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Solo un día sin guerra
Categoría: Preparatoria
Seudónimo: Chef
Un día sin guerra.
Ni una sola bala,
ni un solo misil,
ni una sola alarma,
ni un niño escondido.
Solo un día.
No es mucho pedir,
pero desgraciadamente,
esto parece imposible.
Porque mientras todos
vemos nuestros celulares,
hay gente del otro lado del mundo
escondiéndose,
huyendo,
enterrando a alguien
que ya no pudo seguir.
La guerra se volvió costumbre.
Nos despertamos con noticias de bombardeos
como si fueran de costumbre.
Irán, Israel, Estados Unidos, Rusia…
Países que podrían liderar al mundo,
pero prefieren destruirlo por completo.
Se van soldados,
se van familias completas.
Adiós, niños, adiós,
personas de todas las edades.
Y quienes toman esas decisiones
no tienen que preocuparse por nada.
Agarran un teléfono y dicen:
“Bombardea.”
Desde su oficina.
No sudan,
no sienten tristeza,
no sienten miedo,
no entierran a sus hijos.
Qué conveniente, ¿no?
Es muy fuerte recordar
que la guerra no la viven los presidentes,
la viven los pueblos.
Gente como tú,
como yo,
como nosotros,
como todo el mundo.
Y hoy por hoy:
según las Naciones Unidas,
en este momento,
hay más de 120 conflictos armados.
Nos debería quitar el sueño.
No deberíamos poder dormir tranquilos.
Y es por eso que lo digo:
imagínense un día sin guerra.
Sin mamás buscando a sus hijos
entre calles,
entre escombros.
¿A poco es tan difícil?
Mírenlo así:
millones de personas,
sufriendo en este preciso momento,
mientras tú
ves tu teléfono.
Un día en que las noticias hablen de descubrimientos,
no de destrucción.
Un día en que el silencio no sea miedo,
sino calma.
Un día en que los líderes recuerden
que antes que presidentes,
generales
dictadores,
son seres humanos.
