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El costo de la dependencia del petróleo “El mundo industrializado se volvió sobredependiente de una región volátil e inestable, lo que lo volvió vulnerable” Daniel Yergin

Centro Deportivo Israelita, A.C.

/Moisés Tiktin*
En las entregas anteriores, comenté sobre la evolución de la industria del petróleo desde sus inicios, el impacto de la dependencia de este combustible en las decisiones militares tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda Guerra Mundial. También analicé la nacionalización de la industria petrolera mexicana en 1938, que, como veremos, sirvió de ejemplo para que varios países productores de petróleo como Irán, Irak y Arabia Saudita, renegociaran años después, los términos de las concesiones otorgadas a las empresas petroleras internacionales.
El descubrimiento de grandes pozos petroleros en el golfo Pérsico desde principios del siglo XX, cambió la balanza del poder en las siguientes décadas. Durante los años treinta y cuarenta varios países árabes asociados con las grandes compañías petroleras encontraron yacimientos enormes. Varias de estas asociaciones fueron por necesidad, como es el caso de Arabia Saudita que a raíz de la Gran Depresión enfrentó una reducción drástica en el número de peregrinos que viajaban a la Meca y el caso de Kuwait, que vio mermado su negocio de extracción de perlas del golfo Pérsico ante la competencia de las perlas japonesas cultivadas. Bahrain encontró petróleo en 1932, mientras que Irán se convirtió en los años cuarenta en el tercer productor del mundo, después de Estados Unidos y Arabia Saudita.
A finales de los años cuarenta hubo una crisis de abastecimiento en Europa, por lo que los países europeos empezaron a importar petróleo del Medio Oriente. En los años cincuenta los países productores de la región se dieron cuenta del poder que les daba el petróleo. Varios de estos países buscaban obtener una mayor porción de la renta petrolera. El concepto de renta fue definido por el economista inglés David Ricardo a fines del siglo XVIII, quien analizando las diferencias en la calidad de la tierra, observó que los propietarios de las tierras fértiles obtenían utilidades extraordinarias cuando las necesidades de la población volvían imprescindible cultivar terrenos de calidad inferior. “La escasez comparativa de los terrenos más fértiles es la fuente de la renta”.
El cambio en el equilibrio del poder se hizo evidente en 1956, cuando el presidente egipcio Gammal Abdel Nasser, discípulo del primer ministro iraní Mohamed Mossadegh, quien en 1951 nacionalizó la industria petrolera en Irán, quiso participar en las rentas petroleras (aun cuando Egipto casi no producía petróleo). Para Nasser, creador del Panarabismo, movimiento ideológico que buscaba unir a todos los países árabes, “el mundo árabe debe usar su poder proveniente del control del petróleo, nervio vital de la civilización en su lucha contra el Imperialismo”. Nasser decidió cerrar el Canal de Suez, la ruta más importante de transporte de petróleo del golfo Pérsico hacia Europa.
Como reacción al cierre del canal en octubre de 1956, Israel, con el apoyo de Francia y Gran Bretaña, atacó la península del Sinai, iniciando la Guerra del Suez. Aun cuando el resultado militar fue muy satisfactorio, el resultado político fue el debilitamiento político de los tres países atacantes que tuvieron que frenar el ataque y retirarse de los territorios conquistados, al recibir la instrucción directa del presidente estadounidense Eisenhower, quien en plena Guerra Fría no quería abrir un frente adicional el día que las tropas soviéticas entraron a Budapest. Arabia Saudita, el principal proveedor de petróleo del mundo, declaró un embargo petrolero a Francia y Gran Bretaña, lo que provocó un encarecimiento en el precio del petróleo para Occidente. Francia y Gran Bretaña no se dieron cuenta hasta ese momento, que su dependencia del petróleo los había llevado a una situación desesperada y que su estatus de potencia imperial que habían mantenido por varios siglos, había cambiado.
Los siguientes años fueron de abundancia. Aun cuando el consumo de petróleo se triplicó entre 1948 y 1972 ante el gran incremento en el uso de automóviles (en Estados Unidos pasó de 45 millones a 119 millones y en Europa de 18.9 a 161 millones), la producción de petróleo aumentó de 8.7 a 42 millones de barriles diarios. El mundo tuvo un periodo de gran crecimiento, que como lo señala Alfred Chandler: “Los milagros económicos de Alemania y de Japón en la postguerra se explican en gran medida por el acceso al petróleo barato”.
La Unión Soviética se convirtió nuevamente en un jugador importante en el mercado al estar dispuesta a bajar precios con tal de obtener divisas para comprar equipo industrial y productos agrícolas. Por su parte, los países petroleros del Medio Oriente renegociaron los contratos con las compañías petroleras occidentales para quedarse con una mayor proporción de las ganancias. Con este nuevo arreglo se dedicaron a producir a pasos acelerados, obteniendo una participación del 45 por ciento en el mercado de exportación mundial.
En los siguientes años la demanda de petróleo fue aumentando, los coches eran más pesados y ya contaban con aire acondicionado. El superávit de petróleo de Estados Unidos se fue terminando y sus importaciones se incrementaron hasta representar en 1970 el 36 por ciento de su consumo. Esto provocó que de 1970 a 1973 el precio del petróleo se duplicara en un entorno donde productores importantes como Libia y Arabia Saudita, exigían una mayor participación de las rentas petroleras. Las compañías internacionales cedieron ante la alternativa de una posible nacionalización.
El presidente egipcio Anwar Sadat, sucesor de Nasser, quien heredó un país quebrado después de las derrotas militares de Egipto en 1956 y 1967, decidió en 1973 ir de nuevo a la guerra contra Israel. Sadat contó con el apoyo de Arabia Saudita, ya que el rey Feisal quería tener a la Unión Soviética lejos del Medio Oriente y buscaba evitar las guerrillas fundamentalistas en su territorio. El apoyo político de Arabia Saudita no era cualquier cosa, ya que esta se había convertido en el principal exportador de petróleo con una participación del 21 por ciento.
La Guerra de Yom Kipur desembocó en un embargo petrolero contra Occidente por parte de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El precio por barril, que en 1970 rondaba 1.80 dólares, ascendió a 11.65 dólares en octubre de 1973, afectando seriamente a las economías occidentales. El impacto de ese embargo para los consumidores estadounidenses fueron las largas colas en las gasolineras en Estados Unidos y la escasez de combustible para aire acondicionado y calefacción. El PIB de Estados Unidos cayó 6 por ciento de 1973 a 1975 y el desempleo llegó al 9 por ciento. Los siguientes años se caracterizaron por inflaciones elevadas en los países desarrollados y en políticas muy restrictivas. Paul Volcker, presidente de la FED, tuvo que incrementar la tasa de descuento, alcanzando los Treasury Bills niveles del 21.5 por ciento.
El embargo petrolero, además de causar una recesión con inflación a nivel mundial, precipitó uno de los mayores rompimientos en la alianza de países occidentales desde su fundación en la Segunda Guerra Mundial. Los aliados europeos, encabezados por Francia buscaban distanciarse de Estados Unidos y tomar posiciones más amigables para los países árabes, cuyos gobiernos autoritarios estaban muy lejos políticamente de las democracias europeas. La dependencia del petróleo por parte de Europa es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos privan sobre los principios democráticos.
En la última entrega de esta serie de artículos hablaré sobre el impacto económico de la dependencia del petróleo en México a principios de los años ochenta, y analizaré la importancia geopolítica del petróleo en la actualidad. Termino con una reflexión sobre la utilización del petróleo como argumento para fortalecer posturas ideológicas; en palabras de Anwar Sadat, quien en 1979 firmó con Menajem Begin el Tratado de Paz entre Egipto e Israel: “El legado de Nasser nos dejó en una situación lamentable; un país quebrado política y éticamente como consecuencia de la retórica nacionalista”.
*Publicado en el diario El Economista el 23 de agosto de 2018.