Mi Cuenta CDI

Soy mujer, soy una pecadora

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Hola, me llamo Sarah y lo único que tienes que saber de mí es que soy una pecadora.

Te preguntarás por qué y a continuación enlistaré los motivos por los cuales, te invito a que continúes leyendo y descubras mi triste historia.

La primera vez que decidí corromper las leyes socialmente aceptadas, fue cuando me puse pantalones y no falda, te imaginarás el escándalo que se armó en la familia.

La segunda, fue querer jugar fútbol con los hombres a la hora del recreo, y no sentarme con las niñas a intercambiar cartas.

Crecí, la vida continuó y yo seguí siendo una pecadora, sobre todo cuando decidí levantar la voz en clase, pues a mí me enseñaron que “calladita me veo más bonita” o la vez que, abrí las piernas porque me hacía sentir más cómoda, pero lo aceptado es que las cierre, pues no vaya a ser que por abrirlas te violen.

Cuando empecé mi primera relación amorosa, fue cuando más violenté las reglas y la virilidad de los hombres, porque dividíamos la cuenta entre los dos, yo pasaba a veces por él a su casa e incluso me dejaba trabajar a altas horas de la noche. Sé lo que piensas, ¿una mujer pagando la cuenta?, ¿cómo puede ser? si ese es el ‘deber’ del hombre, ¿cómo puede ser que una mujer quiera equidad con su pareja?

A estas alturas ya te darás cuenta que soy un monstruo, uno que decide qué ponerse y se atiene a comentarios como “luego por qué las violan”, uno que se atreve a masturbarse y explorar su cuerpo, porque es mi cuerpo. Uno que disfruta de su soledad, y de no tener que depender de nadie.

Soy pecadora por haber nacido con pechos y vagina, por ser mujer, y en esta sociedad machista, tengo que vivir con ese peso todos los días.

¿Cuándo será que despertemos y nos demos cuenta que el problema de la misoginia en el mundo y, sobre todo, en el país es grave? Vivimos en una realidad surrealista, en la que desaparecen a las mujeres todos los días por el simple hecho de tener ovarios. México ocupa el primer lugar en feminicidios en el mundo. ¿No te cansa ese dato?
Nosotros sí podemos hacer un cambio como hombres y como mujeres, recuerda que una acción pequeña puede hacer grandes cosas. Dividan la cuenta, trabajen y contribuyan a su casa los dos, laven, cocinen y recojan los platos juntos, esas labores no son de las mujeres, son de todos y aunque no lo creas, ayuda a combatir el machismo. O qué, ¿tiene que desaparecer una mujer de la comunidad judía para que nos demos cuenta que existe un problema grave?

Unamos fuerzas para que eso no pase, el machismo se cambia desde la educación, desde la casa.