

Lejos de moralizar, nos llama la atención que, antes de las Fiestas Mayores –como se llama a Rosh Hashaná y a Yom Kipur, las amas de casa judías limpian de “cabo a rabo su casa”, ceremonia, tal vez ritual, quizá una ‘limpia’ o una necesaria purificación, bastante recomendable para empezar el año cual tabula rasa… De la alef a la tav, de principio a fin, ritual efectivo –a nuestros ojos— si acaso año con año la limpieza se aligera: señal de que vamos de bien en mejor y no como se dice, de mal en peor…

En vísperas del Día del Perdón, a nuestros ojos, una oportunidad para mirarnos al espejo, para rectificar y recomenzar más ligeros --a través de la ceremonia de Tashlij-- se arrojan las malas acciones: para algunos, pecado, infracción, error, desviación… La lista de homónimos es inmensa, además de intensa…

Traemos a colación a Max Brod, famoso por haber sido amigo entrañable de Franz Kafka… ¿A Max Brod?... Sí, a Max Brod, “el que viste y calza…” a quien Kafka pidió, recomendó u ordenó (desconocemos el tono del favor, solicitud o disposición) ¿romper en cachos, incinerar y regar las cenizas al agua corriente sus escritos, como si se tratara de una ceremonia de Tashlij: del deshacerse de lo pecaminoso, de lo malhecho, de lo informe, de lo aterrador…?

Por suerte para Kafka, su entrañable amigo, a sabiendas de la calidad de la obra, la guardó y resguardó hasta su exitosa publicación…

¿Y por qué se trae a colación a Max Brod? Porque, como su célebre amigo, fue escritor y judío y escribió –como escritor y judío estudioso del saber ancestral- sobre el Día del Perdón…

Autor de Penitencia describe una visita al cementerio de Praga, donde descubre la tumba de Yehudá Landau ha-Leví, rabino de Praga, enemigo de los jasidim, de quien el mismísimo Baalshem ¬¬-cabeza y guía de los judíos místicos- comentó con magnanimidad que: “un tercio del mundo se apoya en su persona…”

Más allá de la anécdota, parafraseamos las palabras de Brod, escritor y judío cabal, quien escribió: palabras que vienen al caso en estas Fiestas Mayores. En su opinión “el auténtico judío se inclina ante la absoluta potencia del espíritu y la pureza de los principios…” Espléndida frase para recomenzar la creación del Universo, cuando el género humano nace a la vida: cuerpo y alma, alma y cuerpo… Para regocijarse en las alegrías, para contemplarse en el espejo y encontrarse a imagen y semejanza del Creador.

Fuente: Schlesinger C. Erna, Tradiciones y costumbres judías, p. 127-8.

Rosh Hashaná 5777