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Ser mujer en México

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Imelda García

Es una realidad, en México las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los varones. No es un discurso de victimización. Las cifras y los hechos son claros cuando se habla de la disparidad en la realidad de ambos géneros.

La realidad de las mujeres en México puede ser tan dura como la cara que dan los feminicidios; o tan retadora, como el escaso acceso a cargos de poder. A nivel internacional, el país se ubica en un índice medio en cuanto a equidad de género.

De acuerdo con el Reporte Global de la Brecha de Género 2015, publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), México ocupa el lugar 71 de 145 países. El país, empero, está por debajo de otras naciones de América Latina, como Nicaragua (lugar 12); Bolivia (22); Barbados (24); Cuba (29); Ecuador (23); Argentina (35); Costa Rica (38); Bahamas (40); Colombia (42), y Panamá (44).

Este índice califica el desempeño de los países en cuatro grandes áreas: participación y oportunidades económicas de las mujeres; acceso a educación –desde básica a superior-; empoderamiento político, y cuestiones de salud y supervivencia.

Feminicidios, el horror

El asesinato de cientos de mujeres en varias partes del país prendió los focos rojos sobre el peligro que representa ser mujer en ciertas zonas de México.
Primero fue Ciudad Juárez, en Chihuahua, donde la desaparición y el asesinato de mujeres fueron un asunto con relevancia internacional, desde la década de los noventa.

Por casos ocurridos en Juárez, México incluso ha sido condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por la omisión de las autoridades para esclarecer los hechos, y por no proteger a las mujeres de hechos de violencia en su contra.

El caso específico que mereció una sanción contra el país fue el del asesinato de ocho mujeres en el campo algodonero.

Recientemente, el Estado de México se ha convertido en el nuevo foco de atención sobre el tema de los feminicidios.

En zonas como el municipio de Ecatepec, el asesinato de mujeres ha ido cobrando mayor relevancia, y ha provocado protestas de varios grupos sociales.
Estadísticas imposibles

En el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) no existe información desagregada sobre feminicidios. La Secretaría de Gobernación solo cuantifica los homicidios sin distinguir si se trata de hombres o mujeres.

Según las estadísticas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres son atacadas con más saña que los varones, con mayor violencia o se utilizan medios que producen mayor dolor antes de fallecer.

A 38 de cada 100 las ahorcaron, las estrangularon, las ahogaron, las quemaron o las lesionaron con objetos punzocortantes o a golpes con objetos, establecen las cifras del INEGI.

En cambio, esas modalidades solo fueron utilizadas para asesinar a 21 de cada 100 varones. En el caso de los asesinatos de mujeres, señala el INEGI, tienen que ver más las cuestiones culturales que las condiciones de violencia que existen en el país.

“De acuerdo con la información de los últimos quince años (…) los asesinatos de mujeres derivan de un patrón cultural y menos de los cambios de la violencia social por el crimen organizado”, señala el Instituto en una carpeta informativa sobre la violencia contra las mujeres.

¿Durmiendo con el enemigo?

Las mujeres enfrentan también una violencia que puede convivir con ellas bajo el mismo techo.

Datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del INEGI, en datos revelan que 63 de cada cien mujeres de quince años o más padecieron un incidente de violencia en general.

Los estados del país que superan estos índices de violencia son el Estado de México (73 por ciento); Ciudad de México (72 por ciento); Sonora (68 por ciento); y Baja California (66 por ciento).

Casi 50 de cada 100 mujeres han tenido al menos una relación de pareja donde han sido agredidas.

El rango de edad más vulnerable es de los 30 a los 39 años; de ellas, casi el 70 por ciento han enfrentado al menos un episodio de violencia.

Presas por delitos de amor

De acuerdo con datos del INEGI, el 53 por ciento de las mujeres que son acusadas por delitos del fuero federal están en la cárcel por delitos relacionados con las drogas.

La mayor parte de las veces, ellas se convierten en narcotraficantes o en transportadoras de estupefacientes por necesidad.

La organización Equis Justicia para las Mujeres sostiene que las mujeres encarceladas por temas de drogas tienen características similares: son pobres, proceden de comunidades marginadas, tienen un bajo nivel educativo y no tienen antecedentes penales.

Antes de llegar a la venta de drogas, sostiene Equis, muchas mujeres han pasado por otras actividades económicas modestas que les daban muy pocos ingresos: limpiando casas, planchando ropa, preparando alimentos o vendiendo productos en los semáforos.

“Las redes de tráfico de drogas reclutan a las mujeres más vulnerables para desempeñarse en los roles más bajos y peligrosos (…) las mujeres suelen ser reclutadas por la pareja o por el grupo familiar, y ven en los delitos de drogas una manera de percibir ganancias que, por la cantidad y la rapidez de las mismas, les permiten cumplir con su rol de cuidadoras en el ambiente doméstico.

“Por lo tanto, los delitos de drogas son también delitos de amor o de género. Pero una vez que son encarceladas, las mujeres suelen ser abandonadas por las personas que las involucraron en el negocio”, expone Equis en su Propuesta de reforma en casos de mujeres encarceladas por delitos de drogas en México.

La mayoría de las mujeres presas en México se encuentran recluidas en inmuebles sin la infraestructura requerida para sus necesidades; menos aún si se trata de mujeres que son madres.