Sueño en el recuerdo

TÍTULO: Sueño en el recuerdo
CATEGORÍA: Secundaria
GÉNERO: Cuento
SEUDÓNIMO: TonSA1409

Aria, una niña de cabello castaño y hermosos ojos marrones, era diferente a las otras chicas de la escuela. Era soñadora y muy creativa, siempre se perdía de las conversaciones pensando en como podría ser su vida de grande o simplemente en historias que le pasaban por la cabeza. Aria tenía un grupo de amigas a quienes apreciaba muchísimo; sus nombres eran Katy, Luna y Clara, con ellas podía ser ella misma y la respetaban tal y como era.

Cada mañana, emocionadas de verse, se saludaban con un saludo único. Hablaban mucho sobre sus sueños y acostumbran reírse de cualquier chiste.

En cuanto llegaba a su casa, comía la deliciosa comida de su madre, después iba hacia su cuarto para estar sola y darse tiempo para ella misma. Así eran todos sus días: llenos de risas, emoción y tranquilidad.

Pero algo le inquietaba… su sueño de aquella noche.

Mientras Aria dormía profundamente, soñó con una niña que nunca había visto, tenía cabello rizado color negro y unos grandes ojos color verde llenos de bondad y felicidad. Traía un vestido color rosa y parecía una niña muy sociable, la llamó por su nombre con un toque tierno y amistoso. Aria volteó con una sonrisa, pero en ese momento, la niña dijo algo que la inquietó: “¿Me recuerdas?”, con una sonrisa y esperando un abrazo. En ese momento, Aria despertó y no podía parar de pensar en ese extraño sueño y esa extraña persona a la que sostenía de la mano como si se conocieran. Aria decidió seguir con su vida cotidiana y no contárselo a nadie, pues había sido un sueño tonto, o al menos eso pensaba. Dejó de serlo en cuanto entró una niña nueva a su escuela, parecía muy culta, callada, misteriosa y sin ganas de conocer a nadie, pero Aria se llevó una gran sorpresa en el momento que aquella niña mostró su rostro. Era ella, la misma, la del sueño, pero esta vez lucía diferente. Sus hermosos ojos verdes llenos de bondad ahora daban escalofríos.

Lyria, la nueva compañera, tuvo la oportunidad de presentarse con sus compañeros, pero se negó. Se dirigió hacia una esquina del salón y se puso su capucha, era como si no quisiera que nadie la viera.

Aria lograba ver cómo Lyria no le quitaba los ojos de encima.

—-Es ella —dijo Aria en susurros a sus amigas.

—-¿Quién?

—Ella, la de mi sueño, me sostenía de la mano y preguntaba si la recordaba, pero en mi sueño era más alegre.

En el recreo Aria se quedó sin palabras  

—Aria, ¿qué pasa?, ¿sigues pensando en la niña nueva ?

Aria no respondió, pero era cierto, su mente estaba en ella y nadie más tenía que saber quién era o de dónde venía.

—Volveré a soñar con ella, lo sé —susurró Aria.

Las niñas se le quedaron viendo extrañamente, como si algo de lo que decía fuera cierto. Nunca la había visto tan preocupada. Faltaba poco para la noche, quería volver a soñar con aquella niña “Lyria”, que en el sueño posterior, lucía exactamente como la recordaba. Aria sentía que tenía un vínculo más allá de la realidad.  Como si la conociese desde hace tiempo, pero la magia que transmitía en las noches se desvanecía cuando despertaba, pues sólo lograba sentir miedo cuando la miraba.

Era como si no fuese la primera vez que vivía ese instante, en ese momento los recuerdos comenzaron a invadir la mente de Aria.

Un columpio viejo balanceándose, una risa infantil que le resultaba demasiado familiar, y dos manos, la suya y la de otra niña entrelazadas como si jamás se fueran a soltar.

Aria se llevó las manos a la cabeza. Espera… yo… yo estuve aquí antes.

De pronto todo era más claro, esos recuerdos, esa niña misteriosa no eran sueños, eran fragmentos de una vida que ya había vivido. Estaba recordando su vida pasada, el sueño comenzó a desvanecerse, pero Aria despertó con una sensación distinta. En cuanto llegó a la escuela, Lyria seguía en su rincón con su capucha y su silencio, pero cuando Aria pasó, logró susurrar: “Te recuerdo”.

Lyria levantó lentamente la mirada con esa sonrisa que parecía perdida, y sus ojos verdes brillaban igual que en el sueño.

Aria comprendió entonces que aquel vínculo jamás se rompería, porque los recuerdos, aunque se escondan, jamás se olvidan, siempre encuentran la manera de regresar .