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Sus síntomas le dicen que debe quedarse en casa

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Sentirse enfermo es una adaptación evolutiva, según una hipótesis presentada por el Prof. Guy Shakhar del Departamento de Inmunología del Instituto Weizmann y la Dra. Keren Shakhar del Departamento de Psicología del Colegio Académico de Estudios de Management, en un artículo reciente publicado en la revista PLoS Biology.

Tendemos a dar por sentado que la infección es lo que causa los síntomas de la enfermedad, en el supuesto de que la invasión microbiana incide directamente en nuestro bienestar. En realidad, muchos de los sistemas de nuestro cuerpo están involucrados en estar enfermo: los sistemas del sistema inmunológico y endocrino, así como nuestro sistema nervioso. Por otra parte, el comportamiento que asociamos con la enfermedad no se limita a los seres humanos.

Cualquier persona que tenga una mascota sabe que los animales actúan de forma diferente cuando están enfermos. Algunos de los más extremos “comportamientos ante la enfermedad” se encuentran en este tipo de insectos sociales como las abejas, que suelen abandonar la colmena para morir en otro lugar cuando están enfermos. En otras palabras, este comportamiento parece haber sido conservado a lo largo de milenios de evolución.

Los síntomas que acompañan a la enfermedad parecen afectar negativamente la probabilidad de supervivencia y la reproducción. Así que ¿por qué persiste este fenómeno? Los síntomas, dicen los científicos, no son una adaptación que trabaja en el nivel del individuo.

Más bien, sugieren, la evolución está funcionando en el nivel del “gen egoísta”. A pesar de que el organismo individual puede no sobrevivir a la enfermedad, aislarse de su entorno social reduce la tasa global de infección en el grupo. “Desde el punto de vista del individuo, este comportamiento puede parecer demasiado altruista”, dice la Dra. Keren Shakhar “pero desde la perspectiva del gen, sus probabilidades de ser transmitido se mejoran”.

En el documento, los científicos pasan por una lista de síntomas comunes, y cada una parece apoyar la hipótesis. La pérdida del apetito, por ejemplo, impide la propagación de la enfermedad por alimentos o agua, que son recursos comunales. La fatiga y debilidad pueden disminuir la movilidad de la persona infectada, lo que reduce el radio de una posible infección. Junto con los síntomas, la persona enferma puede deprimirse y perder interés en el contacto social y sexual, lo que limita de nuevo la oportunidad de transmitir patógenos. Fallas en el aseo personal y los cambios en el lenguaje corporal dicen: ¡estoy enfermo!, ¡no te acerques!
“Sabemos que el aislamiento es la forma más eficaz para detener la propagación de una enfermedad contagiosa”, explica el profesor Guy Shakhar. “El problema es que hoy, por ejemplo, con la gripe, muchos no se dan cuenta de lo mortal que puede ser. Así que van en contra de sus instintos naturales, toman una píldora para reducir el dolor y la fiebre y van al trabajo, donde la posibilidad de infectar a otros es mucho mayor”.

Los científicos han propuesto varias formas de probar esta hipótesis, pero también con la esperanza de transmitir el siguiente mensaje: cuando usted se siente enfermo, es una señal de que necesita quedarse en casa. Millones de años de evolución no se equivocan.