Continuidad absurda

Categoría: Abierta / Poema
Seudónimo: Lyoreli


No recuerda cuándo dejó de caminar.
Ni en qué momento la silla dejó de ser objeto
y se volvió destino.

La arrastran por el mismo pasillo,
todas las tardes:
ventanas abiertas,
voces ajenas,
la rutina como única dirección.

La mirada ya no va hacia algo,
atraviesa lo que existe
como quien ya no pertenece a este lado.

En el regazo, botellas acomodadas
porque ahí caben.
El cuerpo como superficie,
no como presencia.

Hablan cerca de ella,
pero nadie entra.
Nadie pregunta qué es seguir
cuando no se puede ir.
No es indiferencia:
es miedo a mirar demasiado hondo.

Ella escucha.
A veces asiente, apenas.
No se sabe si queda alguien dentro,
o si solo continúa por inercia.

Hay un silencio nuevo,
más denso que la ausencia:
frontera donde antes
había voluntad.

En la cocina, un pastel se quedó
más tiempo del debido.
Se pasó de cocción,
se quemó.

Nadie lo come,
no se apetece.
Solo sigue ahí,
arruinado,
pasado de sí.

Aferrarse a la vida
no siempre es deseo;
a veces es solo
el reloj moviéndose solo

sin quien lo viva.